«Yo no me atrevería a hablar de recuperación tan pronto»

Esta empresa familiar con 22 años de historia ha sabido sortear la crisis y, gracias al empuje de su segunda generación, retomó la venta al exterior y diversificó sus productos «cuidando al máximo la calidad del servicio anterior y posterior a la venta»

14 sep 2017 / 17:16 h - Actualizado: 16 sep 2017 / 21:31 h.
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  • Vanessa Muñoz, segunda generación en Hispabaño, en sus instalaciones en el polígono El Pino. / Jesús Barrera
    Vanessa Muñoz, segunda generación en Hispabaño, en sus instalaciones en el polígono El Pino. / Jesús Barrera

sevilla

{¿Cómo nació Hispabaño?

—Lo fundó mi padre, José Antonio Muñoz Ruiz, en 1995. Él llevaba unos 15 años trabajando en el sector del aluminio y decidió montar la fábrica de mamparas.

Supongo que entonces no habría tantas fábricas de mamparas en Sevilla como ahora.

—No, de hecho él la montó para cubrir su propia necesidad porque había una gran demanda de mamparas de baño y él las hacía en su taller a mano y para que fueran más competitivas tenía que comprarlas a otros fabricantes, así que decidió montar su propia planta. Durante un tiempo convivieron los dos negocios, el taller de aluminio para la venta al particular y la fábrica de mamparas de baño, con la que cubría su propia demanda. Con el tiempo fue captando más clientes y aumentó la producción. La fabricación de mamparas está centralizada hoy en día en Barcelona, Madrid y Sevilla, en Valencia también hay pero más basada en otros productos.

—¿Desde cuándo Hispabaño se dedica exclusivamente a la fabricación de mamparas?

—Entre 2003 y 2004 empezamos a trabajar sólo las mamparas de baño.

—¿Qué números presenta Hispabaño?

—Tenemos varias empresas familiares porque en el año 2000 montamos otra firma, de la que yo me hago cargo, Bañoduch, con la que hacemos también mamparas. Y además tenemos una tienda online desde hace cuatro años. En total, en todas las empresas tenemos 45 trabajadores. La facturación de Hispabaño está en unos cuatro millones de euros, la de Bañoduch en unos tres millones de euros y en la tienda online es muy variable, pero roza los 300.000 euros.

—¿Cómo evolucionó vuestra facturación con la crisis?

—Yo llevo en la dirección unos cinco años, anteriormente pasé por todos los niveles hasta llegar arriba, y la facturación desde el primer año evolucionaba muy bien hasta 2008. A partir de ahí empezamos a perder volumen de negocio hasta bajar un 22 por ciento. En 2012 casi tocamos fondo. Nos planteamos si la rentabilidad del negocio era suficiente para seguir luchando por el proyecto. Teníamos dudas de si merecía la pena tanto esfuerzo para la rentabilidad que tenía la empresa. Pero apostamos por seguir. En esa fecha fui madre y eso fue una inyección fuerte de motivación tanto para mi como para mi padre. Además, tuvimos un problema interno que derivó en una reestructuración grande del equipo directivo por desavenencias y tras este duro proceso llegamos a 2015 con cambios. Planteamos productos nuevos, como los platos de ducha, accesorios... Hicimos un proyecto nuevo y retomamos la internacionalización.

—¿Se nota la recuperación?

Es estabilidad, vuelta a la normalidad. Los bancos están dando más créditos y no hay tanto miedo. Yo no me atrevería a hablar de recuperación tan pronto. Soy tesorera de la asociación de mujeres empresarias de Sevilla y todas coincidimos: hay que trabajar más horas para obtener el mismo resultado pero por lo menos podemos trabajar.

—Empezaron a vender fuera de España en plena crisis.

Sí. Nos equivocamos con la red de venta francesa y abandonamos el proyecto. En 2015 lo retomamos y la evolución no ha sido galopante como antes de la crisis, pero sí ha sido estable. Desde hace unos años tenemos una evolución positiva, previsible y estable. En los últimos tres años no hemos tenido fallos en las previsiones de venta. Durante la crisis teníamos que hacer previsiones casi semanales. Era una locura incontrolable.

—En estos últimos años, ¿cuánto creció la empresa?

Llevamos un 18 por ciento de incremento desde 2015 hasta ahora, casi recuperamos los niveles de facturación de antes de explotar la debacle económica. La crisis de la construcción nos afectó mucho, si bien tenemos otro nicho de negocio que es la reforma. Quien no se puede mudar arregla el baño y la cocina. Y a la crisis y al problema interno que tuvimos se sumó una oleada grande de importación asiática. Llegaron muchas mamparas chinas de una calidad pésima, incluso se oxidaban y tenían cristales sin seguridad, pero a precios irrisorios. Y también tuvimos que luchar contra la economía sumergida. Los montadores no querían facturas. Preferimos reestructurarnos y adaptarnos y no montarnos en el carro del dinero negro porque ese mundo es una espiral. Aquellos años fueron muy duros.

—Además de en España, ¿en qué otros países venden?

En Portugal, Francia y esporádicamente en Italia y Marruecos y seguimos en el proyecto de internacionalización.

—¿Prevé entrar en algún mercado nuevo?

Nos interesa mucho Gran Bretaña, si bien tenemos que solucionar el problema logístico y resolver la atención al cliente. Antes de meternos en un mercado tenemos que buscar allí partners para que la marca Hispabaño no pierda su marchamo de calidad. En cuanto a proyecto de futuro, decir que el año que viene sacamos catálogo nuevo y ampliaremos nuestra cartera de productos.

—Porque los que os caracteriza es eso, la calidad de vuestro servicio, ¿es así?

Sí, somos muy buenos en el servicio, en preventa y postventa. ~