Una supremacía incontestable (4-0)

Nuevo repaso de un Sevilla a un Betis que perdió hasta la dignidad

12 ene 2016 / 20:49 h - Actualizado: 13 ene 2016 / 08:27 h.
"Real Betis","Sevilla FC","Crónica Sevilla","Crónica Real Betis","El derbi sevillano","Unai Emery","Jorge Molina","José Antonio Reyes","Gameiro","Dani Ceballos","Iborra","Krychowiak","Juan Merino","Joaquín Sánchez","Kakuta","Petros","Ramí","Didier Digard","Juan Manuel Vargas"
  • Los jugadores del Sevilla celebran el triunfo junto a su afición. / Manuel Gómez
    Los jugadores del Sevilla celebran el triunfo junto a su afición. / Manuel Gómez

Ni a cuatro minutos llegó el intento de remontada del Betis en el Sánchez-Pizjuán. La culpa, como en tantas otras derrotas béticas ante el Sevilla, la tuvo un jugador nacido en Utrera en 1983, que en su niñez posaba feliz con una camiseta a rayas verdes y blancas pero cuyo destino viró cuando entró en la cantera sevillista. Desde entonces no hay nada que motive más a José Antonio Reyes Calderón que enfrentarse al Betis. Y ese niño que de pequeño se enfundaba la verdiblanca ya estaba celebrando otro gol al eterno rival en el 4’ de este partido de vuelta de los octavos de final de la Copa que ha lanzado al Sevilla, a su Sevilla, a la siguiente ronda. Lo hizo con la colaboración de un mal despeje de Vargas que despistó a Adán, quien casi obra el milagro (otro) de salvar el tanto. No tuvo historia este nuevo derbi, lo cual señala todavía más al Betis, que lastimosamente deambuló por un Sánchez-Pizjuán que a los 35 minutos celebraba otro tanto, esta vez de Adil Rami tras un débil despeje de Digard en un córner, y que se regodeó entre el tercero de Gameiro, el cuarto de Kakuta, olés de Maestranza y el flash de los móviles –por aquello del himno en el Villamarín...– durante el resto de la agonía bética. Tremendo.

Muy duro para el Betis, humillado de nuevo por el Sevilla. Ni el efecto Merino, ni el orgullo por el Euroderbi, ni nada. Otra vez abochornó el cuadro verdiblanco a su afición, inmerecidamente castigada hasta la tortura de ver el primer tiro a puerta de su equipo al Sevilla a los 219 minutos de juego... entre los últimos y recientes tres derbis, claro. Lo hizo Vargas en el 39’ de partido, desde muy lejos, más por desesperación que por convicción. Los de Emery casi que andaban, ni temían la agresividad bética exhibida en el primer duelo, el de la Liga, ni los tenues intentos de llegar al área de Sergio Rico. Sólo lo hizo en la primera mitad el orgullo de Joaquín, que intentaba en vano arengar a sus compañeros. Tampoco apareció Dani Ceballos, que jugaba su primer partido en el Sánchez-Pizjuán. Utrerano como Reyes, Ceballos podría protagonizar la historia del primero pero al revés: jugaba en la cantera del Sevilla, a quien animaba hasta que el Betis le abrió la puerta. Pero sigue costándole su adaptación a la élite.

Los casi cuatro minutos que tardó Reyes en cabecear a gol fue también lo que duró el gesto de sospecha de algún aficionado sevillista al ver que Emery dejaba en el banco a Krychowiak para recuperar a N’Zonzi, desparecido de las últimas alineaciones. El ritmo que propuso el Betis tranquilizó a todos, empezando por el francés. Conociendo a Merino y viendo su gesto serio camino de los vestuarios, era previsible una buena bronca al plantel en el descanso. Al Betis le quedaban 45 minutos no para remontar, tarea ni soñada, sino pare recuperar la dignidad. Parte de ella, mejor dicho. El Sevilla, al 50%, le estaba humillando y eso resultaba insoportable en clave verdiblanca. Y además metió a Fabián por Ceballos. En dos minutos, aunque sin nada destacable, apretó más el cuadro heliopolitano que en derbi y medio. Pero claro, era un espejismo.

En cuanto el Sevilla quiso, pisó el área de Adán dos veces consecutivas con enorme peligro. Primero Konoplyanka, solo, no llegó por centímetros a un pase de Mariano desde la derecha. Dos minutos después, una buena jugada de N’Zonzi acabó en un saque de esquina que no acertó a despejar la zaga bética hasta que Piccini metió milagrosamente la pierna cuando Kolo iba a marcar el tercero. Después fue de nuevo el italiano el protagonista, cuando casi marca el 2-1 (4-1) con una gran disparo desde fuera del área que rozó el palo. Piccini, las ganas de Fabián y el orgullo, aunque sin nada de acierto, de Joaquín, lo único destacable del Betis. Lo dice todo.

El partido fue muriendo entre la relajación del Sevilla –Emery metió a Gameiro, dio minutos a Kakuta y descanso al desmotivado Banega–, la petición de más goles por parte de la grada y la evidencia del mal estado de los dos jugadores que más cobran en el cuadro nervionense: Konoplyanka y Llorente. Muy poco por parte del ucraniano, que lleva mes y medio horrible, y absolutamente nada el riojano, silbado en muchas acciones. Pero antes de finalizar el choque, Gameiro, en su primera jugada tras saltar al campo, se vengó de Adán. Y además Kakuta, tras una larga jugada colectiva, remató un set histórico en la eliminatoria, constatando que Sevilla y Betis viven en dos mundos totalmente diferentes. El Betis lleva nueve horas sin marcar un solo gol, nueve partidos consecutivos sin ganar, acumula cinco derrotas seguidas y tiene un panorama por delante aterrador. Los de Emery suman otro partido más ganado en su estadio, otro encuentro más sin encajar gol, otra ronda más pasada en la Copa del Rey y otro derbi más ganado, con divertimento, al eterno rival. Una supremacía totalmente incontestable.

FICHA TÉCNICA

Sevilla FC: Sergio Rico; Mariano, Rami, Kolodziejczak, Escudero; N’Zonzi, Iborra; Reyes (Krohn-Dehli, m.73), Éver Banega (Kakuta, m.64), Konoplyanka; y Llorente (Gameiro, m.73).

Real Betis: Adán; Piccini, Bruno, Pezzella, Vargas; Petros, Digard (Kadir, m.60); Joaquín, Dani Ceballos (Fabián, 46), Portillo; y Rubén Castro (Jorge Molina, m.83).

Goles: 1-0, M.04: Reyes. 2-0, M.34: Rami. 3-0, M.73. 4-0, M.89: Kakuta.

Árbitro: Antonio Miguel Mateu Lahoz (Comité Valenciano). Amonestó al visitante Rubén Castro y a los locales Iborra (m.41) y Krychowiak (m.41, en el banquillo).

Incidencias: Partido de vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey disputado en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán ante cerca de 36.812 espectadores, entre ellos medio millar de béticos ubicados en una grada especial para la afición visitante. Ambos equipos saltaron al campo con unas camisetas en apoyo a la donación de órganos, iniciativa organizada en colaboración con la Coordinación de Trasplantes de Andalucía, e hizo el saque de honor un joven trasplantado.