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El gesto y la corazonada

El carismático capitán del Écija Balompié, Alejo, ‘se fugó’ de la fiesta del ascenso en La Murta para consolar a sus rivales en el vestuario. Fue uno de los más aclamados de la afición azulina en Xátiva.

26 jun 2017 / 00:05 h - Actualizado: 26 jun 2017 / 00:08 h.
"Écija Balompié","Ascenso a Segunda B"
  • Alejo, aclamado por la afición, alza los brazos al cielo. / Manuel Rodríguez
    Alejo, aclamado por la afición, alza los brazos al cielo. / Manuel Rodríguez

De repente, en una acción sin aparente peligro, Curro gritó de dolor. El central yacía en el suelo y Carmona pedía el auxilio del fisioterapeuta. Juan Carlos Gómez, gesto reflexivo, señaló a Alejo con su dedo índice y el capitán, que no había debutado en el play off, se fajó el peto con la solidaridad grabada en el rostro. Curro debió abandonar el césped y Alejo Manuel Núñez Rodríguez (Écija, 4-3-1980), Alejo desde que era un corpulento delantero, alentó a su hermano Núñez en el primer balón dividido. Era el minuto 26 de la primera mitad de la finalísima de La Murta.

Un pulso que se prolongó durante 94 minutos de tensión y amagos de llanto. El capitán lució el brazalete y ejerció de líder en el verde. En la última jugada de la prórroga, Fermín, jabato, recibió el apoyo del guía espiritual. El hombre que se alió con el sentimiento para resurgir en el momento de la verdad. Después de la agónica tanda de penaltis fue uno de los primeros en felicitar a los aficionados que, con lágrimas en los ojos, invadían la moqueta. «Tenía la corazonada. Sabía que íbamos a ascender», decía José Ortega, el preparador físico, mientras recogía a un pensativo Juan Carlos Gómez. Con los héroes en el tapete y la afición entregada a la liberación, Alejo recorrió los 50 metros que separaban el epicentro de la fiesta del vestuario del Olímpic de Xátiva. Allí, sin los focos de las cámaras y sin apenas testigos, pidió permiso para entrar.

Entonces, y con un grupo rival abatido, consoló uno a uno a una legión de chicos rotos por la desesperanza y la rabia. «Es un sueño cumplido. Es apoteósico», admitía en una conversación con el periodista Fernando Domínguez, de Onda Cero Écija, cuando la luz se apagaba en La Murta. Su adiós del césped fue silencioso. Sin estridencias y con la sensación de haber saldado una deuda pendiente. Como cuando evitó la desaparición del club, su club, junto a los directivos Esteban Molina, Guillermo Pavón y José Luis González y su excompañero Úbeda un lejano 30 de junio de 2014. El honor del brazalete. Alejo, santo y seña del Écija Balompié.