Son jóvenes sevillanos, tienen entre 15 y 22 años, méritos académicos y sienten que no se les da la suficiente voz para ser escuchados. Conforman una generación con talento, en proceso continuo de formación y con inquietudes, pero comparten que el sistema, sobre todo en el acceso al mercado laboral, se diseña al margen de sus necesidades y les cierra las puertas a esa primera oportunidad. Para tender un puente que suele ser siempre unidireccional, la asociación Iniciativa Sevilla Abierta (ISA) les ha dado la palabra para que, desde su perspectiva y experiencia, aporten ideas para impulsar otro mundo empezando por otra Sevilla más avanzada, capaz de desarrollarse en un mundo global.
«Si alguien me pregunta qué espera un estudiante de Diseño Industrial cuando termina el grado en Sevilla, la respuesta es simple: hacer las maletas y marcharse. Las ganas, la creatividad, la iniciativa de los estudiantes pueden ser revolucionarias, pero en una sociedad y en un lugar en el que se les valore». Cristina Durán, 19 años, reflexiona en voz alta mientras explica la iniciativa que han montado los alumnos para acercar el mundo laboral al universitario de una forma práctica, a través de la asociación Aedi. No es la única que ve el futuro fuera. Ana Belén Árbol, 19, valora salir al extranjero como un proceso de enriquecimiento profesional y personal, pero reivindica que «merece la pena volver a la ciudad que ha invertido en nuestra educación, siempre que eso se nos permita». Así, reclama una «oportunidad para los jóvenes, que tienen muchas ganas» y enfatiza que hay mucho más talento joven del que se piensa.
«2015 y tenemos una elevada tasa de paro juvenil porque se obstinan en cerrar la puerta a la generación mejor preparada». Raquel Aguilar (19) ve el futuro apostando por proyectos de I+D y con financiación de créditos ICO al 0 por ciento, entre otras medidas.
«Un 20 por ciento de los alumnos de la universidad abandona antes de terminar», algo que Álvaro Zarzoso, 19 años, achaca a la falta de un plan de orientación laboral en los centros docentes que evite frustraciones posteriores o que ponga el foco en las capacidades individuales. Así, propone «realizar prácticas o voluntariado durante el Bachillerato para tener un contacto directo con el mercado laboral». En esta línea abunda Jorge Cortés (20 años), que se detiene en las barreras que la inexperiencia levanta entre jóvenes y empresas. Para paliarlo insta a aumentar la formación práctica, las plazas de FP y el voluntariado en asociaciones «que ayude a formarnos».
Una inquietud compartida es cómo poner coto a ese gap. Los estudiantes de Ingeniería Aeroespacial cuentan con Euroavia –con 37 grupos en 18 países– que persigue fortalecer la conexión alumno-industria e impulsar el intercambio cultural. José María Lassaletta (21 años) destaca que el de Sevilla es el más numeroso en socios, con 240, y el más activo en iniciativas con visitas a la FAL del A400M, El Copero o al Eurofighter en Morón.
Mientras María Inmaculada Pérez (19) recrimina la escasa inversión en investigación, «base del progreso», y apostilla que su prima periodista trabaja en una fábrica de zapatos en el Reino Unido –«lo que deprime»–, Nayara Sánchez (19) reclama profesores especializados en la materia que impartan y Guillermo Ramírez (22) apuesta por el sector cultural, más ahora que «nos encaminamos a un mundo de imágenes» en el que los titulados en Bellas Artes están llamados a jugar un papel protagonista.
Con estas ideas, ISA puso punto y final al ciclo que durante ocho lunes ha tenido como leitmotiv el reto de crear empleo.