En las dos últimas décadas, la venta de toallitas húmedas para la higiene personal se ha incrementado notablemente en los países de mayor poder adquisitivo, llegando a alcanzar los 15 kilogramos por habitante al año en España, un valor muy superior al resto de países europeos.
A pesar de lo que se anuncia en muchos de los envoltorios de este producto de higiene personal sobre sus capacidades de degradación o disolución, tan sólo una de estas toallitas puede tardar más de 500 años en degradarse en la naturaleza. Se trata además de un elemento que obstruye las conducciones de evacuación, las cañerías, provocando importantes vertidos por la rotura de estas infraestructuras y la consecuente contaminación de los acuíferos y aguas superficiales próximas. Si logran alcanzar las estaciones de depuración, estas instalaciones se han de dotar de equipos suficientes para extraer la enorme cantidad de elementos sólidos que evitan la correcta depuración de las aguas. En los momentos de mayor concentración de estos, la depuración no llega a su máxima efectividad y la contaminación alcanza la red hídrica natural, afectando directamente a la fauna y flora de los cauces y riberas.
Las toallitas húmedas para la higiene personal se han convertido en el principal problema del sistema de alcantarillado y depuración, como explican los expertos en el ciclo del agua urbana. Se estima que a nivel europeo los sobrecostes derivados por la limpieza de conducciones, reparación de cañerías obstruidas, la compra de nuevos equipamientos para su eliminación o mantenimiento de los mismos en las estaciones de depuración, alcanzan cifras de entre 500 y 1.000 millones de euros al año. También se han convertido en un grave problema para las redes de saneamiento de muchos pueblos y ciudades. Para muchos expertos la única solución sería que la gente dejara de arrojarlas, ya que no son biodegradables. No obstante, desde la Asociación de Empresas de Operadoras de Agua Pública y Saneamiento (Aeopas) se apuesta por la concienciación evidenciando que es necesario un cambio cultural en torno al uso del inodoro.
Además, hay que recalcar que no son sólo las toallitas húmedas las causantes de este grave problema ambiental. Aeopas asegura que se han detectado hábitos cotidianos en los hogares que agravan las dificultades de evacuación y depuración: tampones, pañales, bastoncillos, toallitas desmaquilladoras, colillas o tiritas presentan la misma problemática de eliminación y los mismos efectos de contaminación. Los aceites, pinturas y disolventes, que muchas personas también evacuan por las cañerías del hogar, no llegan siquiera a diluirse y en muchos casos alcanzan el medio natural. Junto a estos desechos arrojados al inodoro o a las cañerías se suman aunque en menor medida los medicamentos, sobre los que los expertos alertan de su especial peligrosidad por la probabilidad que tienen de trasladarse a aguas de riego o depósitos para consumo humano.
Con respecto al caso de las toallitas húmedas de uso higiénico, es necesario señalar que su sustituto tradicional, el rollo de papel higiénico, es la opción más valorada por las Empresas Públicas de Saneamiento o las Administraciones responsables de su gestión, pues en muchos casos este papel llega deshecho al sistema de evacuación y es altamente degradable en el medio natural. De modo que la sustitución de las toallitas húmedas por el papel higiénico supondría, además de un ahorro económico en los hogares, un escaso esfuerzo de cambio en los hábitos del hogar, aspecto que refuerza la intención de desarrollar esta campaña publicitaria de concienciación.
Una problemática que ha llevado a la puesta en marcha de la campaña #WCnoespapelera, con la que Aeopas en colaboración con la Consejería de Medio Ambiente pretende informar y concienciar sobre el problema del mal uso del inodoro .
Estos mensajes vienen de igual manera y con el mismo sentido tanto de movimientos ecologistas como de la Administración o empresas públicas responsables del saneamiento de las aguas residuales. Y es que los efectos que están teniendo las toallitas húmedas, bastoncillos, aceites, tiritas, detergentes, pinturas, etc., provocan graves perjuicios en el medio ambiente y en los sistemas de evacuación y depuración de las aguas residuales.
La campaña #WCnoespapelera supone un esfuerzo pedagógico necesario para impulsar un cambio necesario en al uso del inodoro. En palabras de Luis Babiano, gerente de Aeopas, «el compromiso de cada ciudadano con el medio ambiente y su concienciación son dos elementos clave en el cambio hacia un modelo social más responsable. La educación se ha convertido en una herramienta básica para encauzar el camino hacia un futuro sostenible y que nos sirve para entender cómo nuestras acciones tienen un impacto directo en nuestro entorno. Por eso hemos impulsado esta pegadiza campaña, con el objetivo de aumentar el conocimiento de los ciudadanos sobre el uso sostenible del inodoro. Los anuncios harán que muchos ciudadanos se den cuenta de que tenemos pequeños errores a la hora de desechar determinados residuos y eso nos permitirá hacer todo un poquito mejor».
Para Pilar Navarro, secretaria general de Medio Ambiente y Cambio Climático de la Junta de Andalucía, se debe apoyar este tipo de iniciativas ya que «tenemos mucha experiencia en campañas relacionadas con el consumo responsable del agua y estas campañas han sido un éxito». Con ese antecedente, la responsable de aguas de la Junta aclara que «por ejemplo, en época de sequía hubo ciudades que redujeron su consumo por encima de un ocho por ciento gracias a las llamadas de concienciación; y esta experiencia exitosa hay que trasladarla a otros espacios que hasta ahora han sido menos atendidos y que sin embargo empiezan a ser prioritarios desde una óptica medioambiental. Por eso es fundamental empezar a crear una conciencia social sobre el tema y buscar la co-responsabilidad de los ciudadanos en este tema».
El compromiso de entidades públicas como la Empresa Municipal de Aguas de Córdoba (Emacsa), la empresa metropolitana de Sevilla (Emasesa), o el Consorcio de Aguas de Écija, de ayuntamientos como los de Puente Genil o Lucena (ambos de Córdoba) y diputaciones como la de Jaén garantiza el éxito en la lucha contra la invasión de las toallitas.