El hambre en el mundo continúa sin disminuir y la obesidad sigue creciendo

Según el último informe de la ONU, más de 850 millones de personas en el mundo continúan padeciendo hambre, mientras que, el sobrepeso y la obesidad, siguen aumentando en todas las regiones

16 jul 2019 / 08:47 h - Actualizado: 16 jul 2019 / 08:59 h.
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El informe de la ONU “El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el mundo” ha revelado que el hambre lleva tres años seguidos sin disminuir y que la obesidad continúa creciendo desmesuradamente entre los niños con edad escolar y en adultos.

El informe forma parte del seguimiento de los avances hacia el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 sobre el Hambre Cero, que pretende poner fin al hambre, promover la seguridad alimentaria y acabar con todas las formas de malnutrición para 2030.

La ONU calcula que unos 820 millones de personas carecían de alimentos suficientes para comer en 2018 -frente a 811 millones en el año anterior-, el tercer año consecutivo en que esta cifra aumenta. El dato del nuevo informe pone de relieve el inmenso desafío que supone alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible del Hambre Cero para el año 2030. Además, el ritmo del progreso para reducir a la mitad el número de niños con retraso en el crecimiento y el de bebés nacidos con bajo peso al nacer es demasiado lento, lo que, según el estudio, hace aún más inalcanzables los objetivos de nutrición del ODS 2.

Al mismo tiempo, el sobrepeso y la obesidad continúan aumentando en todas las regiones, en especial en niños de edad escolar y en adultos. “Nuestras medidas para abordar estas tendencias preocupantes tendrán que ser más enérgicas, no solo en su escala, sino también en términos de colaboración multisectorial”, piden los responsables de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su prólogo conjunto al informe.

El hambre está aumentando en muchos países en los que el crecimiento económico está estancado, en particular en los países de ingresos medios y en los que dependen en gran medida del comercio internacional de productos básicos. El informe anual de la ONU denuncia igualmente que, la desigualdad de ingresos está creciendo en muchos de los países donde aumenta el hambre, lo que hace aún más difícil para las personas pobres, vulnerables o marginadas, hacer frente a la desaceleración y la recesión económica.

“Debemos fomentar una transformación estructural inclusiva y favorable a los pobres, centrada en las personas y en las comunidades, para reducir la vulnerabilidad económica y encaminarnos hacia la erradicación del hambre, la inseguridad alimentaria y todas las formas de malnutrición” aseguran los dirigentes de las Naciones Unidas.

África presenta la situación más alarmante, ya que la región tiene las tasas de hambre más altas del mundo, que siguen aumentando, lenta pero constantemente, en casi todas las subregiones. En África oriental en particular, cerca de un tercio de la población (un 30,8 por ciento) está subalimentada. Además de los fenómenos climáticos y los conflictos, la ralentización y la crisis económica están impulsando este aumento.

Por su parte, Asia posee el mayor número de personas subalimentadas (más de 500 millones). Juntos, África y Asia soportan la mayor parte de todas las formas de malnutrición, ya que cuentan con más de nueve de cada diez niños con retraso en el crecimiento y más de nueve de cada diez niños con emaciación en todo el mundo. Además de estos problemas, en Asia y África viven casi las tres cuartas partes de todos los niños con sobrepeso en el mundo, impulsado en gran medida por el consumo de dietas poco saludables.

Por último, el informe estima que más de 2.000 millones de personas, la mayoría en países de ingresos bajos y medianos, no tienen acceso regular a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes. Pero el acceso irregular es también un desafío para los países de ingresos altos, incluyendo el 8% de la población de América del Norte y Europa.