La alineación de los astros y los caprichos del destino y la historia del fútbol se confabularon para cerrar la angustiosa racha del Sevilla Atlético, que acumulaba 9 citas sin ganar en Liga y que vigilaba el infernal retorno a Segunda División B a una distancia alarmante. El intrigante gol de Cotán en el tiempo de prolongación ante el Real Zaragoza cerró un círculo curioso en el que participaron de forma activa cuatro protagonistas, los guardametas Antonio Notario y Fabrice Ondoa, el recuperado Borja Lasso y el central Amo, al que espiaba una nutrida colección de históricos de la Premier League y que debutó en Segunda División como guardameta.
El Sevilla Atlético no ganaba en Liga desde el 8 de enero de 2017, cuando se impuso al Real Oviedo en el Sánchez-Pizjuán. Desde entonces, el saldo había sido demoledor –6 igualadas y 3 derrotas– y el mullido y confortable colchón sobre la zona de descenso había perdido consistencia. Al cierre de la fecha 20, el filial sumaba 30 puntos, habitaba zona de play off y oteaba las catacumbas a 8 de distancia. Antes del duelo ante el plantel maño, el B reunía 36 unidades y picaba una renta de ventaja de 6 puntos sobre el caos.
El brindis en La Romareda supuso, además del final de la maldición, la reedición de un curioso capricho del destino. En 2001, el entonces cancerbero del SFC, el catalán Antonio Notario, fue penalizado con la señalización de un libre indirecto ante el Real Zaragoza en un encuentro que dirigió Iturralde González. 16 años después, Ondoa repitió la infracción y Pulido Santana señaló un libre indirecto que transformó el anfitrión Edu García. El triunfo en Zaragoza, además, supuso la confirmación del retorno del rehabilitado Borja Lasso y el debut en Segunda División del central Amo. El zaguero asió los guantes y relevó a Fabrice Ondoa en el arco cuando el camerunés fue expulsado.