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Marco Van Basten, en la sede de la FIFA en Zurich.
Marco Van Basten fue un delantero revolucionario en su época. Pese a su altura (1,88) destacaba por su depuradísima técnica y dinamismo, un ‘9’ diferente que dejó en la retina alguno de los mejores goles que se recuerdan, tanto en el Ajax, el Milan y la selección holandesa, hasta su retirada en 1995 a consecuencia de una grave lesión.
El pasado mes de septiembre fue nombrado por el nuevo presidente de la FIFA, Gianni Infantino, director general de desarrollo técnico de la Federación Internacional de Fútbol, apuntalando una corriente que va a proponer distintos cambios en el reglamento del juego con la intención de hacerlo más dinámico.
Van Basten propone, según recoge el diario Bild, abolir el fuera de juego. «Tengo mucha curiosidad sobre cómo funcionaría el fútbol sin fuera de juego. Creo que mucha gente va a estar en contra. Yo estaría a favor porque el fútbol se parece cada vez más al balonmano», asegura el holandés, considerado el mejor en su puesto en los tiempos del gran Milan de Sacchi.
También propone sustituir las tarjetas amarillas por penalizaciones de tiempo, como ocurre en el balonmano, el hockey o el rugby, y así, el jugador dejaría el terreno de juego durante 5 o 10 minutos y luego se reincorporaría.
Del baloncesto imitaría el sistema de faltas personales, de tal forma que un jugador con cinco faltas fuese eliminado, para así eliminar el juego brusco.
Otra idea de FIFA para el futuro es acabar con los empates. De hecho, para el Mundial 2026 Infantino ya anunció que en la fase de grupos habría tanda de penaltis al final para dilucidar el ganador.
En la liga estadounidense (MLS) se utiliza el shoot out en caso de empate, imitando al hockey hielo o al balonmano playa. Cada equipo tendría cinco intentos. El árbitro pita y el futbolista corre 25 metros hacia la portería. En ocho segundos debe culminar la acción, propone Van Basten. explica.
En los últimos diez minutos de partido el reloj se pararía cada vez que hubiese una interrupción del juego por falta, cuando el balón saliese del terreno de juego u otras circunstancias, con el objetivo de acabar con las pérdidas de tiempo.
Propone además que sólo el capitán de cada equipo pueda hablar con el colegiado y expresar una protesta, como sucede en el rugby
Le preocupa la gran carga de partidos que tienen los futbolistas, y pretende reducir el calendario, que debería pasar de los 80 partidos actuales a unos 50. Otra de las medidas sería aumentar el número de cambios y añadir uno o dos más en caso de prórroga.