Guerra por las ‘low cost’

Conflicto. Los tribunales tendrán que aclarar si las gasolineras sin personal son compatibles con el decreto que protege a los consumidores

15 ene 2017 / 08:20 h - Actualizado: 15 ene 2017 / 08:20 h.
"Economía","Empresas","Industria","Gasolineras","Un negocio en transición"
  • Estación de servicio de la marca Petroprix en el municipio sevillano de Gines. / Manuel Gómez
    Estación de servicio de la marca Petroprix en el municipio sevillano de Gines. / Manuel Gómez

¿Modelo de futuro o moda efímera sin base legal? ¿Competencia desleal o negocio legítimo? Las bautizadas como gasolineras fantasmas o desatendidas –aquellas en las que con unas mínimas instalaciones y sin personal se vende combustible a bajo precio todo el día– han puesto en pie de guerra a sindicatos y patronal del sector, que van de la mano a la hora de denunciar que estas instalaciones acabarán con 9.000 empleos en toda Andalucía, merman los derechos de los consumidores y ponen en peligro la seguridad de las personas.

Asociaciones de consumidores y organizaciones de personas con discapacidad también rechazan de plano la instalación de estas estaciones de servicio automatizadas que proliferan como setas por el gran tirón de sus bajos precios.

En Andalucía, con alrededor de 2.000 gasolineras, ya hay medio centenar con la etiqueta low cost sin personal durante todo el tiempo que están abiertas porque «si en toda Europa hay este tipo de gasolineras, ¿por qué no en España?». «La mitad de las estaciones de servicio de Dinamarca son automáticas», explicó a este periódico Manuel Cabello, gerente de Petroprix, una de las firmas de bajo coste que operan en Andalucía, cuando empezó su expansión sevillana.

La Federación de Asociaciones de Empresas de Estaciones de Servicio de Andalucía (Fedaes) incluso ha llevado el conflicto a los tribunales porque, según el decreto en materia de consumo 537/2004, «en el caso de habilitarse el sistema de autoservicio en el horario diurno, deberá haber en el establecimiento, al menos, una persona para atender la solicitud de suministro de combustible que pudiera formular algún cliente cuyas circunstancias personales le impidan o dificulten su realización». Es el artículo 7.7.

Pero según los empresarios de gasolineras desatendidas, dicho precepto sólo afecta a las autoservicio, no a las desatendidas, que son de reciente creación y que, por tanto, aún no han sido reguladas por la Junta, alegan. ¿Y qué normativa es esa?

Firmas como Ballenoil y Petroprix defienden que su negocio está avalado por la Ley 11/2013 de 26 de julio, de apoyo al emprendedor, el estímulo del crecimiento y la creación de empleo, que establece tres tipos de gasolineras: las atendidas, las autoservicio (la mayoría, donde el cliente se pone el combustible y un trabajador le cobra) y las desatendidas (donde no hay ningún empleado y se paga con tarjeta). Según los empresarios de estas nuevas gasolineras, la nueva normativa acabó con el «monopolio urbanístico» de las tradicionales, puesto que ya se pueden abrir en parcelas industriales y comerciales sin restricciones, y sus «agresivos precios» han mermado el negocio tradicional, «por eso nos denuncian y alegan una y otra vez en los ayuntamientos para ralentizar nuestras aperturas, pero no hay forma de pararnos porque nos ampara la ley estatal», defiende.

Según la patronal, sindicatos y otros colectivos afectados, en estas gasolineras no hay seguridad suficiente al estar desatendidas. Sin embargo, para el gerente de Petroprix, las low cost son «las únicas con sistemas automáticos de extinción de incendios». «Las tradicionales dependen de que el trabajador de la oficina se dé cuenta de que pasa algo».

Para los denunciantes, se atenta contra los derechos de los consumidores porque «no se atiende a personas, por ejemplo, con movilidad reducida, no hay hojas de reclamaciones, ni vasija de medición para comprobar que se reposta lo correcto y se puede echar gasolina con el motor encendido sin que nadie diga nada». Para los responsables de las desatendidas, «el señor con silla de rueda se va directamente a una estación de servicio con personal que le ayude, no viene aquí». «Consumo nos ha inspeccionada ya y no ha abierto ningún expediente, cumplimos todo», alegaron desde Petroprix.

En cuanto a la calidad del combustible, las de bajo precio sostienen que es el mismo que el de las gasolineras tradicionales, pero con menos margen de ganancias, de ahí que sean más baratas. Por otro lado, la patronal critica la pérdida de tejido productivo andaluz porque proliferan las franquicias.

Lo cierto es que Repsol y Cepsa, los dos principales operadores del mercado nacional, también tenían entre manos diferentes proyectos piloto bajo las marcas Campsa Express y Red Ahorro. Otras, sin embargo, resultan de la conversión de antiguas gasolineras tradicionales en las que los propietarios, ante las pérdidas de los últimos años, han decidido optar por dicho modelo.

Según datos del sector, el consumo de carburante ha caído entre un 20 y un 30 por ciento a nivel nacional, un 32,35 por ciento en Sevilla en los últimos años.