¿A qué se dedica Presmar?

—A la formulación y envasado de fitosanitarios, biocidas, fertilizantes y fitorreguladores para otras empresas. No tenemos marca en el mercado ni vendemos al consumidor final. Mantenemos el principio de no competir con nuestros propios clientes. Somos muy conocidos en el sector pero fuera nadie nos conoce, ni tiene por qué conocernos. Somos totalmente asépticos, no competimos con nadie. Además establecemos contratos de confidencialidad para mantener la privacidad de nuestros clientes.

—¿Cuándo se crea la empresa y cómo ha evolucionado’?

— Trabajando con una beca en Explosivos Río Tinto, en 1981, aparecieron productos muy interesantes. La empresa me pidió mayor cantidad para pruebas a nivel industrial, de los que hice 1.000 litros. Los resultados fueron espectaculares y fueron aumentando los pedidos, principalmente fertilizantes y abonos especiales de liberación lenta. Con un bidón y un motor empecé a fabricar las cantidades que me pidieron en las propias instalaciones y luego en una cochera en Villaverde. El resultado fue espectacular, y unos 7 años después construimos la primera nave del complejo actual. Aparecieron otros productos como insecticidas, herbicidas y fungicidas de formulaciones complejas. Estuvimos unos años con los fitosanitarios y ese fue el desarrollo de la primera parte de la empresa, fabricación y envasado de lo que producíamos. Posteriormente ampliamos envasando lo que se hacía fuera. El producto viene elaborado o semi elaborado y nosotros lo concluimos y lo envasamos.

—¿Es una empresa familiar?

— Sí. Estoy dando el relevo a mi hija María Victoria y a su marido Jesús Díaz. Le damos mucha importancia a la conciliación familiar, por eso los empleados valoran cada año el horario, y siempre se mantiene la jornada intensiva en horario de mañana. Un 30 por ciento de la plantilla además son mujeres.

—¿Qué dimensiones tiene?

—Tenemos seis naves sectorizadas para la producción, que cumplen los protocolos para evitar la contaminación cruzada, con unos 12.000 metros cuadrados, además de oficinas y laboratorios. Contamos con una plantilla de 30 trabajadores fijos. Nos ubicamos en el polígono Vicmarest, de nuestra propiedad, de 45.000 metros cuadrados.

—¿Cómo formulan su productos?

— El cliente ofrece sus combinaciones, nosotros hacemos un estudio y le ofrecemos la nuestra particular y se define una formulación personalizada para ese cliente en exclusiva. Del mismo modo se ajustan según el lugar de comercialización, por las normativas de cada país, o por las condiciones atmosféricas y de aplicación. Ese conocimiento es lo que vendemos. Tenemos laboratorios y campos de ensayo para la preparación del producto, por lo que podemos comprobar posibles mejoras. Pero no tenemos registros de nuestras fórmulas, exigimos que las empresas tengan registrados los productos que encargan. El tercero es el que tiene que cumplir todos los registros.

—¿Qué producción y facturación anual tienen?

— Se producen en torno a los 3 millones de litros, lo que supone una facturación de unos 3 millones de euros.

—Por los acuerdos de confidencialidad no pueden hablar de sus clientes, pero ¿dónde se localizan?

— Son en torno a 70 empresas, aproximadamente al 50 por ciento en el mercado nacional e internacional. Las tres primeras multinacionales del sector trabajan con nosotros, además de muchas otras, e igualmente en el mercado nacional.

—¿Cómo influye su producción al medio ambiente?

—Antes los productos eran de amplio espectro y acababan con todo. Actualmente se han afinado mucho para su objetivo, tienen componentes para conseguir un efecto diana y no cortar la cadena trófica. Se nos conoce como la farmacia del campo. Controlamos el producto, su acción en la naturaleza y en el hombre. Tenemos además el compromiso de vertido cero. La idea de que somos una fábrica de veneno se fue perdiendo, y contamos con el reconocimiento de las asociaciones ecologistas. Nuestras mejoras y las de nuestros productos siempre tienden al mayor cuidado del medioambiente.

—¿Qué planes de futuro tiene la empresa?

—Reinvertimos los beneficios en mejoras, como el proyecto de autoabastecimiento que hemos puesto en marcha para conseguir la total autonomía energética. Tiene un horizonte de 20 años pero previsiblemente se alcanzará antes.

—¿Y de expansión?

—Con la nueva gerencia abrimos el mercado a productos antiparasitarios y biocidas. Además de la agricultura hemos ampliado al ganado estabulado. Hemos abierto también una línea para el envasado de sólidos en bolsas de distinto formato. Desarrollamos igualmente productos para la agricultura ecológica.

—¿Cuál es el sello de distinción?

—La respuesta rápida y eficaz –nunca más de 15 días–, la confidencialidad de los clientes y la adaptabilidad a sus requerimientos, tanto personalizando las fórmulas como cumpliendo sus protocolos de producción. Mantenemos el principio de compliance, evitamos cualquier tipo de tratos de favor.