Rus ironiza con una independencia a la catalana para obtener inversiones

El presidente de la CES pide abandonar la «indolencia» en la Asamblea General de la patronal

29 mar 2017 / 22:08 h - Actualizado: 29 mar 2017 / 22:58 h.
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  • El presidente de la CES, Miguel Rus, junto a su equipo directivo, y el presidente de la Cámara de Comercio, Francisco Herrero. / El Correo
    El presidente de la CES, Miguel Rus, junto a su equipo directivo, y el presidente de la Cámara de Comercio, Francisco Herrero. / El Correo

2016 ha sido un año «sin grandes luces y con muchas sombras, especialmente en la capital». Así iniciaba el presidente de la Confederación de Empresarios de Sevilla (CES), Miguel Rus, su intervención en la Asamblea General de la patronal. A pesar de que los buenos datos del turismo y las exportaciones reflejaron una «evolución favorable» de la economía sevillana, Rus avisó de los obstáculos impuestos que le impiden avanzar.

Lamentó especialmente la cancelación del dragado del río, la paralización de las obras de los túneles de la nueva ronda de circunvalación de Sevilla, la SE-40, o la retirada de las licencias concedidas a los hosteleros para los veladores.

En un acto de valentía verbal y, como reconoció, de incontinencia, Rus llegó a plantear con cierto sarcasmo la necesidad de reclamar una independencia al más puro estilo catalán «para que nos den 1.900 millones de euros para invertir en infraestructuras».

Puso sobre la mesa la necesidad de reprogramas aquellos proyectos inacabados en la provincia, como la construcción de las líneas primordiales del Metro de Sevilla, la conexión ferroviaria de Santa Justa con el Aeropuerto o los túneles de la SE-40. Infraestructuras que «nos harían ganar en competitividad», aseguró.

Sin embargo, Sevilla está sometida a un complejo de capitalidad que, aseguró está causando mucho daño. Y volvió a sacar a la luz su hipótesis de que sobre la capital hay «un maleficio, una mano negra». Así lo ejemplificó lanzando una serie de preguntas retóricas: «¿Se imaginan que el puente de la Pepa de Cádiz no se hubiese hecho? ¿Que el aeropuerto de Málaga no estuviese conectado con el AVE? O que no se hubiesen terminado las obras del metro de Granada». Fue en este momento cuando envió un mensaje de lucha contra la acomodación de la sociedad: «Aquí parece que no pasa nada. No reaccionamos. Sevilla está indolente y adormecida y tenemos que ser mucho más reivindicativos y pelear mucho más por lo nuestro».

Como una de las voces defensoras del dragado del río, Rus reconoció sentirse descorazonado con el «carpetazo» al proyecto de las márgenes por parte del Gobierno y ante la inacción de la Junta de Andalucía. «Es ridículo que el proyecto haya estado más de dos años en un cajón». Así, recordó que la paralización del dragado del río, pone fin a una iniciativa que tenía como premisa la mejora de la navegabilidad, la recuperación del estuario del Guadalquivir, el desarrollo de la actividad agrícola y la protección de los márgenes de Doñana.

La hostelería fue otro de los puntos claves en la intervención del presidente de la patronal, quien mostró su indignación ante la retirada de licencias de veladores a los empresarios hosteleros, sector sostén de la actividad económica de la provincia y uno de los pilares fundamentales del turismo, recordando que es el sol y la calle lo que vienen buscando los turistas. Así, criticó el «ninguneo» del Ayuntamiento de Sevilla a los empresarios y la «falta de diálogo» del Consistorio, ya que a la inseguridad jurídica que sufre este sector se une la reducción de los veladores autorizados. «Hay mucho en juego, empresas y puestos de trabajo. No es un asunto baladí».

Al respecto añadió la lentitud a la que se enfrentan los empresarios para poder conseguir licencias de apertura de nuevos negocios, «esta situación lleva al colapso de cientos de proyectos. Aquí nadie quiere firmar nada», reprochó.

El presidente apeló al trabajo conjunto entre las administraciones públicas y la iniciativa privada, como la forma ideal de trabajar; «un buen gobierno no está reñido con el diálogo y la negociación», reflexionó el presidente.

No quiso olvidar el «daño irreparable» que está causando el impuesto de sucesiones tan «falsamente vendido». Los sectores más importantes de la economía sevillana, como el comercio o el agro, se están viendo afectados por «la falta de relevo generacional o los cambios en las estructuras empresariales, la competitividad y las nuevas exigencias del consumidor». Estos obstáculos están llevando a una situación de «supervivencia» a las pymes de la capital, y es que «no hay mayor destrozo de empleo y familias que el impuesto de sucesiones», recalcó. Pequeñas y medianas empresas que componen el 97 por ciento del tejido empresarial de la provincia.

Tampocó se dejó en el tintero al sector de la construcción y recordó, indignado, que Sevilla es la única ciudada de España con un registro de solares. Terrenos que no se han desarrollado en el actual Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), «que se aprobó hace diez años». Y volvió a preguntar: «¿Queremos confianza y seguridad para desarrollar el PGOU o sacar a subasta los solares que no se han desarrollado?».

Mencionó también la situación del sector educativo, con la retirada de conciertos, y enjuició que se vaya «contra la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos».

Pero el presidente de la patronal sevillana animó a los empresarios a revertir la situación actual, un camino que pasa «por asumir nuevos retos y tomar conciencia de que la evolución de los mercados exige reinventarse para competir y adaptarse a las nuevas tecnologías, como medio de generar nuevas oportunidades», lejos de ser un riesgo.