La agricultura de precisión ahorra un 20% de costes en el trigo

Un proyecto de la Universidad de Sevilla, en el que han participado varios Grupos de Desarrollo Rural, aplica GPS, drones y mapas de prescripción a cultivos como la remolacha, el maíz y el trigo para mejorar su rendimiento

10 abr 2016 / 21:16 h - Actualizado: 11 abr 2016 / 09:21 h.
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  • Dos técnicos revisan la información facilitada por un dron para adecuar el sistema de riego de los cultivos en base a la temperatura del terreno, como han probado en parcelas de maíz. / El Correo
    Dos técnicos revisan la información facilitada por un dron para adecuar el sistema de riego de los cultivos en base a la temperatura del terreno, como han probado en parcelas de maíz. / El Correo

Los agricultores de Carmona gastan de media 46,5 euros por hectárea y campaña en la aplicación de abono nitrogenado. Un gasto que puede reducirse hasta los 37,2 euros por hectárea si los agricultores utilizaran técnicas de agricultura de precisión. Es decir, podrían reducir entre un 15 y un 20 por ciento el gasto por semillas, combustibles, fertilizandtes o herbicidas aplicando la tecnología GPS, drones, monitores o mapas de prescripción. Un ahorro que a nivel regional se traduciría en 1,8 millones de euros en las operaciones de abonado nitrogenado, según determina el proyecto Cooperación para la Implantación de Técnicas de Agricultura de Precisión (a partir de ahora CAPE), que ha llevado a cabo un equipo de investigación de la Universidad de Sevilla y que se ha puesto en marcha en los territorios de cinco Grupos de Desarrollo Rural (GDR) de la provincia de Sevilla. Empresas como Agrosap o Serfica también han colaborado en su puesta en marcha.

CAPE es el resultado de una década de investigación en torno a la agricultura de precisión que, gracias a la inversión de 42.600 euros financiados con fondos europeos, se ha conseguido aplicar en el campo, explica el profesor de Ingeniería Forestal de la Hispalense y responsable de este proyecto, Manuel Pérez-Ruiz. Aunque han participado los GDR de Aljarafe-Doñana, Serranía Suroeste, Gran Vega y Bajo Guadalquivir, ha sido el de Campiña-Los Alcores el encargado de coordinar el proyecto y las publicaciones que se han hecho sobre él, como el libro Introducción a la agricultura de precisión en el Valle del Guadalquivir.

Uno de los problemas que presenta el campo sevillano son los elevados costes de producción. Aunque los GDR han puesto varías líneas de subvención para modernizar instalaciones y maquinaría, experimentar con las herramientas de precisión propuestas por CAPE es «dar un paso más» en el ahorro de costes, siempre con la mirada puesta en el Horizonte 2020, sostiene el gerente de Campiña-Los Alcores, Juan José Saucedo. «Hace siete años hablar de GPS en un tractor era una locura y hoy viene de serie, pues de igual forma se pueden incluir mejoras en la cosechadora para tomar datos de la tierra conforme vaya segando y que al año siguiente no tenga que echar el abono de forma intensiva sino en las dosis apropiadas o elaborar mapas de rendimiento para saber en qué parte de la parcela no va a servir de nada sembrar», argumenta Saucedo.

Además de en campos de trigo, los beneficios de estas técnicas de precisión también se han hecho visibles en cultivos como el de la remolacha, donde la aplicación de sistemas de guiado automático en los tractores permite ahorrar hasta un litro de combustible por hectárea, explica Pérez-Ruiz. El sistema mencionado, que se basa en incorporar un GPS a la maquinaría, asume el control total del vehículo sin necesidad de que el agricultor intervenga en su conducción, por lo que puede prestar atención a otras tareas como la labranza, la siembra o el abonado. Es por ello, que esta herramienta también produce un ahorro de en torno a seis euros por hectárea en semilla, «al hacer la siembra de forma precisa y evitar hacer dos pasadas por el mismo sitio».

En el maíz los resultados han sido igual de satisfactorios. Según el reponsable de CAPE, el uso de drones con cámara térmica permite programar los riegos en base a la temperatura del suelo. No obstante, el profesor Pérez-Ruiz sostiene que según los cultivos y el tipo de suelo el margen de beneficio por aplicar herramientas de agricultura de precisión es mayor o menor. Así, «en cultivos como el olivar y el trigo el margen de beneficio es menor, pero el ahorro que se produce es sin duda importante», apunta.

El interés económico del agricultor no es el único que está en juego. Los promotores del proyecto insisten en que la aplicación de técnicas de precisión también reportan beneficio al medio ambiente. Uno de los problemas derivados de la actividad agraria es la elevada nitrificación de los acuíferos, que en parte es a causa de las dosis de fertilizantes nitrogenados que se emplean, superiores a las necesidades de los cultivos.

Los buenos resultados ofrecidos por la Cooperación para la Implantación de Técnicas de Agricultura de Precisión ha hecho que cooperativas y redes empresariales se interesen por el proyecto con la intención de importarlo a otras zonas del territorio español. Además, los promotores están a la espera de que la Asociación Europea de la Innovación publique la convocatoria de ayudas para poder exportar el proyecto CAPE a otros países europeos y recorrer todos juntos el camino hacia el Horizonte 2020, sostiene el gerente del GDR Campiña-Los Alcores, Juan José Saucedo.

El equipo de investigadores de la Universidad de Sevilla, liderado por Manuel Pérez-Ruiz, también está trabajando en un proyecto de agricultura de precisión aplicado a los cultivos leñosos. Bautizado como Varos (Variable Rate Operation for Orchards), este proyecto de carácter europeo está liderado por la spinf-off de la Universidad de Sevilla Soluciones Agrícolas de Precisión (Agrosap). La parte española del proyecto, donde también colaboran investigadores griegos y trucos, entre otros, usará drones en parcelas de olivares y cítricos para regar el terreno con mayor precisión.