El arte del Sur, prototipo del carisma y del talento en vena, y la corpulencia del Norte en un escenario de cine. Un estilo y una filosofía de vida. Un camino hacia el éxito en forma de play off de ascenso. Una batalla con armas de última tecnología en el universo de una Tercera División de sabor auténtico. De una categoría con fragancia a sudor y jornal de tres cifras. El Écija Balompié creyó en la hazaña, se conjuró en el silencio y buscó la clasificación para la segunda ronda de la ruleta rusa con un axioma grabado a fuego. Ganar o morir. 1.000 días después del primer amanecer de su nueva vida y bajo un sol plomizo que tuesta la piel de los jornaleros del cuero. La Cultural de Durango fue un rival mayúsculo. De hierro. De cartel de Feria caro. Una agónica y taquicárdica tanda de penaltis cerró un combate de 120 minutos de tensión y fútbol en estado virginal.
El 1-0 de Tabira no ocultó las virtudes del Écija Balompié, que compareció en San Pablo con su habitual y versátil 1-3-4-1-2. Juan Carlos Gómez, camisa de riguroso negro, cinturón a juego y pantalones chinos, confió las pulsaciones de ataque a la velocidad de dos carrileros de recorrido, Manu Reina y Carmona. El inicio de los anfitriones fue demoledor. Devastador. Una ráfaga de aire de rabia y ambición. Alberto Castro, que se retiró lesionado y fundido, alertó a Andoni de su faena. Moyita dibujaba apariciones fugaces en terreno hostil y David Castro, un chico que interpreta el fútbol como un juego perfecto de ajedrez, gestionaba la posesión en régimen de monopolio. La Cultural de Durango de Igor Núñez opositó al éxito con un 1-5-1-3-1 con Tito, Galarza y Varela en el eje de la retaguardia. El Écija insistía, recurría a Marrufo, un hombre-ancla capaz de distribuir y asfixiar a su presa en la presión, y atacaba con la clarividencia de Juan Delgado, que fijaba a los zagueros oponentes con inteligencia.
Antes del asueto, y mientras San Pablo rugía como en las tardes de bronce y café en taza, el larguero y el pánico de Andoni escupieron un lanzamiento de libre directo de Alberto Castro, participativo y que conectaba con los carrileros natos para generar superioridad numérica en los pasillos interiores. El tiempo de refrigerio y consignas fue un bálsamo de agua bendita para el Écija. A un palmo de la línea del área, Moyita inventó un zig zag de tipo de otra galaxia y conectó un servicio certero hacia Juan Delgado, sin miedo en el tiro de gracia. 1-0 y cruce igualado. El técnico de la Cultural ya había reprogramado su pizarra y había sacrificado a un central para potenciar su medular.
Juan Carlos Gómez, inteligente y arriesgado, recurrió a su carácter para sacrificar a Juan Delgado, el hombre de la hazaña, y reclutar a Ezequiel, con mayor amplitud de movimientos. El dominio anfitrión fue amortiguado con el silencio del gentío y el sacrificio de la Cultural, que en el momento de la verdad resurgió para exigir una guerra de dimensión real. Los chicarrones del Norte se emplearon a fondo, contuvieron a Moyita, Juanito y Suanes y anunciaron su ataque con armas de guerrilla callejera. Ekain indultó a Fermín, felino, antes de que Mikel, ya en el tiempo de prórroga, recorriera con un machete y un mapa el área rival. Las coordenadas no detectaron el terremoto y el Écija Balompié mantuvo el tipo. Con respeto mutuo y miedo en los huesos, el árbitro señaló el final de los 120 minutos de alta tensión y pizarra.
Y entonces surgió la figura de Fermín, abrazado a Juan Carlos Gómez a un metro de la línea de cal. En silencio y en un mundo de esperanza. El cancerbero astigitano se ganó el pan, la sal y la renovación en el instante del pelotón de fusilamiento. Dos intervenciones de jabato herido y el peso y la responsabilidad para David Castro, el ‘10’. El número de los elegidos. El que lucen los chicos de barrio en la Andalucía del XXI. El dorsal que anhelan los miles de zagales que recorren el Sur cada domingo de barro y cantina. La etiqueta de los genios de carne y hueso. De los que madrugan para currar de sol a sol en los fértiles campos de Andalucía. Y en Écija, con el sol en el horizonte, David Castro batió a Andoni. Un chicarrón vasco que mereció el aplauso de la marabunta que soñaba con un nuevo viaje al fin del universo.
Ficha técnica:
Écija Balompié: Fermín, Carmona, Adri Crespo, Núñez, Curro, Marrufo, Alberto Castro (Suanes 77’), Manu Reina (Juanito 73’), Juan Delgado (Ezequiel 61’), David Castro y Moyita.
Cultural Durango: Andoni, Jagoba, Txapu, Tito (Jurgi 94’), Galarza, Varela (Mikel Pradera 45’), Josu (Mikel 69’), Aitor, Ekain, Mallagaray y Ekaitz.
Gol: 1-0 Juan Delgado (47’).
Penaltis: 8-7.
Árbitro: Del Río Lozano (Extremadura). Expulsó al local Juanito (116’). Amarilla a los locales Núñez y Alberto Castro; y a los visitantes Tito, Galarza, Josu, Mikel Pradera y Jurgi.
Incidencias: 2.200 espectadores en las gradas de San Pablo. Presencia de aficionados visitantes.