Carmen Latorre se luce por los ‘Callejones de la Maestranza’

Carmen Latorre ha querido homenajear a la figura del toro y al torero como artista que dibuja un cuadro de vida en cada verónica y cada lance que realiza, jugándose la vida cada tarde.

06 feb 2016 / 18:46 h - Actualizado: 06 feb 2016 / 18:39 h.
"Simof"
  • Reportaje gráfico: Inma Flores
    Reportaje gráfico: Inma Flores
  • Reportaje gráfico: Inma Flores
    Reportaje gráfico: Inma Flores
  • Reportaje gráfico: Inma Flores
    Reportaje gráfico: Inma Flores
  • Reportaje gráfico: Inma Flores
    Reportaje gráfico: Inma Flores
  • Reportaje gráfico: Inma Flores
    Reportaje gráfico: Inma Flores
  • Reportaje gráfico: Inma Flores
    Reportaje gráfico: Inma Flores
  • Reportaje gráfico: Inma Flores
    Reportaje gráfico: Inma Flores
  • Reportaje gráfico: Inma Flores
    Reportaje gráfico: Inma Flores
  • Reportaje gráfico: Inma Flores
    Reportaje gráfico: Inma Flores
  • Reportaje gráfico: Inma Flores
    Reportaje gráfico: Inma Flores
  • Reportaje gráfico: Inma Flores
    Reportaje gráfico: Inma Flores
  • Reportaje gráfico: Inma Flores
    Reportaje gráfico: Inma Flores

Carmen Latorre ha querido homenajear, por un lado, la figura del toro como animal bravo, noble y de gran fuerza y pureza, y, por otro, al torero como artista que dibuja un cuadro de vida en cada verónica y cada lance que realiza, jugándose la vida cada tarde. Pero, más allá de la estética de la fiesta nacional, tomada como inspiración por diseñadores internacionales, lo que Carmen Latorre quiere expresar en sus trajes es la emoción, la excitación que supone una corrida de toros, tanto en el torero-artista como en los espectadores. Esa comunicación, ese arte, esos sentimientos que vibran a flor de piel cada tarde de abril en la Maestranza o en cualquier plaza que se precie. Así, los trajes de esta nueva colección se rinden antes líneas sinuosas, escotes con formas muy redondeadas en su mayoría que recuerdan a las plazas de toros. Figuras muy marcadas, pero que una vez que acentúan caderas se abren como abanicos, capotes de gran volumen y capas. Los talles suben para ceder espacio a esos grandes volúmenes que recuerdan las plazas. Las mangas en sisas, muy ajustadas, adquieren también vida en muñecas y bajos, como grandes abanicos. Las texturas, en su mayoría, son livianas, transparentes, como georgette, gasas, organzas de seda, sedas naturales pintadas a mano o encajes de chantilly, aunque en determinadas ocasiones utilizan tejidos con más cuerpo, como el hilo o el percal. También hay espacio para trajes pintados a mano y encajes de chantilly teñidos en degradé, que recuerdan los colores de la maestranza de día y de noche.

Los colores son intensos y poseen vida propia, empezando por los blancos y toda la gama de alberos hasta llegar al naranja. Gama de los rojos, desde el coral y rojo vivo hasta el rojo sangre. Gama de rosas, que recorren el rosa pastel y llega al rosa picassiano para terminar en marsala. Y no olvida el azul noche que se funde en un negro combinado con oro. Para Carmen Latorre las flores están caracterizadas este año por todo tipo de claveles con cierto toque barroco en las peinas. Los pendientes, largos y ligeros, hacen que el rostro se estilice.