Un rickshaw ‘made in Sevilla’

La empresa Polyesbike ofrece una alternativa sostenible al turismo de la ciudad: triciclos con asistencia eléctrica para hacer rutas o eventos

04 may 2017 / 07:56 h - Actualizado: 04 may 2017 / 07:56 h.
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  • Dos de los conductores de triciclos Polyesbike durante una despedida de soltera. / El Correo
    Dos de los conductores de triciclos Polyesbike durante una despedida de soltera. / El Correo

Ya no hace falta viajar a la India para vivir la experiencia de montarse en un rickshaw. La empresa de origen valenciano Polyesline ha elegido la capital hispalense para poner en marcha su nuevo proyecto: Polyesbike, un servicio de alquiler de triciclos con asistencia eléctrica y conductor, que ofrece una alternativa ecológica al turismo.

Pese a que este tipo de vehículo es propio del país asiático, la idea surgió en un viaje que hizo Jesús Garrido, gerente de la empresa, a París. Allí se dio cuenta de que este tipo de servicio estaba «extendido en todo el mundo», desde Londres, Portugal o Madrid. Decidió importar uno de China para introducir el modelo a otras ciudades españolas, pero cuando llegó vio que no cumplía los requisitos mínimos para estar homologado.

Así que inició la búsqueda de un fabricante que le diseñase y construyese el triciclo a su gusto y según la normativa. Durante su investigación dio con una empresa en Alcalá de Guadaíra que acababa de ganar un concurso para fabricar un centenar de bicis eléctricas para Lipassam. Garrido contactó con Bykelecing (como se llama la susodicha) y les explicó la idea, «aunque al principio no les convenció mucho». Tras varias reuniones, este valenciano consiguió que le hicieran sus triciclos; así nacía Polyesbike.

Después de dos años y medio trabajando en el prototipo, en noviembre de 2016, los primeros seis triciclos salían a las calles de Sevilla, ataviados de rojo y con lunares blancos. Desde entonces han sido muchos los turistas, extranjeros sobre todo, los que han elegido el rickshaw made in Sevilla para conocer la ciudad. Asegura Garrido que el servicio tiene mucho tirón entre canadienses y holandeses, pues ofrece la posibilidad de conocer los barrios de Sevilla de «forma pausada, parando cuando quieren para hacer una foto» o incluso para comer, ya que se puede guardar un pequeño baúl debajo del asiento.

Aunque la empresa se adapta a los deseos del cliente, ofrece todo tipo de rutas. Desde un paseo por Triana, el entorno de la Catedral o por la Judería –donde los 90 centímetros de triciclo no encuentran grandes dificultades para su paso–. Pero también se salen de la norma y ofrecen paseos para la caza de Pokémon o rutas fotográficas, «porque Sevilla tiene mil rincones bonitos para inmortalizar», confiesa Garrido.

También alquilan los triciclos para todo de acontecimientos, «principalmente para despedidas de soltera». Aunque el vehículo se adapta a cualquier tipo de evento, desde una pasarela flamenca, como ocurrió con la Semana Internacional de la Moda Flamenca (Simof), o incluso «para sesiones fotográficas de comunión». Además, sirven como soporte publicitario.

Una de las claves del éxito de este proyecto es su aporte a la conciencia ecológica, señala Garrido. Al no estar motorizados, es una alternativa a los típicos autobuses panorámicos o incluso a los coches de caballos, además ofrece la posibilidad de meterse por las calles del casco histórico, ya que su código de circulación es el mismo que el de una bicicleta.

A pesar de la buena acogida que está teniendo el servicio, Polyesbike se ha encontrado con un problema burocrático, concretamente con la lentitud administrativa. Un año antes de poner en marcha su negocio, Garrido ya solicitó la licencia de actividad turística al Ayuntamiento de Sevilla, un trámite que todavía no está resuelto.

Una circunstancia que, según Garrido, afecta a todas las empresas de movilidad turística, como son los autobuses panorámicos o los patinetes eléctricos, que también operan si estar regulados. No obstante, el pleno del Ayuntamiento aprobó en marzo una moción propuesta del grupo Participa Sevilla para regular la actividad de los autobuses turísticos de dos plantas.

Además, desde que empezaran a circular estos triciclos en noviembre, la policía local ya les ha puesto tres multas, dos de ellas por un valor superior a los 1.800 euros «por conducir el triciclo, que encima iba vacío» y otra de 30 euros por no tener licencia, a pesar de que sí la han solicitado, expone el gerente de la empresa. Por eso, una vez pase la semana de farolillos, la compañía tomará acciones legales contra el Consistorio hispalense, asegura Garrido.