Navas también iluminó Nervión

Un Sevilla inoperante en la primera mitad, salió a flote gracias a la constancia del canterano, que fue el mejor de los suyos en un partido que venía marcado por el sentido homenaje que los a las víctimas del terrible atentado de Barcelona

20 ago 2017 / 02:03 h - Actualizado: 20 ago 2017 / 23:46 h.
"Sevilla FC","Eduardo Berizzo","Jesús Navas"
  • Navas recibe instrucciones de Eduardo Berizzo desde la banda. / Foto: Manuel Gómez
    Navas recibe instrucciones de Eduardo Berizzo desde la banda. / Foto: Manuel Gómez

La sobrecogedora imagen de un Ramón Sánchez-Pizjuán iluminado en su exterior por los colores de la senyera no fue lo único que impactó en la previa de un partido que venía marcado por la solidaridad de un público volcado con su equipo y el rival. Y es que ver a los capitanes entrar al terreno de juego con la bandera de Barcelona ante la atronadora ovación de los sevillistas sólo puede ser fruto de un apoyo que viene heredada por otra desgracia que ya unió a estas dos aficiones. Si emocionante fue la previa, desconcertante fueron los primeros compases de un partido que empezó marcado por el despiste que generó la primera ocasión del Espanyol y la lesión de David Soria en la misma jugada. De ahí al final de la primera parte el equipo de Berizzo estuvo ausente. Tenía el técnico la intención de controlar el balón «como en la primera parte en Turquía», según explicó el propio Berizzo en la conferencia de prensa previa al duelo. No lo consiguió. De hecho, fue el conjunto dirigido por Quique Sánchez Flores el que llevó el control del juego e incordió permanentemente el área sevillista con la peligrosa presencia de Leo Baptistao y Gerard Moreno.

No carburaba el experimento de Berizzo con Ganso, Nzonzi y un voluntarioso Borja Lasso en el centro del campo. El entrenador se dio cuenta y mandó a calentar a Banega. Corría el minuto 53 cuando el mediocentro argentino entró en el partido. El Sevilla se soltó y empezó a generar peligro con Navas desbordando a su antojo. El de Los Palacios entraba una y otra vez por la derecha con la velocidad que le caracteriza. Un puñal, asociándose con Banega y Nolito, que siempre buscaba a Muriel, algo más perdido en este selecto grupo de cuatro. Todo parecía ir sobre ruedas, se atisbaba la remontada en el ambiente hasta que Banega decidió autoexpulsarse sin motivo. Ahí murió el partido. Se apagó la luz de un Sevilla al que le costó arrancar, que sólo gozó de unos minutos de lucidez, pero que ve en la tripleta formada por Navas, Nolito y Banega el mejor argumento para pensar que lo de ayer, fue sólo un desliz.