«No soy ningún Pepito Grillo, pero nos jugamos la salvación del PSOE»

Lleva 40 años en el partido, pero nunca había visto tal nivel de agresividad interna. En esta guerra fratricida de las primarias, empuña banderas blancas. Como tercero en discordia, hace las veces de candidato tranquilo y así lo demostró ayer en Sevilla

Iñaki Alonso @alonsopons /
18 may 2017 / 18:37 h - Actualizado: 19 may 2017 / 16:27 h.
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  • El candidato a la secretaría general del PSOE, Patxi López, en su visita ayer a la capital hispalense. / Manuel Gómez
    El candidato a la secretaría general del PSOE, Patxi López, en su visita ayer a la capital hispalense. / Manuel Gómez

Lo tienen como tercero en discordia, sin contar sus trienios acumulados de socialismo. Cuando Patxi López (Baracaldo, 1959) llegó al PSOE y luego se convirtió en el diputado socialista más joven en el Congreso –hasta que le arrebató ese privilegio años después José Luis Rodríguez Zapatero–, sus rivales apenas habían echado dientes en las Juventudes Socialistas. Ahora lleva cuatro meses aireando banderas blancas en medio del fuego cruzado entre sus compañeros Susana Díaz y Pedro Sánchez. Pero, insiste –y así lo hizo ayer a su paso por Sevilla–, es más candidato que juez en unas primarias que recuerda que, más que el secretario general, se dirime el supervivencia del PSOE como partido político.

—Anunció su candidatura en enero, hace ya cuatro meses, ¿cree que se podría haber agilizado una vez visto el tono de las primarias?

—Así lo reclamé desde el principio, que acortaran todos los plazos que los socialistas nos estamos dedicando no sólo a hablar de nosotros sino de enfrentarnos, cuando lo que tendríamos que hacer es decir a la ciudadanía cuál es nuestra oferta para cambiar las cosas.

—Habla de oferta, ¿coincide en la opinión de que casi no se ha hablado de proyecto?

—(Sonríe). Yo lo he intentado. Me he recorrido 50.000 kilómetros en cuatro meses, he concedido cien entrevistas y he estado con miles de militantes hablando de los problemas del PSOE: la división y el enfrentamiento, por un lado, y la falta de claridad en la propuesta, por otro. En el debate vimos que para algunos lo importante era discutir con quién se pactaba o quién ganó más elecciones. En definitiva, participar en debates que no son los nuestros en lugar de decir dónde situar al PSOE, que es eso de la izquierda que queremos defender, que no es la que se apoya en el PP o busca alianzas ciegas con Podemos. Yo quería hablar de esto.

—Ya puestos, ¿cuál sería ese PSOE que defiende?

—Un PSOE que defina el proyecto de izquierdas. Punto. Sin matices y sin complejos. No tenemos ni que ir al centro, que es desplazarnos a la derecha y así nos va, ni ir hacia esa izquierda artificial impostada en la que luego no nos reconocerá nadie. Un proyecto de izquierdas que busque cómo recuperar el poder de la política para recuperar las cosas, para poner reglas a un mercado que está en manos de especuladores y arroja a una cantidad enorme de personas a la marginación y la pobreza, cómo gobernamos la economía para ponerla al servicio de la sociedad y no al contrario como hasta ahora; cómo ponemos en marcha un estado emprendedor; o cómo derogamos la reforma laboral para recuperar el poder de la negociación colectiva a los sindicatos;... Esto es lo que tenemos que hacer.

—Pero, mientras tanto, en su partido, se habla de la abstención pasada o la moción de censura futura.

—Están los candidatos anclados en un pasado en el que buscan culpables en vez de soluciones para que el día 22 ver cómo se cobra esa factura y se toman esa revancha de quién fue el más malo. Insisto en hablar de los que hemos hecho mal, pero sin cortarle la cabeza a nadie, sino para idear propuestas.

—¿Se ha cansado ya de ser el Pepito Grillo del PSOE?

—Hay gente que incluso dice que exagero cuando alerto del riesgo que corre el PSOE de acabar como otros partidos socialistas en Europa, que tenían la misma historia que el nuestro y que han desaparecido o han pasado a la irrelevancia. Ha pasado en Holanda, Francia, Grecia,...

—Como el Pasok. Ya en 2015 se alertó de que el PSOE podía seguir el mismo camino.

—No nos tenemos que ir tan lejos. El PSOE francés se ha quedado en un 6 por ciento hace un mes y con dirigentes diciendo de que el partido está muerto. Y sus síntomas son los mismos que los del PSOE. En Francia, buscaron el extremo de la izquierda y así les fue. No es que sea un Pepito Grillo del PSOE, sino que doy la voz de alarma de lo que nos jugamos este próximo domingo. No sólo es el nombre del secretario general sino la supervivencia y la salvación del PSOE.

—¿Cree que se apaciguará todo a partir del domingo? Luego vienen congresos regionales, provinciales, locales,...

—A partir del lunes, está la obligación de ver cómo integrar al cien por cien de los socialistas en una ejecutiva compartida. En eso tengo un compromiso serio. Si soy elegido secretario general, llamaré a los otros dos candidatos, nos sentaremos, diremos que se acabó la broma y veremos cómo integrar ideas y propuestas. Y, sobre todo, no reproducir esta pelea en los congresos regionales, provinciales y locales, porque sería el suicido del PSOE.

—Después de la presentación de avales, ha sido tentado, sobre todo por Sánchez, por arrojar la cuchara, ¿se sintió ninguneado?

—No me gustaron las formas, porque se anunció en un acto público antes de dirigirse a mí. No es de recibo. Pero cuando me llamó le dije que lo rechazaba. Al igual que habría hecho si Susana me lo planteara. Mi candidatura no busca un acomodo personal, no busca el poder por el poder, sino unir. Pero eso no significa unirme a medio partido para enfrentarme a la otra mitad, sino para desarmar bloques y tender puentes.

—¿Le han llegado a decir en su candidatura que diera un paso atrás tras los avales?

—Hubo quién me dijo que lo mejor era que me preservara y que no estuviera en la pelea hasta el final. Pero no, como digo, esta candidatura no busca acomodos personales, sino presentar una posición política ética en del PSOE. Nunca lo consideré.

—Otros sí han cambiado de bando, como la presidenta balear, Francina Armengol.

—No tengo que explicar nada porque yo sigo defendiendo lo mismo desde el principio. El mismo día que Francina dijo eso, hubo cientos de militantes en redes sociales y a través del Whatsapp y llamadas que me dijeron que habían avalado a Pedro o Susana pero que después de ver el debate me iban a votar.

—¿Sigue convencido de ganar el próximo domingo?

—Sí. Los militantes van a reaccionar viendo que, si hay división, la única receta para resolverlo es la unidad. Y es el único que lo defiende es esta candidatura, mientras los otros dos se pelean por cuestiones más particulares. Si los militantes saben que hay un problema de indefinición, la receta es aclararlo. Esto se habla mucho del voto útil para ganar a Susana es Pedro y el de ganar a Pedro es Susana. Pero es que no quiero que el voto sea útil para matar a Pedro o a Susana, sino para salvar al PSOE.

—¿Cómo le ha sentado la interferencia de Podemos?

—Es una falta de respeto. El PSOE nunca va a interferir en procesos internos de otros partidos. Podemos practica este tipo de política espectáculo, pero la política es mucho más seria. Podemos ha jugado con la moción de censura para ver si podía interferir en las primarias. Al final, no ha habido ni un socialista que haya caído en la trampa.

—Le faltaba Sevilla en su ruta de grandes ciudades, ¿qué balance hace de su visita?

—Algún periodista me decía que si me iba a a un territorio hostil. Cuando estoy con socialistas nunca es en territorio hostil, porque estoy con mi familia. El PSOE siempre se comporta con esa fraternidad. Desgraciadamente, hay gente que la ha perdido en algún lugar del camino. Llevo 40 años en el PSOE y he vivido muchos conflictos. Nunca he visto este nivel de descalificación y agresividad. Quien juega así, con insultos en vez de ideas pone insultos, se aleja del PSOE.