Un Gobierno de regreso al futuro

Pedro Sánchez, sin experiencia alguna al frente de cualquier área de la función pública, y que en 24 horas pasó de ser aficionado al liderazgo a trabajar como seleccionador nacional, ha demostrado cualidades con la alineación y con la táctica de anunciarla por goteo

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
06 jun 2018 / 23:26 h - Actualizado: 07 jun 2018 / 08:12 h.
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  • Pedro Sánchez, tras anunciar su gabinete. / EFE
    Pedro Sánchez, tras anunciar su gabinete. / EFE

La candidatura de Pedro Sánchez para las elecciones generales que no ha ganado como líder del PSOE es el Gobierno que hoy tomará posesión ante el Rey. Los 96 votos de parlamentarios de otros grupos políticos que le han apoyado para voltear la legislatura los canjea para conformar un Consejo de Ministros socialista como si dispusiera de mayoría absoluta en el Congreso, sin rendir pleitesía a los aliados en la censura a Rajoy. El atajo constitucional para alcanzar la presidencia y ejercer el poder ejecutivo lo ha aprovechado con gran habilidad. Y más aún con la estrategia de ir filtrando por goteo a lo largo de 72 horas el quién es quién del elenco que mañana debuta en La Moncloa. Nunca un partido ha maximizado más su exiguo porcentaje de votos y de escaños para conformar el gobierno de la nación y fortalecerse ante todos los demás. A nadie juicioso se le ocurrirá tipificarlo de ‘Frankenstein’. El tiempo, y los avances en la evaluación de las políticas públicas en la era de la transparencia, dirán si en el año 2020 lega una España mejor de la que asume.

No busquen en mi análisis ningún viso de hagiografía. Nunca he incurrido en ese recurso facilón cuando se airea la ‘fumata’ blanca de las carteras ministeriales. Uno de los defectos más tópicos del periodismo político español, cada vez que se constituye un gobierno, es hablar de todas y cada una de las personas elegidas como si solo tuvieran en su curriculum logros y parabienes. Como si todos fueran seres beatíficos, carentes de ambiciones personales, que en sus anteriores ámbitos de responsabilidad lo han gestionado todo de modo insuperable. Considero que, a priori, el Gobierno Sánchez tiene mejor promedio de nivel que el primer Gobierno Zapatero. La excepción es Maxim Huerta como ministro de Cultura. España casi nunca cree en su potencia cultural, ni en ser la cuna de la segunda lengua más pujante del mundo, ni en su mapa de instituciones culturales. Esa ha de ser la cantera de ministros y altos cargos que sepan impulsar políticas culturales manejando personal y presupuestos. Para permitirse una excepción, hay que subir mucho el listón y elegir a un intelectual de primer nivel, como fue el caso de Jorge Semprún hace 30 años.

Lo que está ya fuera de duda, en vísperas del Mundial de Fútbol masculino, es que Pedro Sánchez, un político sin experiencia alguna al frente de cualquier área de la función pública, y que en horas veinticuatro pasó de ser aficionado a seleccionador nacional, ha demostrado cualidades de estadista con la alineación y con la táctica. Mientras que el PP, por exceso de confianza, no ha trabajado las jugadas de estrategia, no se entrenó para evitar la única opción de ataque de Sánchez: el golpe franco (dícese moción de censura) y le han metido un gol por la escuadra.

Este Gobierno parido a contraestilo, fruto de romper la tradición de que en La Moncloa manda quien en cada periodo es el partido más votado (criterio que no impera a nivel autonómico o municipal, donde son frecuentes pactos insospechados), tendrá que soportar numerosas presiones a mediados de 2019, tras las elecciones europeas, regionales y locales, para que en el segundo periodo de su tiempo reglamentario no salga al terreno de juego con cambios que acaben con otra tradición: la de los gobiernos monocolores. Podemos será quien para entonces más exigirá el primer gobierno español de coalición, so pena de dejar caer a Sánchez, y plantearse la campaña teniendo algo de mando sobre fracciones de los Presupuestos Generales del Estado con los que hacer política. Tampoco hay que descartar para entonces que en Podemos se rompa la actual unidad de acción entre las ‘confluencias’ y algunas de ellas se conviertan en los nuevos ‘nacionalistas’ que pactan directamente con el presidente del Gobierno.

Sánchez y su equipo de confianza no solo hacen claros guiños a sectores sociales como el feminismo, normalizando que en la España del siglo XXI las mujeres capacitadas sean mayoría en el reino del poder ejecutivo. También, con la recuperación del Ministerio de Ciencia, hay un gesto a la comunidad científica, donde decenas de miles de hombres y mujeres protestan desde hace años, con manifiestos y no con manifestaciones, por la disparatada postergación de la ciencia y la investigación como imprescindibles señas de identidad de un país que quiera ser próspero de verdad. La ciencia no es de derechas ni de izquierdas. Mientras gobiernos conservadores como los de Angela Merkel priorizan la ciencia con inversiones enormes, para que la ‘locotomotora’ de Europa no se quede atrás en la competencia global, en España ha sido mutilado su desarrollo, y políticamente estaba adscrita al economista y financiero Luis de Guindos como ministro. Es de los muchos capítulos que ha de resetear el PP en su disco duro con la nueva etapa tras la marcha de Rajoy.

La Andalucía del Gobierno Sánchez es la del PSOE que está conformando Sánchez, marcando tendencia en dirección contraria a la égida de Susana Díaz. El símbolo más evidente es el nombramiento de Luis Planas como ministro de Agricultura, función para la que está sobradamente preparado por su trayectoria en los Gobiernos andaluz y nacional, y por la importancia que requiere en ese ministerio saber negociar tanto en el seno de las instituciones europeas como a nivel global (el proteccionismo de Trump, las relaciones con Marruecos,...). Pero Luis Planas es, a ojos de la presidenta andaluza, el único militante socialista que se atrevió a concurrir a unas elecciones primarias para disputarle a ella el control del PSOE andaluz cuando Chaves y Griñán se vieron en la obligación de dar el paso atrás. Planas sabía que no tenía opción real de ganar aquellas primarias. Ahora forma parte del regreso al futuro de un PSOE que, a través de este Gobierno, intenta volver a ser el partido que más se parecía a España. Como a la ciudadanía lo que más le importa es que el país funcione bien, la primera providencia es que no pierdan el norte con la deriva insumisa del secesionismo catalán.