La «obra» de Pedro se estrena mañana

Gianni Pittella, el líder de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas del Parlamento europeo, fue uno de los mayores atractivos de la primera jornada del congreso

17 jun 2017 / 19:42 h - Actualizado: 17 jun 2017 / 19:51 h.
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  • Gianni Pittella, a la izquierda de la foto, junto a Pedro Sánchez. /Sergio Barrenechea (Efe)
    Gianni Pittella, a la izquierda de la foto, junto a Pedro Sánchez. /Sergio Barrenechea (Efe)

Tuvo que venir al 39 congreso del PSOE un italiano herido por la crisis de la socialdemocracia para despertar el ánimo de los delegados y sacar algunas sonrisas, porque el resto de la velada ha sido un tostón. La obra que todos quieren ver, «el nuevo PSOE» de Pedro Sánchez, se estrenará mañana.

Gianni Pittella es el líder de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas del Parlamento europeo. Nacido hace casi 60 años en Lauria, una ciudad del sur de Italia por debajo de Nápoles, ha sido hoy, en el Congreso del Partido Socialista Obrero Español, el artista invitado, ese actor aparentemente secundario que en cuanto sale a escena cambia el guión.

Le han bastado pocas palabras parecidas al castellano para acumular ovaciones. Dijo «Pedro Sánches» y enseguida le cayó el aplauso; dijo «Susana Días» y «Patxi Lópes» por la «bonita batalla» de las primarias y lo mismo.

Afirmó también que «la socialdemocracia no ha muerto» y la adormilada asistencia abrió los ojos como platos, y gritó luego «¡La izquierda somos nosotros!» y casi se pone la gente en pie.

Pitella ha sido, por tanto, un bien necesario, lluvia en este día caluroso, y tal ha sido su energía que al acabar el presidente del congreso, el castellanoleonés Luis Tudanca, tuvo que implorar: «A ver cómo mantenemos ahora la intensidad».

Efectivamente se fue Pittella y se fue la emoción, y aunque los líderes sindicales, Pepe Álvarez e Ignacio Fernández Toxo, han blandido las claves del ADN del PSOE (igualdad social e igualdad laboral), la cosa siguió mohína.

Visto el ambiente en este día madrileño de junio que parece de agosto (40 grados por ahí fuera, 20 menos por aquí dentro), está claro que ahora mismo el único actor patrio del socialismo capaz de arrancar suspiros, vítores y carantoñas es Pedro Sánchez.

El problema es que de Sánchez hoy se ha visto poco. Igual que los fans de Star Wars cuentan los días para una nueva entrega, ya sea la primera o la octava o las que lleven, los «pedristas», que son legión, cuentan las horas para el acto de mañana.

Porque mañana se estrena su «obra», de título El nuevo PSOE, en palabras de unos de sus fieles.

Será en formato inusual. Terminará el congreso y empezará el súper acto de cierre en un pabellón situado a cinco minutos.

Un pabellón más grande incluso que el que sirvió para la presentación de Susana Díaz en las primarias, pues se espera que acudan más de 8.000 personas.

En ese «megaacto» estará «el chute de energía» del congreso, en palabras de un dirigente muy próximo a Sánchez.

Lo de hoy, entonces, ha sido un entremés teatral entre dos magnas obras, las primarias y el evento de mañana. Un entremés «algo tímido», según un alto cargo socialista; «aburrido» para un barón destacado del partido.

¿Qué ha pasado hoy? Poca cosa, porque la gestora no ha hecho informe de gestión y el plato fuerte, antes que una puesta en escena teatral, es un prueba de casting. La lista completa de la dirección del PSOE se sabrá a última hora de la tarde o entrada la noche.

Al menos se han repetido escenas clásicas de este tipo de acontecimientos. Los nombres principales del PSOE han llegado entre un sinfín de cámaras.

Susana Díaz ha aparecido sonriente y repartiendo besos y abrazos; más taimado, aunque también muy rodeado, ha irrumpido Guillermo Fernández Vara. El presidente de Aragón, Javier Lambán, ha entrado como «delegado mudo», según sus propias palabras; un papel similar ha adoptado el asturiano Javier Fernández, que no ha dicho ni mu.

A los llamados «sanchistas», en cambio, les ha parado todo el mundo. Alfonso Rodríguez Gómez de Celis avanzaba dos pasos y selfi, daba cuatro pasos y otro selfi; Susana Sumelzo iba de grupo en grupo sin parar de saludar; y Zaida Cantera, embarazada, bien que recibía el cariño de los delegados y delegadas.

Y están también otros nombres, como Pablo Iglesias. Sí, Pablo Iglesias.

Llamarse Pablo Iglesias en este país te vincula necesariamente con el Partido Socialista, bien para fundarlo, bien para demolerlo (es lo que opinan muchos militantes).

Al que quieren en el 39 congreso es al primero, y así, la Fundación con su nombre ha colocado un stand de tamaño considerable en el que venden, todo a 5 euros, libros que hablan de socialismo, de marxismo y hasta de «La España de Zapatero», según uno de los títulos.

Precisamente el expresidente del Gobierno ha sido una de las fugaces estrellas que ha recorrido el cielo achicharrado de este 39 congreso.

Tras estar hablando en dependencias privadas con Sánchez, se ha dejado ver con Alfredo Pérez Rubalcaba y Joaquín Almunia para acudir al plenario y ha ocupado la primera fila, muy lejos de quien fue su favorita en las primarias. Susana Díaz se ha sentado en la 12.

La normalidad de su asistencia ha chocado con el magro entusiasmo de sus aplausos, tardíos y breves, aunque decorados por su eterna sonrisa. En cambio, el aplauso de Rubalcaba se ha visto delante de un semblante sorprendentemente serio.

Estas corrientes de aire frío han durado, sin embargo, lo que Pittella ha tardado en subir al escenario y hablar en encendido italiano.

Quizá porque los ratos aburridos han sido más frecuentes que los interesantes (las ponencias parece que tampoco dan mucho de sí), la tienda PSOE parecía un Primark a pequeña escala. Baloncitos de fútbol, camisetas, polos, tazas, memorias USB, abanicos, pendientes... El socialismo también es merchandising.

Pero el merchandising más rentable, actualmente, tiene la cara de Pedro y no la rosa y el puño.

Mañana lo comprobarán.

Mañana se estrena su «obra».