Lugares de culto para aquellas que llevan miles de kilómetros recorridos, los desguaces son esa parte de la automoción que se escapa al entendimiento de muchos noveles de la carretera. Lejos de ser aquellos espacios desbaratados que muchos tenemos en mente, el negocio hoy se rige por el control de residuos y la calidad.
Como apuntan desde la Asociación Andaluza de Desguaces, el objeto de estos centros es «la reutilización de piezas y la valorización de residuos». Si no, no son desguaces. Es más, no deberíamos mal denominarlos desguaces, pues ahora son Centros Autorizados de Tratamiento (CAT) de vehículos al final de su vida útil, como recoge el Real Decreto 20/2017, de 20 de enero.
En Andalucía hay más de 180 desguaces autorizados, de los que 42 se ubican en la provincia de Sevilla, siete de ellos en la capital. Uno de ellos es el Grupo David de Augusto, que cuenta con dos centros (uno en la carretera del aeropuerto San Pablo y otro en la carretera de Utrera), además de una sede en el Polígono Calonge donde distribuye las piezas, donde principalmente vende a través del canal online, explica su gerente, David de Augusto.
Y si no encuentra su pieza en su desguace de referencia, no se preocupe. Los centros integrantes de la Asociación Andaluza de Desguaces pueden solicitar la pieza en cuestión a cualquier otro asociado.
De media, un centro emplea en torno a diez personas, lo que se traduce que en Andalucía trabajan de forma directa en el sector 2.000 personas, a los que habría que sumar otros 6.000 empleos indirectos, según datos de la asociación.
Sin duda, son museos de la automoción. Entre las calles de sus instalaciones uno puede ver verdaderas joyas como una furgoneta T2 Volkswagen (famosa por su identificación hippie), como la que tiene De Augusto. De hecho, es precisamente esta labor la que permite que piezas que los fabricantes retiran de fabricación y stock se encuentren en los desguaces, «con la garantía de que son piezas originales y con materiales de primera calidad», explica Manuel Farré, del departamento técnico de la patronal.
Eso sí, por norma, los vehículos no podrán estar en las instalaciones más de dos años. Cambia la cosa si son singulares o con valor histórico, explica el director técnico de la asociación, Juan José Caro, ya que la ley permite en la actualidad recuperar estos ejemplares «si se demuestra que cumplen los requisitos para circular».
En 2015, los CAT andaluces reciclaron más 92.470 vehículos, de los cuales salieron 64,7 millones de kilos de chatarra y se valorizaron por encima de 2,1 millones de kilos de residuos peligrosos.
De cara al futuro, copado por los vehículos eléctricos, el sector no se muestra preocupado. Es más, los costes de gestión de residuos serán mucho menores, pues los coches «vendrán sin líquidos, sin aceite, sin combustible...». Sin embargo, la retirada de éstos es un pequeño lastre para el negocio, puesta los problemas de salida del mineral usado en el mercado no lo hace rentable.
La caída del precio del metal también ha provocado un descenso de la rentabilidad. Y es que la venta de metal procedente de China ha provocado una caída de hasta el 50 por ciento en el precio del metal.
Un viaje por el desguace. Antes de que el coche entre en las instalaciones, lo primero es comprobar en la base de datos de la DGT (conocida por ellos como Bateve) si tiene todo en regla en para poder dar de baja el vehículo. Los desguaces son los únicos centros capacitados para ello, como para el despiezado. Una práctica últimamente muy extendida, según denuncian desde la asociación, es el desguazado ilegal de vehículos de baja temporal por particulares y empresas sin autorización que luego se comercializan por internet.
Después de darlo de baja, lo primero es retirar todos los residuos peligrosos (aceite, líquidos, gases, combustibles) y retirar el motor. Luego, se revisa para hacer una relación de las partes aprovechables y se despiezan aquellas que tengan más salida comercial.