Iglesias se aferra a los pactos

Pablo Iglesias no ha logrado vencer a los pronósticos y tras las elecciones de este 28 de abril se ha quedado con un grupo parlamentario reducido a 42 escaños

29 abr 2019 / 08:08 h - Actualizado: 29 abr 2019 / 08:35 h.
"Elecciones Generales 2019"
  • Iglesias se aferra a los pactos

Pablo Iglesias no ha logrado vencer a los pronósticos y tras las elecciones de este 28 de abril se ha quedado con un grupo parlamentario reducido a 42 escaños (tenía 67) y una esperanza de salvación: que los pactos postelectorales le permitan tocar el poder.

A Pablo Iglesias (Madrid, 1978) le han pasado muchas cosas desde que hace cinco años soñó con adelantar al PSOE. No lo consiguió pero fue líder de la tercera fuerza política del país, promotor de una moción de censura fallida y después el principal valedor de un presidente de izquierdas hoy fortalecido tras 9 meses de mandato.

Con sus peores resultados y adelantado por Ciudadanos, Pablo Iglesias roza con los dedos de sus manos los ministerios, y en las próximas semanas se esmerará para lograr un gobierno de coalición con el PSOE que, de concretarse, podría llevar a Podemos a una época dorada.

El candidato a la Presidencia ha sido en este tiempo profesor indignado, entrevistador de La Tuerka, tertuliano, eurodiputado, líder de la tercera fuerza política, vencedor de una dura batalla interna y también principal ideólogo de unos presupuestos generales fracasados que defendió con saña en las moquetas de la Moncloa.

Cinco años de torbellino en los que ha ganado una "compañera", la número dos del partido, con la que se mudó de su piso de Vallecas a un chalé en Galapagar y que le ha dado dos hijos: dos mellizos prematuros que sobrevivieron -según remarca él- gracias a la sanidad pública.

A ellos dedica Pablo Iglesias una parte importante del tiempo que antes exprimía para la vida pública: fue el primer diputado en tomarse un permiso de tres meses para cuidarlos y desapareció de los focos entre el 20 de diciembre y el 23 de marzo.

Pero tampoco en ese tiempo se lo tragó la tierra. Negoció los presupuestos e intervino en la peor crisis interna de su partido: la marcha por sorpresa de su examigo Íñigo Errejón.

Un golpe inesperado, aunque temido, que lo dejó emocionalmente tocado aunque sin rival rotundo en el partido.

De la foto de octubre de 2014 de los cinco ideólogos-fundadores de Podemos (el secretario general, junto a Monedero, Errejón, Bescansa y Luis Alegre), hoy sólo él queda en la cúpula morada.

Y si a la caída electoral le sucede la llegada al poder, el líder de Podemos podría tener margen para pilotar la organización hasta tener preparado su relevo.

Pablo Iglesias entró en precampaña el 23 de marzo con la polémica del cartel que anunciaba su regreso.

Desde entonces hasta hace solo unos días, el candidato de Unidas Podemos ha transitado cabizbajo, cansado, desanimado. Se estrenó con un minuto de discurso en la pegada de carteles rodeado de unos pocos simpatizantes y siguió la primera semana con actos pequeños, uno al día o incluso ninguno.

Hasta que llegaron los debates, en los que volcó toda la energía de su campaña y se presentó como un candidato moderado, que hablaba en positivo y dejaba atrás al Pablo desafiante del pasado. "Con el tiempo he aprendido que un tono educado es más efectivo", decía el propio Iglesias sobre sí mismo.

Pero ese papel más institucional construido por su nuevo jefe de gabinete convive con el del "coletas", el de aquél Pablo Iglesias de lengua afilada que, con el optimismo, ha emergido en los últimos días de campaña.

Metódico, estudioso y autoexigente, Iglesias tiene una gran capacidad para aislarse de la presión. "Te puedes pasar un viaje de tren hablando de películas, de series, de música, de historias de lo más diversas, de ciencia política, de sociología", dice de él su jefe de gabinete.

Incluso en campaña ha encontrado tiempo Pablo Iglesias de ver su serie favorita, "Juego de Tronos". "Veremos si ganan los caminantes blancos o si ganamos los buenos", dijo ayer. Y los caminantes no han ganado, pero, al menos esta noche, también él ha perdido.