La planta de Heineken de Sevilla no solo ha cumplido los deberes medioambientales marcados por el grupo, sino que lo ha hecho con nota, convirtiéndose en la factoría de las cuatro que hay en España que mejor comportamiento registró el año pasado tanto en ahorro en el consumo de agua –el 95 por ciento de la cerveza lo es– como en la reducción de emisiones de CO2, es decir, en las dos principales variables de impacto que tiene la producción cervecera.

La fábrica sevillana logró rebajar un 4 por ciento el agua empleada, hasta los 3,4 litros por litro de cerveza producida, frente a la media de 3,9 litros del grupo en España y rozando el objetivo de 3,3 litros que la compañía se ha marcado para 2020. ¿Adónde va ese agua? De los 3,9 litros, 2,7 se tratan y se recuperan para la red de saneamiento; un litro va para la botella; y los 0,2 restantes se destinan a riego, baldeo, limpieza y otras tareas.

También mejoró su eficiencia reduciendo las emisiones de CO2 en un 3 por ciento respecto a 2013, contabilizando la mitad que la media del grupo (2,8 kilogramos por hectolitro frente a 3,3), a pesar de la dificultad que conlleva mejorar cuando el punto de partida es ser la fábrica más moderna.

Así lo puso ayer de manifiesto Mauricio Domínguez-Adame, director de Sostenibilidad de Heineken España, encargado de presentar en Valencia la memoria de sostenibilidad de la compañía que recoge precisamente ese esfuerzo por reducir el impacto medioambiental de la actividad industrial, y en el que puso de relieve que la filial española ha logrado desde 2007 minorar casi un tercio el agua consumida para elaborar la cerveza.

Entre ese esfuerzo en el que destaca la fábrica de Cruzcampo se encuentra la utilización de fuentes de energía que no producen CO2 y que contribuyen, por su carácter renovable, a aliviar la factura energética. Es el caso del biogás, que supone el seis por ciento del consumo de gas que se emplea en el tratamiento del agua para devolverlo a la cuenca hídrica, detalló Domínguez-Adame. La media del grupo está en el dos por ciento.

Pero Sevilla también sirve de banco de pruebas. En 2014 se probó incorporar a su flota de camiones uno alimentado por gas licuado porque con este combustible consumen menos con ese combustible en los trayectos de corta distancia para la distribución. Ya hay dos camiones con gas licuado y la intención es ir sumando más al parque móvil.

La compañía, que celebró esta cita anual aprovechando el 40 aniversario de su fábrica valenciana en la actual sede de Quartet de Poblet, prosigue con el cambio de equipos de refrigeración por otros más eficientes. No en vano, la refrigeración es el segundo capítulo más consumidor de energía. El año pasado se sustituyeron en España 33.000, con lo que ya son más de 90.000 los instalados desde 2010, el 40 por ciento del parque total, con una inversión de 71 millones. Y lo más importante, ha redundado en un ahorro para sus clientes de ocho millones de euros en la factura eléctrica.

Ayudar al desarrollo del entorno social en el que Heineken tiene implantación es el segundo pilar de la estrategia de Responsabilidad Social Corporativa de la compañía que se traduce, en el caso de Sevilla, la mayor planta del grupo, y de la fábrica de Jaén en la compra a proveedores locales del 100 por ciento de la materia prima, fundamentalmente la cebada.

Domínguez-Adame precisó que la compañía está animando a los agricultores a que siembren este cereal aprovechando la obligación de rotación de cultivos que impone la Política Agraria Común (PAC). Un mensaje que está empezando a calar como demuestra el incremento de hectáreas dedicadas a este cultivo, que en 2014 alcanzó las 21.000 hectáreas frente a las 18.000 del año anterior, con un incremento del 16,6 por ciento.