Con el reloj descontando los días y las miras puestas en el 28 de marzo, fecha en la que concluye el respiro del preconcurso de acreedores para Abengoa, la ingeniería andaluza confía en que la próxima semana se allane el camino y aproximarse a «algo parecido» a un acuerdo con sus principales bancos acreedores agrupados en el G-7. Sobre todo, una vez que las entidades financieras tienen en sus manos los números de la multinacional, que plantea una reducción de la deuda actual (que roza los 9.000 millones), hasta situarla entre los 3.000 y 4.000 millones, y una necesidad de liquidez para mantenerse a flote este año que ronda los 700 millones, sin contar los 165 que requiere de forma inmediata.
El objetivo que se ha marcado pasa por alcanzar un acuerdo «que permita en cinco años recuperar el valor que la compañía tenía» antes de que se desatara su particular crisis. ¿Cómo sería eso posible? Tratando de retomar la cartera récord de proyectos con la que contaba, una vez que se disipen las actuales dudas, porque «el oficio y la tecnología siguen estando ahí».
Para ello, se requieren «sacrificios o renuncias» por parte de los acreedores, con la transformación de entre un 60 y 70 por ciento de la deuda en capital de la ingeniería, señalaron fuentes de la negociación, que consideran que solo existen dos opciones: «tener una Abengoa que valga 5.000 millones en 2020 o desguazarla por 700 millones» en el momento actual, que es el desenlace que vaticinan si prospera el concurso. Una medida que conllevaría un importante descuento en los créditos de los bancos, que mantienen contactos con un grupo de fondos de inversión para venderles su participación.
Aunque la banca y los bonistas suman entre ambos un 40 por ciento de la deuda total de la empresa y hace falta que al menos el 70 por cento de los acreedores se adhieran al acuerdo para evitar el concurso, se confía en que si se obtiene el apoyo de esos dos grupos, el resto –integrado por muchas entidades pero con menor peso específico y sin capacidad para negociar– se sumará al plan de viabilidad.
Además de la deuda y la liquidez para seguir funcionando, hay un tercer tema de discusión encima de la mesa. Las fuentes precisaron que se está debatiendo una «fórmula flexible» con la que compensar a los actuales accionistas de la compañía, entre los que se incluye la familia Benjumea, que se han visto «muy perjudicados» por el castigo a la acción, de manera que, una vez que el negocio remonte y los acreedores recuperen su parte, los socios puedan paliar en cierta medida las pérdidas sufridas en los últimos meses –los títulos de clase B cerraron ayer a 0,13 euros y los de tipo A a 0,41 euros, aunque llegaron cotizar a cuatro euros–.
Se trata de una medida que iría vinculada a la mejora de la actividad y que se plantea ante la reestructuración del accionariado, que implicará una sustanciosa dilución de la presencia de los antiguos socios hasta el entorno del 12 por ciento.
Plantilla y desinversiones
Abengoa ya presentó a la banca su plan de viabilidad industrial, centrado en el mantenimiento de las actividades de ingeniería y construcción industrial y con un programa de venta de activos no estratégicos valorado en 1.500 millones. En este sentido, la actividad de Abengoa en Sevilla no se verá afectada por estas desinversiones, ya que este pack solo incluye la antigua sede de la Buhaira, cuyo precio estimado sitúa entre 10 y 20 millones de euros. Aunque hay interés, la situación judicial está dificultando y retrasando cualquier decisión de compra.
Palmas Altas, por su parte, no está en venta, como tampoco lo está el centro de I+D de tecnología termosolar de Sanlúcar la Mayor –«sería como vender la caja de herramientas»–, mientras que las plantas comerciales que están en ese mismo complejo ya fueron adquiridas en 2014 por la filial estadounidense Abengoa Yield, ahora renombrada como Atlantica.
Uno de los temas más sensibles es el laboral. Fuentes próximas a la compañía insisten en que el ajuste en Sevilla está «casi todo hecho», y saldado con alrededor de 700 rescisiones de contratos temporales, «pero no más de eso». El ajuste fundamental, insisten, está fuera de España. Abengoa representa un 7 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) de la provincia de Sevilla y un 2 por ciento de la economía andaluza, indican fuentes cercanas a la ingeniería. En 2015, la facturación se reducirá a la mitad respecto al ejercicio precedente.
Y, sobre la situación de los proveedores estratégicos, con los que se tratará de alargar los plazos de pago, la deuda vencida asciende actualmente a unos 500 millones, lo que equivale a un 5 por ciento del total.