Líder en producción, en calidad, en industria (tecnología y marca), en exportación, en crecimiento y en salud (incluso es una tendencia culinaria). El aceite de oliva y la aceituna de mesa española, andaluza y sevillana son un referente mundial, por eso las mayores empresas del mundo son españolas. Sin embargo, el sector se enfrenta a muchos retos y problemas que quedaron de manifiesto en el II Foro Internacional del Aceite de Oliva y la Aceituna de Mesa celebrado en la Fundación Cajasol. La necesidad de vender fuera de España, el hándicap de la poca rentabilidad por la escasa mecanización y los altos costes, los efectos del TTIP, la atomización del sector (sobre todo de las cooperativas) o la variabilidad de los precios centraron un debate no exento de propuestas.
La jornada fue larga, pero sin duda la mesa redonda Nuevas estrategias de exportación o internacionalización en el sector del aceite de oliva fue de lo más destacable. Antonio Simoes, presidente de Sovena; Gonzalo Guillén, director general de Acesur; José Pont, presidente de Asoliva; Antonio J. Gallego, director general de Migasa, y Luis Torres-Morente, consejero delegado de Maeva, moderados por José Antonio Vázquez, delegado territorial del ICEX Andalucía, rompieron una lanza por seguir llevando el aceite de oliva a todos los rincones del mundo para poder compensar la falta de un mercado nacional potente.
Gonzalo Guillén (Acesur) destacó que en todo el mundo se produce más y se consume más, pero en España, Italia y Grecia (los mayores productores), en cambio, disminuyeron las ventas. «Hay que salir fuera. El mercado español está banalizado, no se reconoce el valor del producto, se vende a pérdidas, pack baratos, las marcas blancas acaparan una buena parte del mercado y la competencia se basa en el precio», criticó para añadir que el nacional es un mercado «de oportunidades porque no puede ir a peor».
Con la internacionalización se diversifican los riesgos, defendió el director general de Acesur, que saca un producto nuevo cada seis meses en todo el mundo. Y es que el mercado exterior es «más sofisticado, hay menor dependencia del mercado, es oportunidad y reconocimiento».
Pero todo no es oro fuera. José Pont (Asoliva) recordó que vivimos en un mundo global y que «lo que le pase a Italia nos afecta». Al país vecino le vendemos 500.000 toneladas de aceite al año, mientras que por primera vez en la historia España le gana en exportación, sobre todo, a los países emergentes. «Pero si dejan de comprarnos tendremos problemas y si plantan, también», añadió el que es, al mismo tiempo, consejero delegado de Borges. Pont incluso sostuvo que España vende el aceite de oliva un euro por debajo de los italianos porque estos ya tienen mercados muy consolidados «porque empezaron a hacer las cosas bien mucho antes». Y no dejó ahí sus advertencias. En el primer trimestre de 2016, dijo, caen las exportaciones por la inestabilidad de los precios.
Además, destacó que lanzarse al exterior también tiene sus riesgos. Ejemplos: el batacazo de los mercados de Brasil y Rusia. «Y vender a la cultura asiática aceite de oliva es un trabajo de chinos», ironizó tras compararlo con la dificultad de introducir en España la salsa de soja.
A su juicio, vender envasado es clave para crear mercado y futuro, pero Andalucía y España están también obligadas a vender a granel aunque este mercado sea más inestable, una opinión que compartió con otros participantes.
Incluso remarcó que no existe armonización en la legislación a nivel internacional. Así, «los fitosanitarios que usamos no están homologados en Estados Unidos», mencionó al detallar su lista de debilidades del sector, en la que también incluyó la proliferación de nuevos países productores (Australia, Estados Unidos, Chile y Argentina) y la falta de liderazgo del Consejo Oleícola Internacional en el que Estados Unidos, Australia y Brasil no están integrados.
Y hablando de Estados Unidos, los efectos del tratado de libre comercio entre este país y la Unión Europea también suscitó debate, aunque no quedó claro si es una oportunidad o una amenaza para el sector del aceite de oliva y la aceituna de mesa. Evidentemente, requeriría un capítulo aparte.
El propio viceconsejero de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta, Ricardo Domínguez, apuntó que hace falta debate sobre el TTIP, al mismo tiempo que dejó varias ideas en el foro: que la variabilidad del precio del aceite de oliva hace que el consumidor compre otro tipo de aceite, que hay que proteger la calidad, que la PAC ha supuesto competencia desleal y que la concentración, sobre todo de cooperativas, debe ser la cuarta revolución en el sector. «Y ya está tardando mucho. Llevo quince años en Sevilla y se sigue hablando de ello. Hay que insistir en la necesidad de una estructura más sólida y de más dimensión», defendió tras recordar que el valor de la exportación del aceite de oliva supera al de la aeronáutica y que el Plan de Desarrollo Rural incluye 300 millones de euros para ayudas al sector del aceite de oliva, más las de activos no productivos (lucha contra la erosión) y las de innovación.
En cuanto a este ámbito, la innovación, el más tajante fue Juan Vilar, vicepresidente ejecutivo de GEA Iberia, quien subrayó que más del 70 por ciento del olivar mundial no es rentable pese a que se consume cada diez segundos una tonelada de aceite de oliva y 1,2 de aceituna de mesa. En su opinión, hay un problema de coste por falta de mecanización. La solución, dijo, pasa por sumar «descategorización comercial» e innovación, lo que da como resultado la ventaja competitiva. ¿Qué quiere decir? Que hay que hacer que el producto sea distinto y se venda de forma distinta. Ejemplo: del caramelo al Chupa Chup. Olikids, aceite light, polvo de aceite, aceitunas con bajo sodio, la Sandia Densuke, el Buey de Kobe o el azafrán fueron algunos de los ejemplos que puso.
Y para debate, el de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) de la aceituna manzanilla de Sevilla y la Gordal de Sevilla o sevillana. El propio presidente de la Diputación de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos, lanzó en el foro una petición de consenso «en beneficio de toda la actividad productora de la provincia». De las 300.000 toneladas de aceituna de mesa que se recolecta en la provincia al año, el 70 por ciento son de estas variedades.