«Yo soy como Unai con las botellas: la competencia eleva el nivel»

La llegada de un nuevo técnico y de once jugadores supone un gran cambio, pero en el Sevilla el tiempo «no existe», según Monchi. Los mimbres están ya aquí. Ahora, es el momento de rendir

05 sep 2016 / 22:08 h - Actualizado: 06 sep 2016 / 12:52 h.
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  • Monchi, analizando la actualidad del Sevilla. / Manuel Gómez
    Monchi, analizando la actualidad del Sevilla. / Manuel Gómez

—El equipo ha disputado ya cinco partidos oficiales, con resultados dispares. ¿Qué análisis hace el director deportivo? ¿Cree que hay que pedir paciencia a la afición con este proyecto por las circunstancias que han rodeado su construcción?

—Yo no soy de pedirla. No puedo pedir paciencia cuando yo no la tengo. Yo quiero ¡ya!. Es verdad que se han producido muchos cambios. El tiempo deberá acercar al equipo a lo que quiere el míster. Yo no me veo en derecho de pedir paciencia; me veo en el derecho de pedir confianza. Estoy más satisfecho incluso de lo que pensaba que podría estar a estas alturas de la asimilación de algunos conceptos por parte de los jugadores, conceptos que para ellos eran completamente nuevos. Es evidente que hace falta tiempo para ajustar todo, pero en el Sevilla el tiempo no existe. Existe el presente, nada más. Al nivel de exigencia que está este club no podemos decir «vamos a esperar a ver los primeros diez partidos, cinco, cuatro, tres...». No. Tenemos que ganar a la UD Las Palmas, en Turín... Hay que convivir con eso y creo que el equipo está conviviendo bien con esa exigencia.

—Si tuviese que decir algo a la afición en este sentido, ¿qué le diría?

—El otro día escuché al entrenador comentando que a la afición no hay que pedirle nada, sino que hay que darle. Y tiene toda la razón: hay que darle para que siga pidiendo. El sevillismo nos ha dado tanto que hay que seguir dándole cosas. El sevillismo es muy exigente, muy crítico pero muy exigente. Y hay que darle situaciones de felicidad.

—Se marchó Unai Emery al PSG y poco después Jorge Sampaoli pudo hacer lo mismo, en su caso a la selección argentina...

—Yo tuve la desgracia y la fortuna de estar en el sitio justo en el momento justo. Fue en Alemania, puerta con puerta con Sampaoli. Desgracia por el marrón que me encontré y fortuna por saber de primera mano las sensaciones de Jorge. Tras el primer amistoso, él vino a mi habitación a contármelo. Yo, desde el primer momento, sentí las dos cosas que él luego ha explicado: su deseo de irse a la Selección y su deseo de quedarse en el Sevilla. Ambas cosas. El argentino es, más que nada, de su Selección. Y lo definió muy bien: ha llegado una buena noticia en un momento malo. Y eso fue lo que percibí. Pero si yo hubiera puesto en la balanza ambas cosas para ver qué pesaba más, hubiese salido su obligación y su deseo de quedarse en el Sevilla. Y eso lo fuimos llevando bien desde la confianza, desde la tranquilidad que yo le intentaba transmitir y desde la transparencia que él me daba. No hubo contactos con la Selección. El desenlace fue el que esperaba. Se prolongó más en el tiempo porque para él era difícil decir no a Argentina. Vi que tenía un deseo inmenso de irse a la Selección, pero tenía el contrapeso de su obligación, de su compromiso y de su deseo de estar en el Sevilla.

—Se han marchado jugadores importantes pero otros que también lo son, como por ejemplo Vitolo, N’Zonzi o Iborra, se han quedado...

—Se han quedado jugadores que han tenido ofertas, muchas de las cuales no han trascendido, y el club ha reaccionado bien. También lo hemos hecho ante situaciones que se habían complicado por falta de rendimiento deportivo y se ha vendido. O con jugadores que no habían rendido y a los que era difícil meter en el mercado, muchos de ellos dejando rédito económico para el club, importante... En el global tenemos que estar contentos. Vitolo, N’Zonzi, Iborra, Carriço, Mariano... Jugadores que podían estar también fuera y están aquí. Si hacemos un repaso, por todos hemos tenido ofertas.

—Háblenos de la llegada de Samir Nasri, su última operación en el mercado. ¿Cuándo surge la idea de incorporar a este talentoso y cotizado futbolista?

—Una vez estructurado el bloque, nos dimos como margen las dos finales para tomar decisiones posteriores. Una de ellas fue obligada por la lesión de David Soria y la otra... Desde el primer momento buscamos un volante mixto. Pusimos sobre la mesa cuatro o cinco nombres y, de la mano del entrenador, concluimos que la opción más cercana a lo que él quería era Nasri. Ha sido difícil. Cuando estaba en el mercado y fuimos a por él, Guardiola decidió que se quedase y le hizo jugar incluso. No era ya una cuestión de dinero, sino de deseo. Y aquí hemos contado con el deseo y apoyo del jugador, así como con la capacidad de convicción de Sampaoli. Pedí permiso a Txiki Begiristain para que el míster hablara con él y fue una conversación muy buena porque el jugador se sintió querido. El domingo por la noche y el lunes, Nasri estaba más cerca de quedarse en el Manchester City que de venir.

—¿Ha notado ahí el peso específico de un entrenador como Sampaoli?

—Más que el peso, la capacidad de convicción. El jugador quiere estar donde le quieren. Que te lo diga el director deportivo es bueno, pero éste dos horas antes de los partidos está en su despacho. Las alineaciones las hace el entrenador. Y es difícil que un entrenador que moje tanto, porque al final o cumples... o se complica. Yo no estuve presente en esa conversación, pero sí sé lo que me dijo Jorge y lo que me dijo Samir de ella.

—Usted que ha sido portero y sabe lo que significa ser suplente. ¿No cree que será difícil gestionar la presencia en la plantilla de tres guardametas?

—No va a ser fácil, pero es labor de los entrenadores. Al final, les encanta tener... Si pudiesen, tendrían 60 jugadores en lugar de 25. La decisión de la llegada de Sirigu, porque la de traer a Ondoa estaba tomada... Dijimos que tendríamos dos porteros en el primer equipo y tres en el filial que nos podrían ayudar ante alguna falta. Pero todo cambia a raíz de la lesión de David Soria, no sólo en el campeonato. En el supuesto de no traer a nadie, en Champions no puede jugar José Antonio Caro, sólo Juan Soriano. Si se lesiona Sergio Rico, podría darse la circunstancia de tener que ir a Turín con Juan. Confiamos en él, pero es un chico del juvenil de primer año y en un proyecto de más de cien millones de euros... Son decisiones difíciles, en las que dudas, pero hay que tomarlas. Nos quedamos con tres y tres, sí. Yo soy como Unai con las botellas: la competencia eleva el nivel.

—Por último: ¿qué le parece a Sampaoli el trabajo de cantera?

—Por su trabajo en la selección de Chile, le da mucha importancia. Utiliza mucho a los equipos de cantera de sparring. Pero no a cualquier equipo. Utiliza a los jugadores importantes, a los que tienen mayor proyección de futuro, para ir conociéndolos y para que éstos vayan conociendo su forma de jugar. Es innovador en ese sentido.