¿Hay vida para la aceituna negra después de Trump?

El aceite y mercados como el italiano o países árabes son las alternativas, pero los industriales no quieren perder la batalla

17 jun 2018 / 22:45 h - Actualizado: 18 jun 2018 / 18:51 h.
"Agricultura"
  • Una trabajadora de una entamadora revisa las rodajas de aceituna negra. / Jose J. Abaurre Llorente
    Una trabajadora de una entamadora revisa las rodajas de aceituna negra. / Jose J. Abaurre Llorente

La decisión del Gobierno de Donald Trump de recrudecer los aranceles a la aceituna negra que exporta España ha sido un mazazo para el sector. La medida, de confirmarse a finales de julio con el dictamen de la Comisión de Comercio Internacional (ITC), podría derivar incluso en la salida del sector español del mercado norteamericano, primer consumidor de este producto. No ha habido pizza o ensalada que se haya resistido a la calidad de la negra made in Spain. Tal ha sido el éxito de este producto, que las entamadoras españolas –la mayoría de ellas afincadas en la provincia de Sevilla– han realizado en los últimos años una fuerte inversión en innovación y desarrollo que se podría ir al traste por las medidas proteccionistas de Trump.

La pérdida de este mercado no sería el fin del sector, pero sí les obligaría a cambiar la estrategia en la que han trabajado en las últimas tres décadas. Una de las vías alternativas es la del molino, según el secretario general de Asemesa, Antonio de Mora. El grueso de la aceituna negra es hojiblanca, una variedad de doble aptitud –es decir, también es apta para aceite–. No ocurre igual con la manzanilla, la gordal o la cacereña, cuyo rendimiento graso es bajo y se destina principalmente a la mesa. Este desvío tendría un efecto directo en el empleo, ya que la aceituna que se destina al molino no precisa de tanta mano de obra.

También podría desequilibrar el mercado del oro líquido, que en los últimos meses goza de unos buenos precios, pese a que el stock no crecería en demasía, ya que sólo se aprovecha el 20 por ciento del rendimiento graso del fruto. Así, en base a los datos de la última campaña, en la que Andalucía produjo 255.460 toneladas de hojiblanca, algo más de 51.000 toneladas se convertirían en oro líquido.

La conquista de nuevos mercados es otro de los caminos. Eso sí, no será tarea fácil y así lo demuestran las tres décadas que ha costado cautivar al consumidor estadounidense. Uno de los primeros pasos a dar sería el de «intensificar las campañas de promoción en los principales mercados donde se consume aceituna negra», apunta el secretario general de Asemesa. Habla de mercados como el italiano (segundo comprador de aceituna española) o los países árabes donde la aceituna, al igual que ocurre en Estados Unidos, se usa para pizzas y ensaladas. En cambio, un destino como el asiático, de tanto interés y proyección para otros productos, es complicado de conquistar «porque no tiene cultura de consumo de aceituna de mesa», explica De Mora. No obstante, el sector no se define por su carácter derrotista, tal y como avalan los más de 120 mercados en los que opera actualmente.

A pesar de los nuevos destinos o mercados, industriales y agricultores no se dan por vencidos y la única alternativa que ahora entra en sus planes es la de «luchar hasta el final» para que se reconozca la legalidad en la que operan los aceituneros españoles en el mercado norteamericano. No se resignan a perder toda la inversión tecnológica –«incalculable, permanente y progresiva», según manifiesta De Mora– hecha hasta la fecha para adaptar el producto a las exquisitas demandas de los americanos. Y es que la negra no sólo se come entera, sino también en slices (rodajas) e incluso en forma de caviar, formatos punteros en cooperativas como Agro Sevilla, que han sido apartados del mercado tras el conflicto. Formatos que no tardarán en llegar a otras mercados porque, como señala, el presidente de Agro Sevilla, Gabriel Redondo, «los americanos son expertos en imponer sus gustos».

Precisamente la innovación es una de sus bazas para sobreponerse a este último varapalo. «La aceituna es muy versátil, permite muchos rellenos, preparaciones y formatos; además es un alimento muy sano y que todavía tiene muchas cualidades por descubrir», analiza el presidente de Agro Sevilla y responsable del sector en Cooperativas Agro Alimentarias, Gabriel Redondo. Sabe de lo que habla, pues su empresa ha sido pionera (gracias a una fuerte inversión) en la automatización de las bolsas, «un formato que ha tenido mucho éxito en Estados Unidos, pero también tiene cabida en otros mercados», señala el presidente de Agro Sevilla.

Tampoco toleran que productores como los de Marruecos, Egipto o Turquía se queden con el mercado que se han visto obligados a abandonar, como así demostraban las cifras de aduanas del primer trimestre del presente año, cuando estos tres países incrementaban sus exportaciones un 33, un 50 y un 82 por ciento, mientras España perdía un 42 por ciento de las ventas a Estados Unidos.

Y, mientras los norteamericano deciden si España es o no una amenaza real para sus productores, desde la provincia de Sevilla tienen claro que la apuesta por la eficiencia y la calidad sigue siendo el camino. En este sentido, Redondo apuesta por reforzar la parte industrial. «El 60 por ciento de la aceituna de mesa es industria», por lo que todavía hay un largo camino que recorrer. De ahí que su estrategia sea luchar «para crear demanda, no bajar los precios y no competir con virulencia entre empresas para mantener la aceituna de mesa española como un producto de calidad e inigualable». Solamente así «Andalucía y Sevilla seguirán liderando la producción», recalca el responsable de la aceituna de mesa en Cooperativas Agro Alimentarias.

Para los empresarios, detrás de las grandes cifras económicas como el volumen de las exportaciones perdidas o los millones vendidos al mercado americano reside un problema mucho mayor: las familias. «La aceituna de mesa es una producción que demanda mucha mano de obra y no se puede coger con medios mecánicos, pero ahora todo este empleo está en duda», apunta el director general de Cooperativas Agro-Alimentarias, Jaime Martínez-Conradi, quien reivindica que la eficiencia y los precios de la negra española «no vienen marcados por las ayudas europeas recibidas, sino por el esfuerzo de muchos agricultores para ser más competitivos».