Ante la pregunta «¿en efectivo o con tarjeta?», el 51% de los españoles paga con tarjeta, mientras que el 39% dice que usa dinero en efectivo, según el informe de American Express. «Hoy, la tarjeta desbanca al dinero en metálico y las decisiones que se están tomando en varios países y bancos centrales nos llevan a pensar que, efectivamente, podría llegar a desaparecer», afirma Juan Carlos Gázquez-Abad, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). De hecho, el 59% de los españoles cree que el dinero en metálico acabará desapareciendo en un futuro no muy lejano.
El Banco Central Europeo ha comenzado a retirar de manera progresiva los billetes de 500 euros y el Banco de España, por su parte, el 27 de enero dejó de emitir este tipo de billetes. En 2016, países como la India retiraron los billetes de 500 y 1.000 rupias —que equivalen a 7 y 14 euros, respectivamente—, que suponían más del 85 % del dinero en circulación. Del mismo modo, algunos países escandinavos se están planteando seriamente acabar definitivamente con el papel moneda. «Una de las razones que explican esta tendencia de muchos gobiernos a eliminar ciertos billetes es, sin lugar a dudas, la capacidad de reducir así el fraude y la evasión fiscal», explica Gázquez-Abad.
En 1978, el Banco Bilbao emitió la primera tarjeta de crédito en España. Más de cuarenta años después, la tarjeta compite con el smartphone. «No solo el uso de la tarjeta como medio de pago está creciendo: también lo está haciendo a un ritmo muy importante el pago con el móvilmediante aplicaciones como Samsung Pay, Apple Pay o Google Pay, y otras desarrolladas por diferentes entidades bancarias», explica Gázquez-Abad.
Hoy, el volumen de los pagos realizados por medio del smartphone en España es de 1.700 millones de euros. «Las expectativas de crecimiento del pago mediante el móvil en nuestro país son muy altas, dado que es uno de los que cuenta con una ratio del número de dispositivos móviles por habitante más elevada de Europa», afirma Gázquez-Abad.
«Desde la perspectiva del consumidor, el pago con tarjeta o con medios móviles no solo permite realizar las compras en portales en línea, sino que, además, genera seguridad en el contexto físico al evitar los robos de dinero en metálico en tiendas o supermercados», explica Gázquez-Abad. La comodidad de no tener que llevar dinero encima, no tener límite de gasto (en el caso de las tarjetas de crédito) y la rapidez fidelizan su uso. En España, los pagos digitales, aquellos que se realizan mediante tarjeta o móvil, suponen un volumen de 37 millones de euros, según datos de Statista Pay Pal.
Los que más se han sumado a esta moda, según datos analizados por BBVA Data & Analytics, son los millennials, menores de 35 años, que ni quieren ni usan el dinero en metálico para pagar. Este segmento realiza el 80% de sus transacciones con tarjeta y las retiradas de dinero en efectivo suponen solo el 20% del total. De hecho, realizan el 44% menos de retiradas de efectivo que la media de la población española. En el otro lado, los mayores de 60 años retiran el 33,2 % más de dinero en cajeros que dicha media. Según datos del informe de American Express, los españoles llevan de media 35 euros en metálico, solo el 15 % suele llevar más de 50 euros y uno de cada tres lleva menos de 20 euros.
«Esta tendencia al pago con dinero digital se ha acentuado en las ciudades de mayor tamaño, como Madrid y Barcelona, y es de esperar que se incremente aún más en los próximos años, tanto territorial como generacionalmente», puntualiza Gázquez-Abad. De hecho, en las grandes urbes, como Vizcaya, Madrid, Barcelona y Valencia, el uso de la tarjeta se ha incrementado el 170 % entre 2015 y 2018; en la cola de las provincias con menor uso del dinero digital, están Asturias, Jaén y Melilla.
El estudio del BBVA pone de manifiesto que pagar con tarjeta en las grandes ciudades es un gesto cada vez más frecuente y más cotidiano, y se utiliza para importes cada vez más pequeños. Esta facilidad de pago puede afectar directamente al comportamiento del consumidor. «La tarjeta, la alta disponibilidad del dinero y la facilidad de pago contribuyen a aumentar el impulso en las compras del consumidor, sobretodo en determinados establecimientos», explica Gázquez-Abad, que añade que, por el contrario, «cuando el consumidor solo lleva efectivo para realizar sus compras, el nivel de “impulsividad” de estas es menor, porque sabe que solo puede gastar la cantidad que lleva encima, lo que incrementa la racionalidad en sus compras y reduce su nivel de gasto».
Las nuevas tecnologías, el crecimiento de la compra en línea y los hábitos de vida actuales llevan a un uso cada vez menor del dinero en efectivo para realizar las compras, y a un incremento de la utilización de las tarjetas de crédito/débito y del pago mediante el móvil. «Seguramente, estos factores provocarán un debate en los próximos años acerca de la necesidad de mantener el dinero en efectivo y la posibilidad de reducir al mínimo su uso. Esto sucederá, aunque es improbable que el dinero de curso legal desaparezca en su totalidad», concluye Gázquez-Abad