Encontrar a gente tan alegre como Pepe es raro y de agradecer. Este chófer de Autocares Casal es único, no solo saluda sonriente a cualquiera que sube y paga su billete de las líneas M-111, M-112 y M-115, además, personaliza el saludo y llama por su nombre a cada persona viajera, o le pregunta por la familia, o le pregunta por el amigo conocido, o por el trabajo, o el dolor de espalda, o por las hijas, o el abuelo, así con todas las personas sin olvidar a nadie. Y si no es usuaria o usuario habitual de dicho trasporte público, utiliza el recurso del halago con lindeza, pues llamó preciosa a una chica, y guapo a un anciano, que entusiastas se sentaron felices.
El rato que dura el recorrido no tiene desperdicio, ¡buenos días!, se oye sin parar, saludos a voces desde la ventanilla, choques de manos vigorosas, mimos y carantoñas, cariño y salero. Conductores con esta proyección de energía positiva te hacen olvidar que llevas un mal día, que el trabajo es precario, que la economía mundial ahoga, que hay enfermos en soledad, que hay quien no come, que hay animales maltratados, que el cambio climático avanza, que la Igualdad realva lenta, que hay deficiencias sensoriales que afectan, que el lenguaje incluyente cuesta; y gracias a Pepe, gracias a este hombre con poderío y brío andaluz, todo desaparece de un plumazo, sin necesidad de atontar cual medio de desinformación.
“Chóferas” y chóferes del mundo, aprendan de su compañero de profesión. Se puede ser influyente en la sociedad, simplemente con el cara a cara, mano a mano, beso a beso, trayecto a trayecto, no necesitan más para repercutir en las personas.