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Relato de una crisis

En noviembre de 2015, la multinacional sevillana inició su reestructuración obligada por un preconcurso de acreedores

29 dic 2016 / 09:01 h - Actualizado: 29 dic 2016 / 09:04 h.
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  • Benjumea, en el estreno en el Nasdaq. / E.C.
    Benjumea, en el estreno en el Nasdaq. / E.C.
  • Antonio Fornieles, en la Audiencia. / E l Correo
    Antonio Fornieles, en la Audiencia. / E l Correo

Doce meses. Ese es el tiempo que ha necesitado la compañía fundada por Felipe Benjumea Puigcerver y José Manuel Abaurre Fernández-Pasalagua para renacer. Algo menos de 365 días en los que la ingeniería líder en energías renovable ha tenido que mirar hacia atrás y recular a sus orígenes.

Noviembre 2015

25 de noviembre de 2015. Es el día que Abengoa volvió a nacer. Probablemente es la jornada de mayor incertidumbre que ha vivido la compañía, pues fue el día que presentó el preconcurso de acreedores ante el juzgado de lo Mercantil número 2 de Sevilla, después de que Gonvarri rechazara convertirse en el principal accionista. Ese día el marcador se puso a cero.

Arrancaban así cuatro meses para buscar una vía alternativa y evitar lo que hubiese sido el mayor concurso de la historia de la economía española –con una deuda bruta de 9.000 millones de euros–. 120 días en los que la compañía vivió subida en una montaña rusa de negociaciones donde la banca, los accionistas y los empleados fueron los pasajeros.

El Íbex 35 expulsaba del indicador a una de sus niñas bonitas y la compañía se desplomaba en bolsa (con una caída del valor de sus acciones de hasta el 54 por ciento).

Los días posteriores a la debacle de la empresa, la compañía inició un movimiento de directivos –que se ha repetido en varias ocasiones a lo largo de estos doce meses–. José Domínguez Abascal asumía todo el poder ejecutivo. Además empezaba a pensar en un nuevo nombre y en buscar un socio para su joya de la corona: Abengoa Yield (de la que tenía el 47 por ciento).

Diciembre 2015

Abengoa empezó el último mes del año con los bonistas reclamando responsabilidades al expresidente Felipe Benjumea y al ex consejero delegado Manuel Sánchez Ortega. Una denuncia en la que el fiscal vio indicios de delito por administración desleal y por la que la Audiencia Nacional inició una investigación sobre la salida de la cúpula de la compañía previo pago de 16 millones de euros.

Además, los actuales directivos tuvieron que cargar con el peso de tener que asumir la reestructuración de plantilla y la pérdida de proyectos.

Después de aprobar una ampliación de capitales de 650 millones en agosto, la cúpula de la compañía reclamaba cuatro meses después una inyección urgente de 45o millones a la banca para afrontar las nóminas de sus trabajadores y el pago a proveedores durante la primera fase del preconcurso. Iniciaba así un sucesión de reuniones con el conocido G-7 (grupo de entidades bancarias formado por Banco Santander, Caixabank, Bankia, Banco Sabadell, Banco Popular, HSBC y Calyon–.

La banca urge a la compañía a vender su filial estadounidense, pero Abengoa se niega.

Enero 2016

La cúpula de la multinacional elaboró con la ayuda de la firma Álvarez & Marsal un plan de viabilidad con el que debían convencer a la banca acreedora para que le facilitasen liquidez para evitar la antigua suspensión de pagos.

Este plan recoge que la compañía será un 50 por ciento más pequeña en términos de beneficio bruto de explotación (Ebitda) y tendrá una deuda de entre 3.000 y 4.000 millones de euros. Además, prevé un plan de desinversiones por valor de 1.500 millones. El objetivo era vender todos los activos ajenos a su principal actividad: la construcción y la ingeniería.

Empieza la sangría laboral. La ingeniería anuncia medio millar de despidos, principalmente de trabajadores de carácter temporal.

Paralelamente, la gestión de la empresa seguía en manos de la justicia, que rechazó las pólizas de Benjumea y Ortega y embargaba bienes por valor de 16 millones de euros a los dos exdirectivos. Además, cita a declarar a Benjumea y Ortega para el 16 de febrero, quienes defenderán la transparencia de su gestión. Varios accionistas se suman a la querella.

Abengoa Yield pasa a denominarse Atlántica Yield, en una estrategia para desvincular la compañía de cualquier indicio de mala imagen.

Febrero 2016

La ingeniería pide a la banca acreedora 1.351 millones de liquidez para sobrevivir durante el año. Justifica sus necesidades en que tiene siete veces más valor si sigue en activo, que si abandona ciertos proyectos.

Por su parte, el negocio en Estados Unidos se resiente y la filial Abengoa Bioenergy se acoge al Chapter 11 (figura similar al preconcurso).

Marzo 2016

Fue el mes clave. Abengoa consiguió la prórroga que pedía al juez para salvar la compañía. Lo hizo a costa de prescindir de Felipe Benjumea como asesor del consejo de administración, que a su vez decidió apartar a Domínguez Abascal de la presidencia. Antonio Fornieles, hasta entonces vicepresidente, asume el cargo. El objetivo de estos cambios era facilitar el acuerdo de reestructuración.

Banca y bonistas acuerdan salvar a la compañía con la inyección de 1.200 millones. Aquellos que aportasen nueva liquidez se harían con un 55 por ciento de la compañía, los antiguos acreedores con un 40 por ciento, mientras que los principales accionistas reducirían su participación hasta un 5 por ciento.

El 29 de marzo Abengoa consigue evitar la quiebra al lograr el respaldo del 75 por ciento de los acreedores financieros para solicitar en el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Sevilla la prórroga en el proceso de negociación de reestructuración financiera (standstil).

Primavera 2016

La juez da luz verde a la prórroga de siete meses para acordar la reestructuración de la empresa.

La compañía pide la salida del Nasdaq (mercado bursátil estadounidense), apenas dos años y medio después de dar el salto al parqué americano. El mayor hito de la empresa fue la celebración de las primeras elecciones sindicales.

Abengoa vuelve a coger la tijera laboral y anuncia una recorte de plantilla de 500 trabajadores. Más de la mitad de los despidos se efectuarán en Sevilla, concretamente en Inabensa. El ERE afectará a más de 200 personas.

Mientras tanto, sigue trabajando y se adjudica la ampliación de una estación eléctrica en Argentina por valor de 1,7 millones.

Verano 2016

La ingeniería vivió un verano convulso. Primero siguió con su plan de desinversiones: vendió su participación del 3 por ciento en Yoigo por 35 millones, además de tres plantas de etanol en Estados Unidos por más de 200 millones. También consiguió vender su filial Abentel a Ericsson.

Consiguió que no le desahuciaran de su sede de Palmas Altas. Aunque anunció expedientes laborales en seis de sus filiales. Más tarde se conoce que entre enero y junio perdió más de 3.689 millones.

Pero su mayor logro fue asegurarse el rescate con el visto bueno de la banca acreedora y los bonistas, que anunciaron la inyección de 1.169,6 millones. Para validarlo necesita el respaldo del al menos el 75 por ciento de los acreedores.

Otoño 2016

El 24 de septiembre la multinacional selló el contrato de reestructuración de la deuda con varias sociedades del grupo, un grupo y un grupo de acreedores financieros que participan tanto en la deuda financiera existente como en los tramos de dinero nuevo y de avales nuevos. Dos días después se abría el periodo de adhesiones, que se prolongaría durante un mes.

Nuevo revés. La juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela cita al presidente, Antonio Fornieles, como investigado por su papel en la aprobación de las millonarias indemnizaciones que percibieron Benjumea y Sánchez Ortega.

El 25 de octubre Abengoa pudo respirar tranquila al conseguir el 75 por ciento de apoyos que necesitaba para iniciar su reestructuración. Dos semanas después la juez pone fin al preconcurso de Abengoa.

Empieza la era de la transparencia y antes de que la junta extraordinaria de accionistas dé luz verde a la nueva Abengoa, ponen sobre la mesa los más de 5.410 millones de deuda que tiene la compañía. El 22 de noviembre los accionistas ven alumbrar la nueva Abengoa, frente a la que estará Gonzal