Minutos antes de las dos de la tarde de aquel 8 de junio, lunes de Pentecostés, el paso de la Virgen volvía a descansar en su altar tras más de doce horas de procesión a hombros de los almonteños. Finalizaba así la Romería del Rocío de 1992, la que se desarrolló a la sombra de la Expo, la que conmemoraba el Quinto Centenario de la Evangelización de América y, desgraciadamente, la de la trágica muerte en el camino hacia la aldea del ex presidente de la Hermandad Matriz Francisco Martínez Moreno.
Se cumplen 25 años de aquella romería en la que, junto a medallas de la Virgen, los tenderetes en la aldea vendían «muñecotes de Curro», la mascota de la Expo. La cercanía de la localidad onubense con Sevilla hacía presagiar un incremento en el número de visitantes a la romería, motivo por el que el Plan Romero incluyó ese año un «servicio de intérpretes» al esperarse que un alto porcentaje de las visitas a esta fiesta mariana fueran protagonizadas por extranjeros. En la isla de la Cartuja, a poco más de 80 kilómetros del santuario que cobija a la Patrona de Almonte, se emitía en esos días, dentro de los contenidos del Pabellón de Andalucía de la Expo, la película Andalucía, tradición y cambio, proyectada sobre nueve pantallas sincronizadas dispuestas en un círculo de 360 grados (sistema «circorama»), y en la que, entre otras fiestas tradicionales andaluzas y espectaculares panoramas aéreos, se mostraban escenas de la Romería del Rocío.
La romería de Pentecostés se desarrolló aquel año los días 6, 7 y 8 de junio y a la gran familia rociera se incorporaron dos nuevas hermandades, Málaga-La Caleta y Priego de Córdoba, las filiales 86 y 87 de la Matriz, amadrinadas en su presentación por las corporaciones de Málaga y Granada, respectivamente.
El Rocío del 92 tuvo además como prólogo el traslado de la Virgen a la aldea por el tradicional Camino de los Llanos. El 31 de mayo, una semana antes de la Romería, se producía el regreso de la Virgen al Rocío después de pasar nueve meses en el pueblo de Almonte, tradición que se repite cada siete años. Antes, el día 24 de mayo, la imagen recorrió las calles de su pueblo vestida de Reina para quedar de nuevo en la iglesia de la Asunción de Almonte. La venida de la Virgen a la villa de Almonte se había producido el 20 de agosto de 1991 y tuvo la curiosidad de salir dos veces: a las 15.30 horas lo hizo por primera vez, volviendo media hora después al altar ante el gran calor que hacía, para salir definitivamente a las 16.28 horas. Este año fue además el primero que se instaló el altar del pañito en su ubicación actual.
Según el cálculo de los periódicos locales, unos 7.500 peregrinos realizaban aquel año el camino hacia El Rocío con las cinco hermandades establecidas en la capital sevillana. Sevilla, Cerro del Águila y Sevila-Sur emprendían su camino el miércoles, mientras que Triana y la Macarena lo hacían un día después. La partida hacia El Rocío de las hermandades sevillanas propició algunas imágenes insólitas, como la de la carreta del Simpecado macareno discurriendo por el puente del Cachorro con algunos de los edificios más singulares de la Exposición Universal al fondo, o la de la larga hilera de carretas de Triana transitando ante el cuadro de las banderas de los países participantes en la muestra, donde aquel día se celebraba el Día Nacional de Finlandia.
Ya el sábado 6 de junio, primer día de la romería, las hermandades filiales cumplieron con el rito de la presentación ante la puerta mayor del santuario, en cuyo interior comenzaba a tomar cuerpo el imponente retablo que hoy día cobija a la Virgen del Rocío, obra del artista sevillano Antonio Fernández. Aprovechando el periodo de nueve meses en los que la Virgen permaneció en la iglesia parroquial de la Asunción de Almonte, con ocasión de su última venida al pueblo, en el santuario se trabajó en la instalación de las ménsulas y de las cabezas de los cuatro Padres de la Iglesia (San Jerónimo, San Agustín, San Gregorio Magno y San Ambrosio) que forman parte del retablo, así como de las cuatro pechinas con cada uno de los evangelistas en la bóveda del presbiterio del santuario.
Una a una, las 87 filiales desfilaron ante la Blanca Paloma, en medio de un ambiente festivo y colorista, pero a la vez marcado por la noticia de la muerte del ex presidente de la Matriz, Francisco Martínez Moreno, fallecido en la noche del miércoles al ser arrollado junto a su caballo por un camión cuando se dirigía a la aldea con su hermandad. Numerosas hermandades lucieron crespones negros en sus carretas y hasta el propio paso de la Virgen del Rocío tenía un lazo de luto.
A la mañana siguiente, el obispo de Huelva, monseñor Rafael González Moralejo, presidiría en el Real del Rocío la misa pontifical de la solemnidad de Pentecostés, con la participación de los simpecados de todas las hermandades filiales. El Quinto Centenario de la Evangelización del Nuevo Mundo estuvo muy presente en esta eucaristía, concelebrada, junto al prelado onubense, por el arzobispo de Bolivia, que se acercó a la aldea con la hermandad de Canarias. Al término de la misa, el obispo de Huelva anunció la donación de una imagen de la Virgen del Rocío a la diócesis brasileña de Curitiba.
Ya solo quedaba esperar el momento en que la Virgen iniciase su procesión. Los almonteños saltaron la reja a las 1.40 horas de la madrugada del lunes de Pentecostés, pero la Virgen no se movería de su altar hasta las dos de la madrugada, cuando apareció en el interior del santuario el Simpecado de la Hermandad Matriz.
A las 2.20 horas de la madrugada el paso de plata de la Patrona de Almonte se asomaba a la puerta del santuario para recorrer las calles de la aldea en una procesión que se prolongaría durante más de doce horas.
Pese a que se presagiaba que el del 92 iba a ser un Rocío multitudinario, los datos oficiales de la romería ofrecidos por el Plan Romero se encargaron de echar por tierra las expectativas. Un 6% menos de vehículos en los aparcamientos y una menor densidad de tráfico en los accesos a la aldea.
Aquel año 1992 la aldea de El Rocío fue escogida como en septiembre como sede de la clausura de los congresos mariológico y mariano de Huelva. El 27 de septiembre la aldea fue el destino de una gran peregrinación internacional como homenaje a la Virgen. Sobre un espectacular escenario instalado a cielo abierto junto a la marisma, todos los simpecados de las hermandades filiales del Rocío participaron en esta gran peregrinación, presidida por el legado pontificio, Martínez Somalo.
Un año después, el 14 de junio, el Papa Juan Pablo II pronunciaría la famosa frase de «que todo el mundo sea rociero» en su histórica alocución desde el balconcillo de la ermita ante más de 25.000 personas.