Cuando es mejor sentirlo...

Heliópolis vibró con el regreso de la competición a un Villamarín diferente tras la demolición del Gol Sur y donde su afición dejó, una vez más, muestras de grandeza con la visita de Pere Ribes, un chico invidente de 10 años que pisó el estadio por vez primera

26 ago 2016 / 23:51 h - Actualizado: 27 ago 2016 / 18:11 h.
"Real Betis"
  • Momento en el que Pere Ribes es homenajeado por aficionados béticos.
    Momento en el que Pere Ribes es homenajeado por aficionados béticos.

El fútbol es una pasión que todo lo puede. Capaz de enseñarnos lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros. Nos enamora y enloquece a la misma vez, pero también nos enseña otras cosas. No hace falta ir a ver un partido al Villamarín para sentir de qué va esto, lo tengo claro. No me pregunte por qué, hay veces que por mucho que uno busque, no encuentra respuesta. Y si no, a ver cómo se explica que un chico de Girona, con diez años, que jamás pisó Sevilla, que no tiene familia en Andalucía, sueña cada día con ir al Villamarín. Es la historia de Pere Ribes, un niño invidente que se enamoró de un sentimiento llamado Betis. Su único afán era pisar el coliseo verdiblanco, y lo logró. Tampoco por casualidad, cientos de béticos se implicaron para que el pequeño Pere cumpliese su sueño. Papeletas en la Peña bética Girona-Olot, o en la de Tenerife, o desde SGS Barna. Todos quisieron poner su granito. Y lo consiguieron. Pere y su familia llegaron a Sevilla el viernes por la mañana para vivir una jornada que jamás olvidarán. Se hospedó en el hotel donde lo hacen los jugadores y en la previa, disfrutó del ambiente en la calle Tajo. Allí, todos esos béticos anónimos que participaron en el sueño de Pere, estuvieron para darle su homenaje. Una placa, algunos cánticos y lo que es mejor, el cariño de los que como él, sueñan en verdiblanco. Es la grandeza de una afición que ayer demostró que a un campo no sólo se va a cantar goles o a gritar al árbitro. Ayer, algunos béticos nos dieron una lección importante, que va más allá del fútbol.

Y es que no hace falta ver un partido para sentir lo que este deporte es capaz de regalarnos. Esta es la grandeza del fútbol y, en este caso concreto, de un buen puñado de béticos para los que el empate ante el Dépor, la lona de Gol Sur, o la disposición de las nuevas líneas sobre el césped, quedó en un segundo plano. Permita a quien le escribe contagiarse de todo ello. Porque esto también es fútbol, también es Betis, también pasa y merece quedar en las hemerotecas. Enhorabuena al beticismo, a la familia de Pere y, sobre todo, a Pere que ante el Deportivo vio el fútbol mejor que cualquiera de nosotros, pues lo hacía con el corazón. Ahí donde la memoria no borra las huellas de lo que se puede sentir con el alma.