Un sevillano en la cima de la Asobal

Chispi, del Ángel Ximénez Puente Genil, ha sido el máximo goleador de la Liga de balonmano con una marca espectacular: 216 dianas. Su historia es un ejemplo de superación hasta alcanzar la élite.

27 jun 2015 / 23:06 h - Actualizado: 29 jun 2015 / 12:57 h.
"Balonmano"
  • Chispi, que además de ser jugador de balonmano es bético y trianero, posa en la calle Betis / Inma Flores
    Chispi, que además de ser jugador de balonmano es bético y trianero, posa en la calle Betis / Inma Flores
  • Chispi intenta frenar al todopoderoso Karabatic durante el Ángel Ximénez-Barcelona.
    Chispi intenta frenar al todopoderoso Karabatic durante el Ángel Ximénez-Barcelona.
  • Chispi, con la camiseta liguera de su equipo y la especial de la fase final de la Copa / Inma Flores
    Chispi, con la camiseta liguera de su equipo y la especial de la fase final de la Copa / Inma Flores
  • Un sevillano en la cima de la Asobal

Es muy improbable que Juan Antonio Vázquez Diz (Sevilla, 1983) pasee por la ciudad y alguien lo reconozca, lo pare y le pida un autógrafo o una foto. Sin embargo, es alguien en el mundo del deporte. Es jugador de balonmano y esta temporada se ha proclamado máximo goleador de la Liga Asobal. Por si el símil futbolístico aclara alguna duda, ha sido el pichichi de Primera. Chispi, que es su nombre de guerra (deportivamente hablando), ha marcado la friolera de 216 tantos con la camiseta del Ángel Ximénez Puente Genil. Y no es un recién llegado ni un desconocido en el mundo del balonmano: tiene 31 años y está totalmente asentado en la División de Honor, aunque le ha costado lo suyo, incluidas varias operaciones de rodilla. Ahora prepara el Europeo de balonmano playa, disciplina en la que es uno de los mejores jugadores del mundo.

«Cuando empieza la temporada no hay que ponerse objetivos individuales. En noviembre, febrero o marzo era anecdótico, pero cuando faltaban tres o cuatro jornadas sabía que iba a ser el máximo goleador. Me llena de orgullo, se va a quedar siempre ahí», confiesa el protagonista, que en la 2007-08 también alcanzó ese honor, pero en División de Honor B. Entonces jugaba en el Ars Palma del Río.

Han sido muchas las etapas que Chispi ha superado para ser lo que es, un jugador consolidado en una de las ligas más potentes del mundo. Se formó en su barrio, en el BM Triana, y en juveniles se fue al Rochelambert, pero la falta de perspectivas en Sevilla lo forzó a irse y buscarse la vida en Primera Nacional (Dos Hermanas y Palma del Río) y la División de Honor Plata (subió con el Ars y también militó en el Anaitasuna navarro). El Keymare Almería le abrió la puerta de la Asobal y el Antequera lo asentó. Allí, a las órdenes de Antonio Carlos Ortega, exjugador del Barça, comenzó también su calvario con las lesiones. Con la lesión.

«Fue en diciembre de 2010, en la última jornada de la primera vuelta, contra el Barça», recuerda. Se rompió el ligamento cruzado de la rodilla y luego sufrió una infección que lo mandó al quirófano «cuatro o cinco veces». «Hasta que llegué a Puente Genil estuve mareando la perdiz, con mucho cambio de equipo y lo que eso supone. Si llegas a un sitio, tienes que echar el resto y pasar por lo que sea aunque te duela mucho la rodilla. Eso es contraproducente. Si hubiese tenido más estabilidad, tiempo para recuperarme... Pero en dos años cambié cuatro veces de equipo», lamenta.

Tras nueve meses de baja, Chispi estuvo en el Granollers, volvió a operarse, emigró a Rumanía (al CSM Bucarest del mítico Vasile Stinga), regresó casi de inmediato a la Asobal a través del Puerto Sagunto, se ilusionó y se frustró con el Dijon francés y en la Navidad de 2013, por fin, recibió una llamada de Puente Genil. Allí se reencontró consigo mismo y con Antonio Ortiz, un extécnico del Antequera que lo conocía a la perfección. Su contribución fue crucial para que el equipo se salvase. El club cambió después de entrenador y fichó a Fernando Barbeito, «exjugador del mítico Dream Team del Barça». «Ha sido para bien, aunque sea ventajista decirlo ahora», reconoce. El Ángel Ximénez quedó décimo en la Liga, se metió en la Final Four de la Copa del Rey y presumió de pichichi, claro.

«Es la mejor marca de mi carrera. Nadie pasaba de 200 goles en la Asobal desde 2009. Aquel año metió 209 un extremo zurdo del Teucro, Curuvija, y seguramente en el ranking histórico estaré bien colocado. Me queda la duda de si algún español ha metido más de 200 goles», se pregunta Chispi. «Todo es susceptible de mejorar, pero lo importante era que el equipo se salvase. Si hubiese tenido este reconocimiento individual y hubiésemos bajado, habría sido un desastre», aclara.

La Chispi-dependencia, por llamarlo de algún modo, ha sido debate habitual en Puente Genil. «Hay gente que decía que el equipo no ganaba cuando yo pasaba de diez goles y que ganaba siempre cuando marcaba menos (ríe). Pero cuando el partido necesitaba que alguien cogiera más responsabilidad, casi siempre era yo», explica el sevillano, que ha sido la referencia para sus rivales: «Si van 20 jornadas y hay un tío que lleva 150 goles, está claro que tienes cuidado con él. De todas formas, teníamos a Rafa Baena, que absorbía muchas miradas. El entrenador rival valora qué es más fácil, que te metan un gol de diez metros o de seis», explica. Baena, también sevillano, en concreto de Estepa, acaba de de fichar por el Rhein-Neckar Löwen, subcampeón de la Bundesliga.

Chispi es lateral izquierdo, aunque ha pasado «por casi todos los puestos». «Hubo una época, en el Antequera, en la que a Ortega se le ocurrió probarme como extremo izquierdo. Curiosamente, fue la única vez que me han llamado para la selección (ríe)», dice. También es trianero y bético, así que su año ha sido inmejorable. ¿Sería él como el Rubén Castro del Puente Genil? «Sí, y además me parece increíble que nunca haya ido a la selección. Que Munir sí fuese... Me imagino a Rubén en su casa pensando que era una broma. Es de admirar que se haya quedado aquí después de bajar y ahí me veo reflejado, porque ha preferido ser feliz al reconocimiento o al dinero. Yo he renunciado a estar en otros sitios ganando más dinero por estar más cerca de la familia», contesta. De todas formas, se identifica con otro verdiblanco: «Me asemejo más a Jorge Molina, un tío peleón que siempre ha respondido a los palos que le han dado». Él también respondió y por eso está hoy donde está.

¿POR QUÉ NO HAY BALONMANO DE ÉLITE EN SEVILLA?

«Rochelambert es lo último interesante que ha habido; durante un par de años se hizo equipo para subir a la Asobal. Aquí la oferta deportiva es amplia y no hay un mercado de balonmano o no se ha sabido vender a un patrocinador potente. El ejemplo es el Caja: teniendo ese respaldo es fácil hacer lo que sea; ahora ha perdido ese dinero y lo pasa mal. Está muy bien trabajar con la base casi de forma altruista, pero si los niños no ven que pueden tener una recompensa, es muy difícil. Mientras no haya un equipo de referencia no creo que esto vaya a más», opina Chispi.