Decía Hipócrates, allá por el siglo I a. C., «que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento». Ha llovido desde entonces, pero la esencia de sus palabras toman especial relevancia en nuestros días. Empachada de azúcar refinada, grasas saturadas, carne procesada, comida rápida, la producción en masa y a gran escala, que han desembocado en que la obesidad se multiplique por diez en los últimos 40 años, parte de la sociedad ha empezado a valorar la calidad de sus hábitos alimentarios y del efecto de éstos en su salud y en su entorno dejando paso a una nueva industria alimenticia y verbal.
En el diccionario alimentario se han colado los eco, los bio, los sin (gluten o lactosa), los súperalimentos... En resumidas cuentas, todo aquello que hoy cuenta con el sello healthy. Pero, ¿hay un cambio real en los hábitos de consumo? Para Rocío Gala, dietista-nutricionista y vocal del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Andalucía (Codinan), «la preocupación por la salud hoy en día es un hecho, y la población está algo más concienciada de que la dieta y el ejercicio físico suponen un factor clave para cuidarnos».
A riesgo de caer en las modas, Gala recuerda que «la prevención de enfermedades está íntimamente ligada a una correcta alimentación». Las modas pasan, «pero la salud la debemos mantener a lo largo de nuestra vida», hace hincapié.
Según la última Valoración del estado nutricional de la comunidad, elaborada por la Junta de Andalucía, en colaboración con la Universidad de Granada y la Escuela Andaluza de Salud Pública, en Andalucía la dieta es desequilibrada, ya que predomina el consumo de alimentos de origen animal (carne y lácteos), mientras que el de vegetales cae, lo que se traduce en una ingesta elevada de grasa.
Entonces, ¿por dónde debe empezar una dieta saludable? En general, en una dieta equilibrada deben predominar frutas, vegetales, legumbres, semillas y cereales completos e integrales, además de moderar el consumo de alimentos de origen animal. También cobra especial importancia que los productos que se consuman sean cercanos –los ahora conocidos como kilómetro 0– y frescos. No obstante, Gala recuerda que una buena alimentación debe seguirse «en base a las características de la persona, sus circunstancias, su estilo de vida, actividad física, dónde hace la compra y sus gustos».
A la hora de hacer la compra es esencial saber qué se está comprando, sobre todo en el caso de que no sean frescos. No hay que dejarse llevar por los reclamos de los envoltorios. Lo ideal es darle la vuelta y leer la etiqueta, donde aparece el ADN del producto en cuestión. En este sentido, se pueden considerar aptos aquellos alimentos cuyo principal ingrediente es el alimento en sí, explica Gala, a la sazón fundadora de RG Nutrición. Por ejemplo, «cuando se compran almendras que el único ingrediente sea la almendra, y que no lleve aditivos ni azúcar».
El consumidor tiene cada vez más información a su alcance. No hay más que pasarse por algún perfil de Instagram de profesionales de la nutrición para desvelar algunos secretos de una correcta alimentación. Algunos incluso profesan estilos alimentarios vegetarianos o veganos, por lo que «pueden ejercer una gran influencia en la población que los siguen», apunta Gala, quien recuerda que estos perfiles no suponen una mayoría en el círculo profesional y que desde Codinan promocionan la dieta mediterránea «como lo mejor para cuidar la alimentación».
No obstante, este tipo de mensajes en las redes sociales pueden acarrear cierto peligro, ya que esta información se puede confundir con la de ciertos perfiles comerciales o de influencers sin formación dietética. En este sentido, la Encuesta de hábitos de consumo 2017, elaborada por la Mesa de Participación, recoge en este sentido que en el último año los medios de comunicación han experimentado una disminución como canal de información para los consumidores «por la aparición de pseudoexpertos en diversos canales», aunque recalcan que con información «poco contrastada y cuestionable».
LA RESPUESTA DEL SÚPER
El cambio es un hecho y «el interés que se ha despertado en el consumidor por comer de forma saludable es el que ha provocado que la industria agroalimentaria amplíe su gama de productos alternativos», explica Gala. Las cifras así los avalan: «El 45 por ciento de los españoles quieren productos más saludables» en los súpers, según recoge el estudio anual Nielsen 360, analizado por la publicación especializada Alimarket.La transformación es palpable en los súpers. En los lineales se han colado productos como la quinoa, las semillas, los frutos secos al natural, las leches de origen vegetal, ha crecido la oferta de pasta y harinas integrales y los frescos han empezado a cobrar especial importancia. Incluso se ha llegado a cambiar la formulación o hacer hincapié en mejorar el surtido para evitar grasas con mala prensa como la de palma.
En la alemana Lidl llevan cerca de una década trabajando en sus productos para ofrecer a sus clientes un surtido más saludable. Desde el año 2008 han eliminado los aditivos de su marca, por lo que «no cuentan ni con colorantes artificiales ni con grasas hidrogenadas», explican fuentes de la cadena. Y, año tras año, han ido mejorando la composición de su surtido. En 2012 redujeron el azúcar de sus productos; cuatro después rebajaron un 16 por ciento el azúcar de su marca de cereales y el objetivo de este ejercicio es que néctares y refrescos contengan un 33 por ciento menos de endulzante, un gesto que se traduce en la eliminación de mil toneladas de azúcar en un sólo año, explican desde la cadena.
Lidl ha sido una de las cadenas que ha atendido con mayor precisión la reacción adversa al aceite de palma de la ciudadanía, y en la actualidad cerca de la totalidad –el 95 por ciento del surtido– está libre de esta grasa hidrogenada y de sus derivados, además este año pretenden eliminarlo en su totalidad de todas sus referencias bio.
El aceite de palma se ha convertido en el gran enemigo de la mayoría de alimentos, dado que un elevado porcentaje lo contenía entre sus ingredientes. Por eso, cadenas como Lidl, Alcampo, Dia, Aldi, Carrefour o Mercadona decidían entablar conversaciones con proveedores y apostar por aquellos productos libres de esta grasa, demonizada no sólo por su efecto en la salud, sino también en el medio ambiente.
Mientras que la política de la cadena alemana se ha sostenido en la formulación de sus productos, otras como el gigante Mercadona llevan dos años apostando por reforzar su surtido con alternativas más sanas y que están catalogadas como súperalimentos (productos que destacan por su, así como otros más naturales y sin aditivos.
La enseña de Juan Roig ha ido incorporando paulatinamente productos. La primera incorporación y que fue el pistoletazo de salida a esta transformación de los hábitos de consumo fue la quinoa. Lo cierto es que se coló en el lineal de la enseña valenciana a petición del cliente por sus propiedades nutritivas. Después llegaron el sirope de Ágave (que sirve como sustitutivo de otros endulzantes), la quinoa precocinada y congelada (uno de los productos que le sitúan como una de las empresas más innovadoras); las semillas de chía, de lino o pipas de girasol y calabaza; kale, que es un tipo de col con grandes propiedades nutritivas; el edamame, que es el nombre que recibe el plato cocinado de las vainas de soja verdes, que se consume principalmente como tentempié en países asiáticos, y destaca porque es bajo en calorías y es una fuente rica en proteínas, hierro y calcio. También procedente de Asia, concretamente de Japón, la cadena incorporó el bimi, un híbrido entre el brócoli y la col china que destaca por su contenido en calcio y vitamina C.
Cada vez son más habituales de ver las referencias relacionadas con dietas vegetarianas o veganas como el tofu o las hamburguesas vegetales, entre otros productos. La opción vegetariana gana adeptos, de hecho el mercado ha crecido un 40 por ciento, según el análisis realizado por Alimarket sobre Alimentos Saludables. Asimismo, hace referencia a datos de Mintel, en los que se recoge que el 6 por ciento de los nuevos productos etiquetados en Europa recibieron la consideración de veganos.
Pero si hay dos productos de las incorporaciones de Mercadona que los clientes consumen especialmente esos son los crackers de espelta y el kale, que se sitúan como los más vendidos, según la compañía.
Otras enseñas como Hipercor o Carrefour, además de incorporar estos súperalimentos a sus surtidos, hacen especial hincapié en los alimentos con certificación ecológica. En este sentido, Hipercor abría el pasado verano en su tienda de San Juan de Aznalfarache La Biosfera, un espacio con más de 1.500 referencias eco. En esta zona, claramente diferencia por una estética más orgánica, podrán encontrar un surtido amplio de frescos, productos lácteos, conservas u opciones más saludables para el desayuno o la merienda, que bien podrían configurar una cesta de la compra al 100 por cien.
La misma estrategia mantiene Carrefour, quien además de su gran apuesta por un espacio específico. Un córner en el que también ofrece una abanico de productos de sustitución (a azúcares o harinas refinadas) y que responden a «un cliente preocupado por su salud», señalan desde la compañía. Dentro de esta variedad también se ubican los sin lactosa o sin gluten, productos diseñados para atajar un problema concreto de intolerancia, pero que se están convirtiendo en una alternativa para consumidores que pese a no tener un problema concreto de salud los consumen igualmente por una cuestión «de modas», explican desde la cadena gala.
PREMIO A LA FUTURA LEY DE VIDA SALUDABLE
Hace algo más de un año, la Junta de Andalucía aprobaba el Anteproyecto de Ley para la promoción de una vida saludable y una alimentación equilibrada en Andalucía, una norma que hace unos días recibía el prestigioso reconocimiento por parte de la publicación especializada Diario Médico por su «carácter pionero en la lucha contra la obesidad y los trastornos alimentarios». El premio reconoce que es la primera vez que una comunidad autónoma le da el máximo rango normativo a la obesidad y a los trastornos de la conducta alimentaria en general, identificando a los colectivos que merecen una especial atención. La futura Ley, que tramita la Consejería de Salud tiene como objetivo luchar contra el incremento de obesidad en la población andaluza, un problema de salud pública que afecta al 18,7 por ciento de las personas adultas y al 22,5 por ciento de los menores en la comunidad.
La nueva norma reconocerá como derecho la información, el conocimiento, la promoción, la prevención y la participación en todas las actividades de salud pública tendentes a alcanzar y mantener una alimentación saludable y equilibrada, una actividad física satisfactoria y un entorno físico y psicosocial saludable. Será un derecho el acceso al agua potable de manera gratuita; o disponer de menús saludables y de diferentes tamaños de raciones en los establecimientos de restauración; tener alternativas de adquisición de alimentos frescos y perecederos; o disponer de aparcamiento de bicicletas en los lugares de trabajo de con más de 50 trabajadores, entre otros.