Un laboratorio en la trastienda

Industria. Sevilla acogió en la Guerra Civil los principales laboratorios

16 dic 2016 / 17:34 h - Actualizado: 16 dic 2016 / 18:52 h.
"Historia","Industria","Universidad de Sevilla","Chequeo a las farmacias"
  • Una trabajadora de la cooperativa sevillana Cecofar ordena las cajas de medicamentos. / El Correo
    Una trabajadora de la cooperativa sevillana Cecofar ordena las cajas de medicamentos. / El Correo
  • Herramientas de antiguos laboratorios que hoy están en el museo. / El Correo
    Herramientas de antiguos laboratorios que hoy están en el museo. / El Correo

Ibuprofeno, paracetamol u omeoprazol son medicamentos que muchos tenemos en el botiquín doméstico. Pero, ¿de dónde salen estos fármacos? De laboratorios sevillanos probablemente no. La industria farmacéutica de origen sevillano es casi inexistente y los pocos laboratorios que hay en la provincia son delegaciones de compañías de otras comunidades o países. Pero no siempre fue así como se puede comprobar en el Museo de Historia de la Farmacia, impulsado por un grupo de profesores de la Universidad de Sevilla.

Como explica su director y a la sazón profesor de Historia de la Farmacia en la Hispalense, Antonio Ramos, el museo transporta a finales del siglo XIX y principios del XX, «cuando no pocos farmacéuticos sevillanos pretendieron ganar el pulso a la industria con la creación de los laboratorios anejos a las farmacias, donde se preparaban específicos y especialidades farmacéuticas».

Es el caso del Laboratorio Sajor, en la calle García de Vinuesa, donde Rafael de Rojas preparaba su conocida Pectolina inyectable Sajor y el Tónico Sajor Inyectable. O el de Juan Bautista Poderón Espejo, farmacéutico del antiguo Hospital de las Cinco Llagas, «que poseía un laboratorio de elaboración de medicamentos donde confeccionaba el llamado Vino de Hemoglobina peptonizado Poderón o el antiemético Poderón, entre otros», relata Ramos.

Asimismo, la familia Moliní Briasco, «cuna de farmacéuticos emprendedores», fueron propietarios del Laboratorio F. Moliní en la calle Mármoles, el Laboratorio Kairon (antiguo Laboratorio Moliní) y el Laboratorio EFE. Además, Joaquín Herrera Maguila poseyó en la calle Guadiana el Laboratorio Bético, donde confeccionaba especialidades como Pulmo-trax o Termo-pulmol. «De todos estos citados, no queda hoy ninguno», señala Ramos.

Pero, como recalca el historiador Antonio González Bueno, «Sevilla fue, seguida de lejos por Vigo, el gran foco donde se concentraron las grandes industrias extranjeras, durante los años de la guerra civil, fundamentalmente alemanas». A este respecto, señalamos entre muchos de estos laboratorios a Fernández de la Cruz en Alcalá de Guadaira, Carmo en Carmona, Behring en Dos Hermanas, o el desaparecido Laboratorio Mazuelos (sito en San Jerónimo), entre una larga lista.

Sin embargo, «los pequeños laboratorios anejos a las farmacias fueron cayendo por su propio peso, difícilmente adaptables al concepto de grandes laboratorios, la exigente normativa y los protocolos de correcta elaboración». Condiciones a las que «si le añadimos las compras entre laboratorios, de registros y las fusiones, se explica que el panorama actual sea diferente absolutamente, en un proceso no exclusivo sevillano, más bien generalizado», explica Ramos.

Hoy, con sello sevillano, sobreviven «Spyfarma, Laboratorios Biotica (de homeopatía) o Botanicapharma». Pero también tiene su impronta sevillana los Laboratorios Normon –hoy con sede en Madrid– pero que nació de la fusión del laboratorio madrileño con el mismo nombre y el sevillano Orto, que nació en 1937.

Distribución de éxito. A pesar de que sobrevivan pocos laboratorios, en Sevilla hay un caso de éxito en el mundo de la distribución: la cooperativa de distribución Cecofar, con más de 85 años de historia a sus espaldas. En 1930, una veintena de farmacéuticos hispalenses vieron necesario que los profesionales controlasen su propio canal de suministro, por lo que decidieron crear una cooperativa que en la actualidad atiende al 27 por ciento de las farmacias comunitarias del territorio nacional. Es decir, la cooperativa sevillana atiende a más de 6.000 farmacias y emplea a 700 personas en su veintena de almacenes que tiene en Galicia, Castilla León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Madrid y, por supuesto, Andalucía.

Pero el objetivo de la cooperativa es extender su servicio a todo el territorio, para ello Cecofar aprobó su integración en Bidafarma, una cooperativa farmacéutica resultante de la unión de ocho cooperativas, la mayor parte de ellas establecidas en Andalucía. Bidafarma dará servicio a 8.450 farmacias y prevé unas ventas estimadas de 2.100 millones de euros, copando así cerca del 20 por ciento de la cuota de mercado nacional. Así prevé dar servicio potencial a una media de 24 millones de ciudadanos, situándose en el segundo puesto a nivel nacional de la distribución farmacéutica.