Visto el panorama, no se puede decir de ninguna manera que el Sevilla-Cartagena de esta tarde no tenga aliciente alguno. Es cierto que el resultado de esta eliminatoria de dieciseisavos de final de la Copa del Rey no corre apenas peligro, desde el punto de vista del Sevilla, pero todo lo que está sucediendo en torno al equipo nervionense en los últimos días añade algo de sabor a este trámite. Para empezar, la situación de Eduardo Berizzo, que se operó ayer de cáncer de próstata y que estará alejado de los banquillos un mínimo de varias semanas. No hay otro objetivo en la plantilla sevillista que dedicarle al técnico –«Eduardo sigue siendo el entrenador y yo su segundo», dice Ernesto Marcucci– el triunfo esta tarde ante el Cartagena, que llega a Nervión con la toalla casi tirada tras el 0-3 de la ida. Además, la lista de convocados ofrece varias lecturas: la ausencia de futbolistas del filial, tan habitual en este tipo de compromisos, es un mensaje nítido para los jugadores menos habituales, a los que el cuerpo técnico les pide un nuevo paso adelante tomándose el choque con total compromiso. Precisamente esta palabra va cada vez más unida a una de las ausencias: Steven Nzonzi, quien otra vez verá el partido por la televisión sin que medie lesión alguna.
Viene el Sevilla de una racha de siete encuentros en los que ha cosechado cinco victorias, un empate y una derrota (Camp Nou). Una recuperación que empezó precisamente en Cartagena, tras la crisis de octubre. Y viene el Sevilla de enlazar tres remontadas consecutivas, con socavones importantes de rendimiento en cada partido que le obligaron a remar épicamente contracorriente ante Celta (2-1), Liverpool (3-3) y Villarreal (2-3). Necesita el Sevilla estabilizarse porque no siempre le saldrá la jugada de un acelerón final para salvar los muebles.
Es hoy el día para ver de nuevo a Borja Lasso, David Soria, Carole y, sobre todo, a Navas y a Ganso. Estos dos jugadores, que empezaron muy bien la temporada y que se fueron apagando poco a poco –en el caso del brasileño más que apagarse fue apagado–, serán titulares esta tarde. Se espera de ellos más que un buen partido, una respuesta a la pregunta que implícitamente se les hace desde el banquillo: «¿Estáis preparados para lo que viene?». Lo que le llega al Sevilla es un duro calendario con importantes rivales y objetivos en juego, por lo que se les llamará a filas. Ganso ya demostró lo de siempre en la ida en Cartagena: que lejos de ser un jugador cualquiera es un lujo para cualquier equipo. Muy caro, es evidente, pero un lujo que pocos clubes se pueden permitir. Y el Sevilla lo tiene, aunque lo aproveche muy poco. Este año parecía ser el suyo, pues empezó la temporada muy fino físicamente y con goles decisivos. Su desaparición paulatina ha sido extraña –un minuto testimonial en Villarreal el domingo y su titularidad hace más de un mes en Cartagena–, añadiendo argumentos a quienes piensan que su tipo de fútbol y su inigualable visión de juego podría ayudar a destascar el ataque del equipo en no pocos partidos.
El caso de Navas obedece más a un encaje de piezas. Un equipo como el Sevilla que juega por dentro más que por fuera y que carece de rematadores de áreas encuentra en el palaciego a un jugador con poco que decir, aunque no sólo aporte centros desde la derecha. Navas es mucho más útil y es otra de las piezas que el cuerpo técnico deberá reflotar a partir de encuentros como el de hoy ante el líder del grupo IV de la Segunda B, que viene de ser goleado por el filial del Betis y con nueve bajas: Moisés García, Jesús Álvaro, Óscar Ramírez, Gonzalo Poley, Cordero, Cristo Martín, Álvaro González y Adama Fofana.