«La política conservadora nos ha llevado a ser una eterna pyme con 90 años de vida»
Conocerá a Gómez Maqueda porque su abuelo o su padre compraba allí el material eléctrico, pero quizás no sepa que su fuerte es el servicio industrial y que ha ayudado a grandes multinacionales como Cepsa y Delphi a instalarse en China y Rumanía
¿A cuándo se remonta la historia de Gómez Maqueda?
—En 1926 un industrial sevillano ve una oportunidad en la electrificación de la industria porque tenía buenas relaciones y hacía diez años que se había empezado a poner alumbrado público en Sevilla. No tuvo hijos pero sí dos sobrinos, Juan y Manuel Urbano, los dos socios actuales, que no habían estudiado apenas y que entraron a trabajar en los años 40.
—Ya se ha dado el salto a la siguiente generación...
—Desde hace diez años se ha dado un relevo progresivo en el que el consejo de administración está formado por los cinco primos. Entre otras cosas, lo que han hecho ha sido profesionalizar la gestión y una transición en la que cada uno reconoce sus capacidades y sus limitaciones.
—¿Cómo ha evolucionado la actividad en estas décadas?
—Empezó como suministro de material eléctrico pero siempre muy volcado en lo industrial, donde los clientes son Renault, Persán, Heineken, Cepsa... Suministramos material común pero hacemos mucho suministro de automatización industrial como sensores, fotocélulas, variadores, motores, todo el material de mantenimiento de la industria, todos los elementos electromecánicos que hace que una línea de producción pueda funcionar. Eso, unido a una política financiera relativamente conservadora, ha hecho que nunca se hayan dado grandes pelotazos como con el boom inmobiliario. Conservadora en un sentido positivo. Todo lo que se ha ganado lo han ido reinvirtiendo en la propia empresa o en naves.
—¿Cómo se ha sobrellevado la crisis?
—Manteniendo la línea de clientes industriales y siendo muy cauto. Por ejemplo, no se le vendía a Abengoa desde que dijo que quería pagar a 180 días. Ahora que está en esta situación a nosotros no nos ha afectado. ¿Qué pasa? Que una empresa que tiene cien años y que debería vender cien millones de euros vende diez millones, sigue siendo una pyme eterna. Desde que la siguiente generación cogió el relevo sí que hemos dado pasos para hacer cosas de diferente manera.
—¿En qué sentido?
—Además del cuidado con los impagados, reinventándonos. Este mundo se ha concentrado mucho. Hay grandes multinacionales que han venido a España y han ido comprando la distribución de materia eléctrico. Este negocio era muy provincial, de hecho nosotros tenemos una empresa aquí y otra en Cádiz porque en el grupo de central de compras no había ninguna. Se llama Alesur, Almacenes Eléctricos del Sur, que es como nosotros, cada una factura cinco millones.
—¿Cómo se compite con las multinacionales?
—Dando muchos servicios. No solo comprando, estocando y vendiendo, sino intentando aportar muchos servicios en ingeniería, tenemos un taller en el que hacemos cuadros eléctricos y empezamos a manejar un concepto que no existía en esta industria: contrato marco. Por ejemplo, a Cepsa, Repsol o Delphi les planteamos un contrato a cuatro años y nos comprometemos a un precio fijo, a un nivel de servicio y a ayudarles a hacer mejora continua. Tenemos gente en sus fábricas viendo cómo mejorar procesos, qué material va a entrar en obsolescencia, cambiar esa ingeniería... Aportando mucho valor hemos encontrado un nicho en el que los fabricantes nos respetan.
—¿Algún caso de éxito que destaque en esta fórmula?
—Teníamos la empresa en Jerez y Delphi era uno de los principales clientes. Cuando cierra Cádiz para irse a San Cugat querían mantener la relación con nosotros. Nos fuimos a San Cugat y hemos estado hasta ahora que han cerrado dándole servicio en toda España. A raíz de ahí, nos dijeron que querían replicar ese modelo en todo el mundo pero nosotros somos una pyme pequeña. Ahora mismo somos el proveedor de referencia de Delphi en toda Europa. Tenemos una sociedad en Rumanía, donde está su gran fábrica.
—¿Ha sido el primer contacto en el mercado exterior?
—Empezamos en 2007-2008 haciendo suministros para refinerías de Cepsa en Perú, Bolivia, etc. Cepsa iba a montar una fábrica en China y nos ofreció contratar toda nuestra parte si nos ocupamos de todo. Constituimos una sociedad allí que seguimos teniendo para ese proyecto de cuatro millones. Era la construcción de una fábrica desde cero. Desde el cable, bandejas especiales para procesos químicos, cuadros eléctricos, iluminación y todos los elementos del proceso industrial: detectores, sensores y electrónica industrial. No hacemos una internacionalización de vámonos a no sé dónde, sino que acompañamos a nuestros clientes e intentamos aprovechar que estamos allí para hacer más negocios. En China se está haciendo negocio con otras empresas europeas y en Rumanía se va a ampliar a otras empresas de automoción. Un crecimiento razonable y controlado, pero dando pasos sólidos de la mano de grandes multinacionales.
—¿Números?
—Somos 50 trabajadores entre las dos sociedades, diez millones de facturación y 10.000 artículos estocados, aunque trabajamos con unos 35.000.
—¿Estrategia de futuro?
—Los millenials van a comprar por internet, así todo el asesoramiento básico que hacíamos va a estar en internet. Tenemos que aportar valor. El cliente va a estar en grandes industrias que externalicen la gestión de su mantenimiento eléctrico.