Casi dos décadas después, el dragado de profundización del tramo navegable del Guadalquivir vuelve al punto de partida. Tras 18 años, el Puerto de Sevilla suspende su proyecto ante lo que era más que evidente: la falta de consenso y el rechazo de administraciones, ecologistas, agricultores, municipios y organismos internacionales. Por fin, la Autoridad Portuaria propone «una nueva estrategia» y admite lo que desde hace años científicos y conservacionistas vienen diciendo, que «la mejora de las condiciones medioambientales del estuario debe ser el objetivo del Puerto, tanto como la mejora de la accesibilidad de la vía navegable». Así lo ha reconocido el presidente del Puerto, Manuel Gracia, en la rueda de prensa en la que anunció la muerte del proyecto de 1999.
«La sostenibilidad del estuario condiciona de manera decisiva la sostenibilidad de la actividad portuaria, lo que implica que la mejora de las condiciones medioambientales del estuario debe pasar a formar parte de los objetivos permanentes de la Autoridad Portuaria, tanto como la mejora de la accesibilidad de la vía navegable», incidió. Es decir, que se ha pasado de presentar un proyecto con medidas para mitigar su impacto en el estuario –en un pésimo estado– a estudiar cómo «compartir con el medio natural el objetivo de mejorar la navegabilidad».
Eso sí, Gracia ha recordado que el Puerto no es el responsable de la nefasta situación del estuario y que la mejora de la accesibilidad de la vía navegable es una «necesidad permanente». «No es un capricho», reiteró, porque el calado actual es un «factor limitante». Pero, ¿qué ha cambiado para que ahora la Autoridad Portuaria de un giro a su estrategia?
«Nosotros hemos cambiado. Gobierno y Junta han captado que ese proyecto en esas condiciones no es ejecutable», respondió Gracia tras indicar también que hubo un gran avance en el conocimiento del comportamiento del río.
Evidentemente, las razones para la suspensión del proyecto son muchas y vienen de muy lejos: el informe de la comisión científica de 2008 avisó de que no era viable hasta que no mejorasen las condiciones del estuario y abogó ya por un plan de gestión integral, el Tribunal Supremo tumbó la inclusión del dragado en el Plan Hidrológico, la Unesco amenazó con meter a Doñana en la lista de Patrimonio en Peligro, el proyecto del Puerto para proteger las márgenes de Doñana que requería la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) está sobre la mesa de la Junta desde hace más de dos años –el anterior lo rechazó– y, por último, el Estado le pidió a la Autoridad Portuaria sevillana que, ante su compromiso con la Unesco, no incluyese ninguna partida para el dragado en su plan de empresa. Fue la puntilla: no tiene financiación. «Esto implica que oficialmente se suspende el proyecto», resaltó Gracia.
Con todo, ¿está el dragado de profundización enterrado para siempre? Ni mucho menos. Aunque, como muy poco, necesitará entre cuatro o cinco años para resucitar.
Ésta es la nueva hoja de ruta: en primer lugar, el Puerto sufragará los estudios científicos hasta 2020 (inclusive) e invita a las instituciones a sumarse; en segundo lugar, elaborará un programa de optimización de la navegabilidad en la Eurovía del Guadalquivir que incluirá medidas en materia de infraestructuras, tecnologías y procesos, como la recuperación de calados en la dársena, la monitorización del estado del río y la operativa en doble marea, entre otras. En tercer lugar, el Puerto propone a la Junta y al Gobierno central un plan de gestión integral del estuario (ese que pidieron expertos y ecologistas en 2008) que se negocie con la Unión Europea porque es una vía de la Red Europea y porque afecta a Doñana. De hecho, el rechazo europeo al proyecto del dragado tras la queja ecologista hizo que el Ejecutivo central aclarase su postura. El pasado martes, la secretaria de Estado de Medio Ambiente afirmó que no había ninguna intención de ejecutar el proyecto porque no cumple la DIA.
Y, por último, el Puerto planteará un nuevo proyecto «desde el enfoque de Evaluación Ambiental Estratégica» contando con los informes científicos que ya elaboran las universidades de Sevilla, Huelva, Cádiz y Málaga y el CSIC sobre turbidez y salinidad, estado biológico del estuario, modelo hidrodinámico, estudios geológicos, análisis del comportamiento de las aves y seguimiento de los dragados de mantenimiento.
A partir de junio se conocerán las primeras conclusiones de estos estudios y «antes de que acabe el año estará listo el nuevo proyecto de mejora de la accesibilidad de la vía navegable», según Gracia, que defendió que la suspensión del proyecto no tendrá efectos económicos ni perjudicará a la Zona Franca. «No cambia las perspectivas económicas. Hay vida más allá del dragado», sentenció.
El presidente del Puerto también defendió que, aunque no se drague, la esclusa (que costó 163 millones de euros) ha supuesto «un beneficio innegable» porque amplió las dimensiones de los buques que pueden entrar (de 5.000 a hasta 30.000 toneladas, aunque por el calado sólo pueden transportar unas 15.000 toneladas) y porque la esclusa es el muro de defensa ante las inundaciones de Sevilla.