De perdidos al río: solo uno saldrá a flote

Los dos candidatos eligieron la orilla del Guadalquivir para el acto central de sus campañas. A un día de las primarias, ambos apelaron a su modelo de partido

19 may 2017 / 22:34 h - Actualizado: 20 may 2017 / 10:58 h.
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Alea iacta est: la suerte de las primarias está echada. A poco más de un día de la votación del proceso interno más descarnado y expectante que ha vivido la democracia patria, Susana Díaz y Pedro Sánchez contraprogramaron su acto central de campaña en el mismo sitio y a la misma hora, a escasos dos kilómetros de distancia en la misma orilla del Guadalquivir. Los rivales se midieron en los muelles de las Delicias y la Sal, con mítines cargados de últimas consignas, rabillo de ojo y calculadora de público. Unos 3.000 bajo el Puente de Triana en el apoyo a Pedro Sánchez y 5.000 en el Acuario, entregados al discurso de Susana Díaz.

Díaz fue la primera en entrar en liza, pese a que ambos actos estaban previstos para las 19.30. La presidenta andaluza arrancó su discurso político con declaración de intenciones de manual y chute de autoestima. «Moral de victoria». «Quiero ser secretaria general del PSOE, porque este partido es lo mejor que le ha pasado a este país». Su proclama fluctuó en sus primeros compases entre el advenimiento de un modelo de partido -el que ella propone- en el que se huirá «de complejos y de parecerse a otros» hasta la búsqueda de un levantamiento que erradique «los lamentos» y «deje la división». Buceando en las frases, una muy clásica en su hoja de ruta de asalto al federal: «Vamos a levantar el PSOE para levantar el país», percutora también en el esperado mitin de Sevilla.

La primera parte de la disertación de Díaz, lanzada entre vítores bajo un sol de justicia que caía a plomo en un auditorio repleto junto a la terminal de cruceros, fue directa a la diana de las primarias, aunque, eso sí, sin alusiones ni hacia Pedro Sánchez ni al respecto del hecho de que con solo alzar la vista casi se podía percibir el acto rival, éste frente a su Triana natal.

Como preludio de la arribada de Díaz, los teloneros tomaron el atril. El alcalde Espadas apeló a la satisfacción que el socialismo andaluz exhibe por Díaz «trabajadora y preparada»; el secretario de Juventudes, Nino Torre, pidió que no se les volviera a negar «la condición de militante», al tiempo que ironizó sobre si no hay alcaldes socialistas en España «como para irse tan lejos a buscarlos», en clara referencia a que Anne Hidalgo estuviera en el acto del muelle de la Sal con Sánchez; y la que fuera Presidenta del partido y la exconsejera Micaela Navarro, que reiteró «desde el respeto» el referido axioma de que es «la más indicada para liderar el partido».

Díaz, tras devolver caricias a los intervinientes, reparó en la figura de Guerra, el único dinosaurio de la vieja guardia allí presente, y que pese a los cotilleos previos, no participó en los discursos. Su loa fue también el espolón para los muchos mensajes lanzados en el ideario de la socialdemocracia perdida, «la que ha cambiado la vida de la gente», y de la que había que sentir «orgullo». «La socialdemocracia no está muerta, lo que lo está son los partidos y el liderazgo», exclamó, al tiempo, que derivó la prédica en la defensa del Estado de Bienestar, en un mitin en el que desgranó todo un programa electoral de gobierno, con alusiones a la educación, sanidad, igualdad, violencia de género, Europa y otros aspectos en clave de Moncloa.

Aunque Díaz no citó a Sánchez, no reparó en acordarse de Rajoy e Iglesias, a los que las primarias «se les están atragantado». «¿Rajoy nos va a acomplejar? Va a durar lo que el PSOE tarde en levantarse», consiguiendo, una vez más, que el respetable concitado, acalorados como los que más, fueran los que se levantaran. Como cierre, y tras reconocer querer romper «el techo de cristal de ser la primera mujer secretaria general del partido para luego romper el de hormigón de ser la primera presidenta del gobierno», la trianera exhaló, a todo pulmón, el sintagma que eleva a quid de la cuestión: «A ganar, siempre a ganar».

A dos kilómetros, el muelle de la Sal estaba tomado por sanchistas, algunos parapetados a la sombra del Monumento a la Tolerancia. Un grupo de rock amortiguó la media hora de tardanza de Pedro Sánchez, que descendió junto a sus primeros espadas andaluces de travesía: su valedor, el alcalde de nazareno, Francisco Toscano; su director de campaña, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis; y la alcaldesa de París, la isleña Anne Hidalgo. A ellos, a la militancia andaluza, se amparó Sánchez. «Me apoyó hace tres años y ahora apeló a la responsabilidad histórica del PSOE andaluz, que nunca temió liderar el cambio».

El candidato también garantizó la unidad del partido si gana, pero recordó que «han jugado a cansar» su opción, que definió como la defensora de la militancia, la izquierda y la que «recuperará la autonomía política del PSOE». Un proyecto del siglo XXI del que, aseguró, que estarían, invocando a Suresnes, «esos jóvenes sevillanos» que cambiaron el partido, por Felipe González y Alfonso Guerra. «Con 35 años menos nos apoyarían», reivindicó Sánchez, que se comprometió a «rescatar al PSOE de la abstención del PP» e incluso atizar a Podemos por su moción de censura, que «hace un año, con la misma corrupción, no habría hecho falta» antes de terminar su mitin con La Internacional y Color esperanza de Diego Torres. Nada de melodías del PSOE.

Sánchez se dirigió a la militancia y casi ni aludió a su rival, empresa que dejó a sus anfitriones, enfrentados históricamente a Díaz. Primero fue Toscano, que rescató la readaptación de Gandhi formulada días atrás por el exalcalde mairenero Valeriano Ruiz. «Primero nos ignoran, luego se ríen de nosotros y después nos atacan. En ese momento, Pedro, vamos ganando», dijo, no sin recordar los años que el aparato «ha ignorado a la militancia» y «ha dado por muerto a Pedro», mientras el candidato daba «un zamarreón» al partido «multiplicando apoyos».

Gómez de Celis no rebajó el tono y le puso más picante. Primero, al citar el barrio de Díaz. «Entre Triana y Sevilla está Pedro». Acto seguido, más puyas, como que la campaña se asemeja a los dibujos del coyote y el correcaminos, con los susanistas «imitando» sus movimientos. «Si íbamos a Triana, ellos iban a Dos Hermanas y Nervión; si íbamos a Alcalá, ellos también y si vamos al río... ellos de perdidos al río». La voz en Andalucía de Sánchez reivindicó la condición de «izquierdas y rojos» del PSOE, a la par que agradeció a las plataformas que «tiraron» de él cuando fue «derrocado» en octubre. .