El mercado de los caldos que cotizan

Cuestión de gustos. El gusto por recopilar buenos vinos crece porque el coleccionismo ya no es sólo para ricos

18 nov 2016 / 21:48 h - Actualizado: 20 nov 2016 / 00:21 h.
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  • Subasta en la reconocida galería Sotheby’s. / El Correo
    Subasta en la reconocida galería Sotheby’s. / El Correo

Hay bastantes tipos de consumidores de vinos. Desde el tradicional que odia los tapones de rosca, el bag-in-box y los aireadores; los autóctonos, orgullosos de los caldos de su tierra; los analistas que parecen tener siempre los ojos cerrados y la nariz metida en la copa y, entre otros, los coleccionistas.

¿Cómo identificarlos? Son los que necesitan una vinoteca más grande de la que tienen, son buenos amigos porque casi siempre tienen una botella nueva que quieren compartir y son los que atraviesan fases de compra compulsiva. A veces acumulan más vino del que podrían beberse en su vida. Eso sí, no hay que confundirlos con los snobs, que pueden que no sepan mucho de vinos, pero lo que saben se lo restriegan por la cara al interlocutor. El coleccionista sabe de lo que tiene entre manos.

Enotecas o clubes de vinos suelen reunir a los amantes de los vinos más especiales, si bien en Sevilla no proliferan muchos, según André Salla, propietario de Flor de Sal. Este especialista asegura que el coleccionista suele recopilar vinos caros, de entre 1.000 y 2.000 euros, pero hay quien compila botellas sólo por el placer de tener buenos vinos y, por tanto, no aspira a hacerse rico ni pretende dejarse el sueldo en ello.

Para botón de muestra, Francisco Carranca, un joven de 34 años ingeniero informático y triatleta que en su casa puede tener entre 40 y 50 botellas de vino. «No es una colección muy grande porque yo consumo tintos y blancos y guardo los de Jerez, que por sus características aguantan más en el tiempo».

En su bodega hay caldos antiguos, jóvenes y hasta recién embotellados porque «es cuestión de gustos», pero destaca dos. Una de las estrellas de su colección es «un amontillado de Sanlúcar de los restos de una bodega que una mujer compró con entre 60 y 70 años». La bodega lo vende por más de 80 euros. Su otra joya se «una botella de Barbadillo VORS» , es decir, con un mínimo de 30 años según su etiqueta certificada por el Consejo Regulador. En el mercado puede alcanzar los 100 euros, si bien a él le costó «30 y pocos euros hace menos de dos años».

«Los vinos de Jerez están al alza en los últimos años en el mundo del coleccionismo y la restauración, aunque el consumo bajó muchísimo», explica Carranca tras señalar que su colección se basa en los generosos andaluces porque no requieren una bodega con control de temperatura o luz. Eso es cosa de los Vega Sicilia de los años 60 o 70 del siglo pasado, que cotizan a mucho más de 1.000 euros por botella.

Lo cierto es que la moda de almacenar un buen repertorio de vinos en casa se extiende y ya son muchas las webs que hacen las delicias de los cazadores de vinos, como www.vinosdecoleccion.org, www.vendervino.com o www.catawiki.es, donde se subastan botellas que pueden superar los 4.000 euros. Catawiki ha ofrecido cosechas de alta gama, tales como un 1975 Romanée-Conti Grand Cru y una botella de Rémy Martin Grande Champagne Cognac. Es una opción para quien quiera un vintage o lo tenga y quiera hacer negocio con él.

Vila Viniteca, una de las distribuidoras de vinos finos más importantes de Europa –fundada en 1932 en Barcelona y dirigida por la tercera generación– incluso ha creado recientemente el bautizado como El club de los locos y El sommelier en casa para todos aquellos apasionados del vino que desean piezas únicas y selecciones exclusivas.

Tan especiales como las que cotizan en Bolsa. Sí, porque hay un mercado como el Íbex para los vinos. Se llama Liv-ex y fue creado en Londres en 1999. Se compone de varios índices: liv-ex 50, 100, 200 y 500. El más utilizado es el 50, que recoge los precios de las botellas de 5 bodegas de Burdeos, con 10 diferentes añadas. El cálculo del índice es similar al del IPC. Trimestralmente se revisa (y modifica) las botellas que componen el índice, así como el peso de cada una de ellas.

Y se mueve mucho dinero: cinco billones de dólares al año, según los especialistas. Sólo en subastas las transacciones tienen un valor de 400 millones de dólares. Y el 40 por ciento de esta cifra proviene de Hong Kong. En China hace furor el vino tinto, ya que el color blanco es sinónimo de muerte.