Las ventas de Siderúrgica se resienten por la menor producción y los precios

La empresa radicada en Alcalá factura 280 millones en 2015, un 12,5% menos, y pierde 4,1 millones

16 jul 2016 / 23:05 h - Actualizado: 16 jul 2016 / 23:57 h.
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  • Ignacio Carrillo de Albornoz, consejero delegado de Siderúrgica Sevillana responsable del departamento comercial, en la planta. / José Luis Montero
    Ignacio Carrillo de Albornoz, consejero delegado de Siderúrgica Sevillana responsable del departamento comercial, en la planta. / José Luis Montero

Siderúrgica Sevillana se ha habituado en estos años de crisis a resistir «en un entorno hostil». Propiedad del grupo italiano Riva, la actividad de esta empresa radicada en Alcalá de Guadaíra y especializada en la transformación de chatarra en barras de acero corrugado se ha visto muy afectada por el parón de la construcción y de la obra pública en los últimos años, si bien en 2015 se han sumado nuevos obstáculos.

«España llegó a consumir en la mejor época 6,5 millones de toneladas, hoy consume escasamente un millón de barras de acero corrugado. Un consumo normal debería estar en torno a los 3 millones», explica Ignacio Carrillo de Albornoz, consejero delegado de la firma.

A la parálisis del mercado nacional, se agrega la dificultad de los mercados internacionales, en los que se ha volcado la firma desde 2009, y que están condicionados por una competencia «brutal», un gran exceso de producción tanto en España como en Europa –«producimos el doble del consumo actual»–, y la distorsión que está generando China con el excedente de su consumo interno que destina a la exportación, lo que ha provocado precios muy bajos. Tanto, que el nivel alcanzado por la chatarra a finales del año pasado ha sido el menor que se recuerda en los últimos cinco o seis años.

Esta circunstancia de malos precios impactó de lleno en las cuentas de Siderúrgica en 2015, ejercicio que cerró con una cifra de negocio de 280 millones de euros, una facturación un 12,5 por ciento inferior respecto a los 320 millones cosechados en 2014. En este balance también influyó el recorte de la capacidad productiva en torno al 14 por ciento, hasta las 600.000 toneladas. ¿Resultado? Unos números rojos de 4,1 millones, eso sí, pérdidas más contenidas que las registradas en 2014, cuando se elevaron hasta los 6,8 millones.

«2015 ha sido un año malo pero mejor que el anterior», resume Ignacio Carrillo de Albornoz, que ha cumplido su primer año en la responsabilidad de consejero delegado que comparte con el italiano Angelo Ippoliti, aunque atesora 43 años de experiencia en la empresa. En junio del año pasado tomaron el testigo de manos de Mauro Pozzi tras su jubilación.

En esa política de supervivencia, la acería sevillana ha optado por adecuar la producción a la demanda del mercado. «Este año hemos bajado producción en torno al 10 por ciento y para 2016 también. No podemos producir lo que sabemos que no vamos a vender de manera rentable». En su opinión, esta medida tendrá que generalizarse porque la capacidad de producción instalada corresponde a los años de bonanza «y eso no va a volver, al menos en los próximos 30 años».

A las dificultades ya mencionadas, con China como uno de los agentes distorsionadores inundando de producto a precio con el que no se puede competir, se suma el fenómeno del proteccionismo en países como Marruecos o Argelia, dos de los principales destinos de la exportación de Siderúrgica. «En Marruecos nos han puesto una cláusula de salvaguarda de 50 euros por tonelada que hace prácticamente inviable poder ofertar, mientras que en Argelia han instalado un sistema de control de licencias de importación, con lo que han reducido muchísimo las importaciones». Tratan de blindarse así del impacto negativo sobre sus cuentas de la bajada del precio del petróleo y otras energías como el gas, lo que ha derivado, además, en una paralización de inversiones.

Los precios de la materia prima y el «altísimo» coste de la energía –el segundo o más elevado de Europa– que supone alrededor del 25 por ciento del coste de producción de la siderúrgica, son más trabas que no ayudan.

«No se le ve el fin» a esta crisis, resume. Europa sigue en crecimientos muy bajos y la falta de gobierno en España implica que no se mueva nada en obra pública y que la incertidumbre paralice a los inversores privados, agrega.

A pesar de los reveses, Siderúrgica mantiene la plantilla (340) y «es una fábrica de futuro». De ahí los casi cinco millones que se destinarán este año a modernización tecnológica, mejoras medioambientales y en materia de seguridad.

Negociación con navieras para llegar al África negra

Los perfiles comerciales se han convertido en una de las claves de supervivencia. Siderúrgica ha optado por reducir la producción de corrugado (para construcción) y aumentar un 20 por ciento un producto de valor añadido, que se destina a la fabricación de maquinaria para la pequeña industria y cerrajería, y que se vende a mejor precio porque existe menor competencia. Ahora representa el 40 por ciento del volumen total fabricado.

Pero los encargos de perfiles son más pequeños, lo que genera a la empresa un «problema de logística». El Puerto no tiene líneas regulares con los países del Golfo de Guinea a los que podríamos exportar los perfiles. «Tenemos muchas consultas del África negra de pedidos pequeños que no somos capaces de atender porque no podemos mandarlos». El contenedor, además de caro, no sirve por la longitud de las barras, explica. Por esa razón, «estamos en conversaciones con algunos armadores para conseguir que barcos que vengan del norte de Europa o del Mediterráneo paren en Algeciras a tomar la carga y sigan adelante. Estamos en ello, pero es un servicio muy caro», explica Ignacio Carrillo de Albornoz.

Con casi un millón de toneladas al año, Siderúrgica es el primer cliente del Puerto, y a pesar de las demandas, sigue sin haber visos de dragado. «Seguimos teniendo limitaciones de un máximo de entre 5.000 y 6.000 toneladas por barco», precisa. «Cada vez que traemos barcos de Canadá, EEUU o Rusia tenemos que ir a Huelva descargar un poco y entrar en Sevilla o pagar un falso flete». Se trata de otra traba más.