La sustitución de la patata nueva española por la francesa de importación ha supuesto la pérdida de más de 33.000 puestos de trabajo en los últimos 25 años, según los agricultores. Así que como acto de protesta el próximo día 12 repartirán en la Plaza del Altozano 2.000 kilos de patata nueva y harán una fritada para demostrar las carencias del tubérculo francés, conservado en cámaras.

Al cultivo de la patata nueva se dedican en la provincia de Sevilla 3.500 hectáreas, el 44 por ciento de la superficie total de patata nueva de Andalucía (8.000 hectáreas). El cultivo genera cerca de 70.000 jornales anuales en la provincia de Sevilla, según los datos de Asaja, que organiza este acto de protesta con Asociafruit con la colaboración de la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta y la financiación de la Diputación provincial de Sevilla.

La patata nueva es una patata fresca, con sabor, saludable, que se recolecta y se comercializa durante la temporada, sin pasar por ningún proceso de conservación y en cantidades suficientes para abastecer al mercado nacional y europeo. ¿Por qué entonces España importa el 70 por ciento de patatas de otros países, fundamentalmente de Francia?, se preguntan los agricultores.

«Y encima nos envían patatas que no son frescas como la nuestra, sino de conservación, mantenidas nueve meses a baja temperatura, con la consiguiente pérdida de frescura y de parte de sus propiedades, entre otras, de sus aptitudes para la fritura, principal uso culinario en nuestro país», denuncia Asaja.

El próximo martes, ASAJA-Sevilla y Asociafruit llevarán a cabo una fritada comparativa entre la patata nueva española y la patata francesa de importación, conservada en cámaras, para poner de manifiesto que las propiedades gastronómicas y culinarias de estas patatas son inferiores, ya que en el proceso de conservación la patata francesa ha convertido su almidón en azúcares, por lo que esta patata vieja cuando se fríe se ennegrece y se reblandece, empeorando su aspecto y su sabor, explican.

Según datos de la Consejería de Agricultura, en la provincia de Sevilla se cultivan unas 3.500 hectáreas de patata nueva, principalmente en las comarcas de La Vega, El Aljarafe y Las Marismas. También se cultivan patatas nuevas en las provincias de Cádiz, Huelva, Málaga y Córdoba, hasta completar las 8.000 hectáreas que se siembran en Andalucía.

En los últimos años el cultivo viene atravesando –al igual que en toda España– unas enormes dificultades, lo que está ocasionando una reducción muy significativa de la superficie sembrada. Se pasaron de las 257.000 hectáreas de cultivo registradas en España en 1992, a las 60.000 actuales, una reducción del 77 por ciento. En el caso de Andalucía, de 23.500 hectáreas cultivadas en 2004, apenas sí llegan hoy a las 8.000.

Este bajón de la producción tiene una consecuencia directa sobre el empleo generado. Así, esta caída de la superficie cultivada supone una pérdida, sólo en empleos directos, del equivalente a más de 33.000 puestos de trabajo fijos en los últimos 25 años, según Asaja.

Por este motivo, ASAJA-Sevilla, junto a Asociafruit, consideran necesario poner en valor el producto nacional, haciendo hincapié en el hecho de que se trata de un producto muy valorado por el mercado internacional, pero que tiene escasa penetración en el mercado nacional, en beneficio de la patata importada de conservación, más barata y con aspecto exterior artificialmente más bonito.