El éxito de los alquileres turísticos y el ‘boom’ en los precios han dejado la oferta de alquiler residencial bajo mínimos, según el portavoz de la agrupación de inmobiliarias. En el centro de Sevilla los precios han llegado a duplicarse

26 sep 2017 / 07:34 h - Actualizado: 26 sep 2017 / 07:34 h.
"Vivienda","Alquileres. Menos pisos y más caros"

—Hay expertos que hablan de un boom en el mercado del alquiler similar al que se vivió con la burbuja inmobiliaria. ¿Es cierto?

—El boom del alquiler existe desde que en 2007 estalló la burbuja inmobiliaria y la banca dejó de dar préstamos para comprar. Entonces la opción era alquilar, pero ahora al boom del alquiler residencial se añade ahora el turístico, es decir personas que buscan viviendas en zonas céntricas, como casco histórico, el barrio de San Bernardo, Nervión o la parte noble de Triana para visitar la ciudad. Significa que los propietarios de pisos que normalmente alquilaban para larga duración lo han reconvertido para alquileres turísticos porque da más rentabilidad. No es lo mismo una vivienda por la que al mes recibe 800 euros, que adaptarla y alquilarla por días o semanas; la rentabilidad se duplica. Por lo que ahora hay menos vivienda de alquiler para larga duración, lo que provoca que el precio vaya subiendo. Esta tendencia va aumentando por días y está generando una pequeña burbuja que provoca que la oferta de pisos para alquiler de largo plazo (en el centro) sea casi inexistente. Y no sólo pasa en Sevilla, también lo están viviendo en Madrid y Barcelona. En Sevilla hay que irse a la periferia, la Macarena, Sevilla Este, donde sí hay algo más de oferta de alquiler.

—Pero el mantenimiento de un piso de alquiler turístico es menos rentable que uno de larga duración, ¿no?

—El ingreso se puede duplicar, pero luego hay una serie de gastos añadidos como la limpieza, el check in y el check out, el mantenimiento de bombillas, electrodomésticos, o los servicios de toallas y sábanas, que restan, pero aun así sigue siendo mayor la rentabilidad de alquilar para fines turísticos.

—¿Y de cara a Hacienda?

—No todo el mundo declara los ingresos por alquiler turístico porque el visitante no pide factura, recibo como mucho. Si es una empresa la que gestiona el alquiler, sí es todo más serio, pero si lo hace un particular directamente hay una pequeña economía sumergida, pero la administración está detrás de este tema. La próxima regulación que haya en este sentido va a incluir cierta obligación para declarar estos ingresos que hoy por hoy no se están declarando todos.

—¿Existe esa misma picaresca en el alquiler residencial?

—No queda mucha pero siempre se puede mejorar. El particular, por lo general, no está declarando esos ingresos y los mecanismos de control de la Junta son mejorables. Hoy en día me atrevería a decir que solo los propietarios declaran el alquiler cuando el inquilino lo hace. Existe ese pequeño vacío de falta de declaración de ingresos. No obstante, se va reduciendo paulatinamente porque la gente se siente más controlada con el cruce de datos entre administraciones.

—¿Qué zonas de la capital son más caras para alquilar?

—Hay tres barrios por excelencia que son los más golosos: centro y casco histórico, Triana y la zona más cercana al río y San Bernardo y Nervión. Son las zonas donde la gente considera que hay más calidad de vida, ocio y negocio y evidentemente es donde más demanda hay y también lo más caro. Luego te puedes ir a zonas más secundarias como puede ser la Macarena o Sevilla Este, Montequinto, el Aljarafe, donde los precios son más económicos.

—Pero en el área metropolitana también se están dando esos picos en los precios...

—Es un efecto cadena. Como no se puede alquilar para larga duración en Sevilla capital, en estas zonas los precios también suben. Como todo el mundo acude a ese segundo radio, la oferta empieza a disminuir y los precios, a subir. Es la ley de la oferta y la demanda. Todo viene rodado desde ese boom del alquiler del año 2007 y ahora con el añadido turístico la gente a la que le gustaba vivir en el centro se dirige a la periferia.

—¿Cuánto han repuntado de media los precios?

—El alquiler en la zona más noble de Sevilla –Triana, Centro y Nervión– casi ha duplicado el precio desde el 2008 para acá. En la periferia no ha llegado a duplicarse, pero sí ha subido un 50 por ciento.

—¿Hoy qué es más rentable: alquilar o comprar?

—Es más rentable comprar que alquilar. Estando de alquiler regalas 600 u 800 euros todos los meses, de la otra forma lo estás invirtiendo en tu vivienda. Los precios han tocado fondo, y están empezando a subir. Es decir, lo que hoy compras en 100 el año que viene vale 105 o 110; de ninguna manera se le pierde dinero a la vivienda. Estamos en el extremo opuesto al 2007, cuando surgió la burbuja inmobiliaria, ahí estábamos arriba del todo y la gente que había comprado empezó a perder dinero. Ahora es el efecto contrario, es el momento de comprar; los precios están abajo del todo, nunca le vas a perder dinero a lo que compres. A parte, los 800 euros que estás regalando a un propietario con el alquiler tú lo estás invirtiendo en tu hipoteca.

—¿El ciudadano va a volver a comprar vivienda?

—Vamos a volver a comprar, si bien no como antes. La generación de los millennials ha absorbido la cultura del alquiler ante la falta de concesión de hipotecas y de poder comprar. Algo va a cambiar pero nunca como la mentalidad europea. Somos muy tradicionales, el ladrillo es el ladrillo y la gente volverá a comprar. Vuelve a haber competencia en la banca, volverán a dar facilidades y ya se está notando. Los comités de riesgo ya no son tan exigentes. Abrirá el mercado a la compraventa de nuevo. También influye que el mercado laboral parece que está viendo la luz. La gente sabe que ahora es el momento de comprar. Hoy el que compra no pierde dinero, luego lo pondrá vender a mayor precio.

—¿No hay reticencia entre los consumidores?

—El consumidor nos muestra sus preocupaciones, pero antes la gente contrataba cualquier cosa y ahora es más exigente, tiene mucho conocimiento técnico. Además, la banca ha aprendido de los errores del pasado.