«Mi ilusión es hacer un previo antes de un partido»

El doctor Tomás Calero repasó en El Descuento las vivencias y anécdotas más destacadas de una trayectoria que supera las tres décadas en el Real Betis. El próximo 30 de junio dejará de ser el jefe de los servicios médicos de la entidad, lo que le ha permitido «ser un privilegiado».

29 may 2018 / 12:40 h - Actualizado: 29 may 2018 / 15:01 h.
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  • Tomás Calero, en el plató de El Descuento durante la entrevista. / El Correo
    Tomás Calero, en el plató de El Descuento durante la entrevista. / El Correo

Hablar de Tomás Calero es hablar del Betis. Lleva 30 años trabajando para la entidad heliopolitana y este año dirá adiós a una etapa profesional que ha marcado su vida: «He tenido la fortuna de desarrollar mi trabajo en el sitio que más me ha gustado y lo he dicho en multitud de ocasiones, soy un privilegiado. La adrenalina con la que se vive el fútbol nos arrastra a todos y por eso siempre digo que los médicos de los clubes somos diferentes».

Calero explicó anoche en El Descuento los motivos de marcha: «Fue una medida consensuada con la directiva, por eso lo anunciamos con tiempo y como todo lo que conlleva tiempo, permite digerirlo y por eso estoy tranquilo».

El cariño de los béticos le ha marcado. «Me siento alabado, a veces demasiado correspondido», dijo el doctor. Su nombre llegó incluso a ser coreado por la grada del Benito Villamarín en un gesto inusual en el fútbol español, pues no es habitual escuchar a una afición vitorear al médico del equipo. «Gracias a Dios no fueron muchas veces, pero es la grandeza de esta ciudad y este equipo», señaló Calero al respecto.

El hasta ahora jefe de los servicios médicos del Real Betis rememoró en El Correo de Andalucía Televisión momentos de su trayectoria. Uno de ellos se produjo en el Helmántico. Allí, la rápida intervención del galeno permitió salvar la vida de Miguel García, jugador por aquel entonces del Salamanca. «Es la segunda vez que veo estas imágenes, no me gusta recordarlo. Me da demasiada emoción, a Dios gracias recuperamos al jugador y concienciamos a todos de la importancia de un desfibilador. No tengo un contacto continuo con él, pero sé que cada vez que tiene oportunidad me muestra un cariño inusitado», señaló.

Tres décadas en Heliópolis dan para mucho. Calero recuerda anécdotas de todo tipo, muchas de ellas no sólo con respecto a los jugadores o los profesionales del primer equipo. Hace algunas temporadas, el Betis afrontaba un partido en época estival y a las doce del mediodía. Se esperaban temperaturas superiores a los treinta grados y el doctor intentó proteger a la gente de la grada para evitar desmayos y golpes de calor regando las gradas para que estas se enfriaran: «Hacía mucho calor, intenté que se regalaran gorrillas para la gente y como no pudo ser, regamos e hicimos una concienciación importante a través de los medios para que la gente fuese preparada».

Durante estos treinta años, el doctor Tomás Calero ha tenido que atender a muchos pacientes que estaban cerca del Betis por un motivo u otro. Emocionado, recordaba como un infarto en la Ciudad deportiva puso en peligro la vida de la conocida como abuela del Betis. «Un caso extremo fue el de la abuela, hubo que atenderla de un infarto en la ciudad deportiva. Me avisaron y me acerqué, la estabilizamos hasta que llegaron los servicios de emergencia y vivió».

Casos como el del galeno verdiblanco hay pocos en el fútbol español: «El médico más antiguo seré yo hasta el treinta de junio, pero hay algunos como el Dr. Angulo en Bilbao que lleva los mismos que yo, además de Villalón en el Atleti».

El doctor del Betis reconoce que los profesionales que trabajan en torno al primer equipo están sometidos a una presión elevada: «Nosotros estamos en la picota permanentemente y es normal. Trabajamos contrareloj, cuando tú comentas cómo gestionas patologías otros especialistas se echan las manos a la cabeza. Hacemos una medicina diferente. Que haya aguantado treinta años ahí se lo debo a mis compañeros, una persona sola no puede sacar adelante la exigencia que esto tiene».

En todo este tiempo, Calero ha vivido miles de situaciones dentro del vestuario, el que reconoce como su habitat natural: «Yo he visto de todo, pero también he hecho de todo. He sido médico, utilero... Con treinta años ahí te obligas a hacer de todo, si no te pasan cosas en tanto tiempo es que eres un triste».

Tanto ha hecho, que en el último derbi en el Ramón Sánchez-Pizjuán fue el encargado de dar la charla antes del partido: «No estaban ni el primero ni el segundo entrenador y me acerqué a Marcos Álvarez, que era la persona al mando y no sé como, le dije que necesitaba decir algo. Y así fue...».

Hay quien dice que además de médico, Calero es un gran psicólogo. Reconoce que estar cerca de los jugadores, poder motivarlos y ayudarlos será, sin lugar a duda alguna, lo que más extrañe en el futuro: «A mí me ha gustado siempre vivir el vestuario, pero tanto en lo bueno como en lo malo. Yo siempre me he sentido muy allegado a ellos y siempre me han correspondido, eso sí que lo voy a echar de menos. La convivencia del grupo, las charlas cuando las cosas van mal...Eso lo voy a echar mucho de menos».

Tomás vivió momentos malos, muy malos y otros tremendamente positivos en su etapa como jefe de los servicios médicos: «Este Betis me ha hecho pasar tantas situaciones malas que no sabría decirte cual fue la peor, pero si te gusta esto lo aceptas con lo bueno y lo malo. La victoria y la derrota van contigo, o lo aceptas o estás perdido. ¿Lo mejor? han sido también tantos que no podría describir uno, pero sí que recuerdo una muy sencilla, veníamos de descolgarnos con Víctor Fernández de las posibilidades de ascenso y en un paseo por la Playa de Las Canteras hubo una conjura, porque las conjuras existen. Funcionó, ganamos dos o tres partidos y el quinto creo recordar era en Huesca, pero se enroscó el partido, no salía nada. Y al final, un centro de Odonkor lo remató Juanma, que no había rematado en su vida de cabeza y marcó el gol. Aquello fue increíble, una de tantas...»

Observador, siempre está pendiente de los suyos. A calero se le escapan pocos detalles, uno de ellos fue muy significativo justo antes de un partido vital para Víctor Fernández, técnico del Real Betis por aquel entonces, en Salamanca, donde el equipo se jugaba el ascenso: «Esa llegada al estadio fue increíble, en un partido de Segunda. Iba sentado en el bus detrás del míster y empezó a mover la cabeza, cuando vi que estaba emocionado, le quité las gafas de sol a Pepe, que era quien iba conduciendo y se las puse a Víctor».

El caso Miki Roqué marcó al médico personal y profesionalmente. «Miki era un tío bragao, luchador... Yo empiezo a conocer a Miki cuando llegó al Betis Deportivo, no tenía mucha relación con él, pero en una pretemporada en El Portil, Mel lo llevó como a tantos otros del filial y estando allí, metió el pie en un hoyo y se hizo un esguince bestial. Cuando me lo llevaba para Sevilla, se cruzó con Mel y me pidió parar el coche. Le dijo que jugaría en el Betis, que no se olvidara de él. Me quedé mirándolo y me di cuenta que era un tío diferente», señala Calero, quien reconoce que «darle la noticia a Miki fue el momento más difícil de mi carrera. Él lo único que quería es que yo le dijera que no se le había acabado el fútbol. Al final de la conversación nos derrumbamos los dos y el resto ya lo conocéis, ahí empezó la leyenda de Miki Roqué».

Pensando en el futuro más inmediato, el hasta ahora Jefe de los Servicios Médicos del conjunto verdiblanco reconoce que «tengo ilusión de hacer el previo que hace todo el mundo antes de los partidos, yo no sé lo que es eso y me hace mucha ilusión». «No sé cómo voy a ver el Betis, porque nunca lo he visto si no he estado en el banquillo. Solo una vez que me expulsaron injustamente. El siguiente partido lo empecé viendo en el palco, pero no fui capaz de aguantar ni veinte minutos y me tuve que bajar al túnel, también me hace ilusión ver un partido en la grada», concluyó.