Los días en los que ETA colmó el hartazgo de la sociedad vasca

El secuestro y asesinato del concejal del PP hace ahora 20 años motivó continuas movilizaciones ante las sedes de batasuna y el clamor de la sociedad

10 jul 2017 / 10:16 h - Actualizado: 10 jul 2017 / 10:18 h.
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  • En el primer aniversario de la muerte del concejal del PP Miguel Ángel Blanco las calles de Ermua acogieron una masiva manifestación. / Efe
    En el primer aniversario de la muerte del concejal del PP Miguel Ángel Blanco las calles de Ermua acogieron una masiva manifestación. / Efe

ETA colmó el nivel de hartazgo de la sociedad vasca con el secuestro y asesinato del joven concejal vizcaíno del PP Miguel Ángel Blanco Garrido, que motivó cinco días de continuas movilizaciones ante sedes de Herri Batasuna.

El secuestro y asesinato del joven de Ermua (Vizcaya) en julio de 1997 llegó tras dos años con largos secuestros que dieron lugar al «lazo azul» de Gesto por la Paz y concentraciones semanales para reclamar la libertad de los retenidos. Además, el rechazo social a ETA en Euskadi había aumentando en los años anteriores al extender la banda el abanico de sus objetivos a cualquier miembro del PSOE o del PP, jueces, ertzainas o periodistas.

La movilización que provocó el anunciado asesinato de Blanco –al plantear ETA la exigencia del traslado de todos los presos a Euskadi en 48 horas–, no tuvo parangón y dio lugar a lo que se denominó «el espíritu de Ermua» y a que la izquierda abertzale perdiera el dominio de las calles de Euskadi.

La tarde del jueves 10 de julio ETA secuestró al entonces desconocido concejal de Ermua y anunció que le ejecutaría si en 48 horas el Gobierno no trasladaba al País Vasco a los presos de ETA, un chantaje que rechazaron de forma unida todos los partidos (salvo HB) así como los ciudadanos.

Esa misma tarde comenzó la movilización en Ermua, donde fue permanente durante cinco días y cuatro noches, y al día siguiente se celebró una multitudinaria manifestación que cerró la hermana del edil, María del Mar Blanco, entonces con 23 años, con un emotivo discurso.

Pese a las movilizaciones y las peticiones internacionales, incluido el Papa Juan Pablo II, ETA ejecutó en la tarde del sábado a Blanco con dos disparos en la cabeza. Al conocerse la noticia se produjeron numerosas manifestaciones espontáneas en la tarde del sábado, muchas de ellas ante locales de la izquierda abertzale, que no fueron asaltados gracias a la intervención de políticos como los alcaldes de Ermua, Carlos Totorika (PSE), o de Bilbao, Josu Ortundo (PNV).

El domingo, tras el fallecimiento en el hospital del joven concejal del PP Miguel Ángel Blanco, las concentraciones en los principales municipios del País Vasco volvieron a ser multitudinarias y todavía el lunes –día del funeral– se realizó un paro de una hora al mediodía y por la tarde hubo nuevas manifestaciones en todo Euskadi.

Esos cinco días de julio, según ya se decía entonces y corroboró después, supusieron «un antes y un después» y establecieron la derrota social de una ETA ya debilitada policialmente en años anteriores, además de ser el sustrato para el Pacto Antiterrorista del que se derivó la ilegalización de los partidos y candidaturas de la izquierda abertzale.

Por ejemplo, el lehendakari Ardanza, en nombre de los partidos del Pacto de Ajuria Enea, manifestó tras el asesinato que «es el momento del pueblo» al traspasar la banda terrorista ETA «el último límite», y el ministro de Interior del Gobierno de José María Aznar y líder del Partido Popular vasco, Jaime Mayor Oreja, destacó que «nunca ha habido un sentimiento de tanta unidad» en el País Vasco