El arte, la gracia y una denominación de origen

La Peña Cultural Sevilla-Betis de San Diego, que reúne a unos 80 socios de ambos conjuntos, fomenta la convivencia entre dos aficiones que vivieron un duelo intenso, diferente e histórico. La ‘guasa’, patrimonio inmaterial de Sevilla.

06 ene 2018 / 23:34 h - Actualizado: 07 ene 2018 / 00:39 h.
"El derbi sevillano"
  • Los béticos y sevillistas conviven en armonía durante cada uno de los encuentros que disputan Real Betis y Sevilla FC. Y en los derbis, lógicamente, la paz reina en el ambiente. / Jesús Barrera
    Los béticos y sevillistas conviven en armonía durante cada uno de los encuentros que disputan Real Betis y Sevilla FC. Y en los derbis, lógicamente, la paz reina en el ambiente. / Jesús Barrera
  • Los aficionados celebran uno de los goles del Sevilla FC. / Jesús Barrera
    Los aficionados celebran uno de los goles del Sevilla FC. / Jesús Barrera
  • Enrique Moreno, segoviano de nacimiento y bético de corazón. / Jesús Barrera
    Enrique Moreno, segoviano de nacimiento y bético de corazón. / Jesús Barrera

Cuando un grupo de niños ataviados con las bufandas del Real Betis caminaba por los soportales de la barriada de San Diego, en las entrañas de la Peña Cultural Sevilla-Betis un bético confeso exhibía su camiseta. «Es de Roberto –su hijo–», proclamaba Francisco Jiménez, el presidente del colectivo y uno de los rostros más felices en una noche de termómetro desplomado. A apenas un palmo de la barra, con su enseña del Sevilla FC en el cuello y un discurso pausado y sereno, replicaba Manuel González. Mientras hablaba lucía una sonrisa reveladora y clavaba su mirada en un tablón de corcho con dos folios y la leyenda porra. «Hay 312 euros de bote», insistía Francisco al tiempo que Manuel, correligionario nervionense desde la niñez y resignado a las fatigas de los años inmisericordes hasta que el SFC acostumbró a sus fieles a ganar títulos en España y en Europa, buscaba al presunto ganador de la apuesta tras el 0-1 de Fabián.

Los responsables de despachar las exquisiteces culinarias y las cervezas, Fernando padre e hijo, sonreían mientras Enrique Moreno, un segoviano de Abades y de corazón bético, devoraba un paquete de pipas de forma compulsiva. «No he tirado ni una cáscara al suelo», decía para defender, con la mandíbula a pleno rendimiento, su modus operandi para soportar la tensión. Y de repente, la marabunta. Los goles, los cigarrillos por estrés y las charlas en corrillos cuando el colegiado decretó el final de las hostilidades del primer tiempo, el capítulo inaugural de un partido diferente y de vitamina al corazón. Al fondo de la pantalla gigante, un salón con apenas ocho o nueve parroquianos perfectamente alineados. En San Diego el fútbol es una excusa para fomentar la diversión, y los derbis la mejor expresión del arte, la gracia y la denominación de origen de una ciudad con el nombre del fútbol grabado a sangre y fuego: Sevilla.

En San Diego el respeto es una herencia compartida. La pasión se disimula con la sonrisa y la guasa surge sólo cuando hay un par de cervezas en la barra. «Todos los socios respetan las normas. Está reflejado en los estatutos que una falta de respeto al otro equipo supone la expulsión, pero nadie se ha pasado de la raya jamás», apuntaba el presidente y a la par hombre de consenso en los momentos de arte y salero.

La historia del colectivo, que actualmente reúne a unos 80 socios que respetan la paridad sentimental, surge en el año 2013, cuando las peñas del Real Betis y el Sevilla FC de la zona deciden unirse a causa de la crisis económica que entonces castigaba a Andalucía. «Las cosas ya andan algo mejor y hemos ampliado la peña al incluir el salón contiguo», presumía su máximo dirigente mientras aparecía en escena Francisco Miralles, una institución del rugby sevillano y uno de los símbolos del Ciencias con su alocución directa y sincera. «El barrio necesita más cultura, pero bueno al menos nos reunimos, hablamos de fútbol y nos divertimos», aseguraba a un metro de Francisco Alonso, miembro de la directiva de la asociación, sevillista hasta el tuétano y compadre del presidente, bético y hoy inmensamente feliz. «Cuando quiero sufrir me voy con él y cuando él quiere divertirse se viene conmigo», decía Alonso antes de que el Betis, Real y Balompié para su gente de San Diego, dinamitara un maleficio que perduraba desde 2014. Así es el fútbol, el derbi y Sevilla. Y, por supuesto, su gente.