Juan Antonio Ruiz Martín, Juanan (Sevilla, 13-6-1991), fue uno de los canteranos con más proyección del Sevilla FC a principios de la década, en la que participó con el conjunto de la Carretera de Utrera en Segunda División B durante dos temporadas. Su escalada desde el C, donde asumió el rol de titularísimo, auguraba una prometedora carrera, aunque una grave lesión de rodilla y el infortunio se interpusieron en su camino. Tras su aventura en el AEL Limassol chipriota, el lateral diestro se enroló en el Cádiz B, su último destino antes de que el anterior verano aceptara una oferta de la Balompédica Linense, un clásico del torneo de bronce.
En las filas de la histórica Balona reaparecieron los fantasmas de unas molestias que propiciaron que fuera intervenido de una tendinitis rotuliana en su rodilla derecha. A su regreso a Sevilla recibió ofertas del Alcalá y el Cabecense, aunque declinó las propuestas para recuperar las sensaciones. Después de varios meses de rehabilitación, Juanan decidió unirse a la disciplina del Calavera, de Cuarta Andaluza. ¿El motivo? La sangre. Una sencilla cuestión afectiva. El entrenador del conjunto negro es su hermano mayor, Rafa Ruiz. «Ha sido clave para que vuelva a sentirme futbolista», confiesa Juanan con la calma de un pasado reconfortante.
Tras un año sin sentir en su piel la exigencia de la competición oficial, Juanan recuperó la sonrisa el pasado 24 de enero. Aquel día, el otrora lateral diestro de la cantera del Sevilla, ahora un elegante interior, debutó ante el Guillena. Fue suplente, aunque inauguró una nueva era en una carrera ejemplarizante para los más jóvenes del grupo. «El lateral diestro del equipo, Josema –aún juvenil–, me pregunta mucho cómo hay que colocarse», relata alguien que el domingo se calzará de nuevo las botas para grabar a fuego en su cuaderno de ruta un nuevo partido. Un nuevo fin de semana.