El as en la manga de Dios

12 nov 2016 / 19:59 h - Actualizado: 13 nov 2016 / 12:30 h.
"La aventura del misterio"
  • El as en la manga de Dios
  • <p>La Sábana Santa fue</p><p>sometida a la prueba del carbono-14 en el año 1988. / Foto: El Correo</p>

    La Sábana Santa fue

    sometida a la prueba del carbono-14 en el año 1988. / Foto: El Correo

Cuando se habla de la Síndone nos puede confundir la amplia terminología usada para designarla. Es fácil que nos refiramos a ella como Sábana, Sudario o Lienzo. San Juan, refiriéndose a la resurrección, dice que Simón Pedro junto a otro discípulo vieron los lienzos tirados y el sudario que había estado sobre la cabeza envuelto en un lugar aparte, lo cual nos hace pensar que eran más de una pieza las que formaban la mortaja funeraria. Mateo y Marcos se refieren a ella como sábana al indicarnos que era propiedad (la pieza) de José de Arimatea, con ellos también coincide Lucas. ¿Cuál es el término adecuado? ¿Cuál se ajusta a la realidad?

El término sidon, según San Jerónimo, es una tela de lino más larga que ancha, la cual envolvía el cuerpo, a diferencia de sudarium, que en el latín clásico significa «pequeño lienzo útil para enjugar el rostro». Concretemos que en el caso de Cristo la síndone es una larga tela de lino blanco que sirvió para envolver el cadáver del ajusticiado en la cruz. Es más que probable que sobre el rostro se colocase un lienzo a modo de sudarium según las tradiciones funerarias judías y un trozo de lienzo a modo de cinturón mantuviera cerrada la mandíbula del difunto (como los antiguos remedios contra el dolor de muelas). De ahí la diversidad de piezas de lino que pudo observar San Juan siendo el que con más riqueza descriptiva narró lo observado en el interior del sepulcro, mientras el resto de los evangelistas simplemente repararon en lo más evidente y notable: la Sábana.

Pero profundizando en todo esto veamos la traducción de ese párrafo del Evangelio de San Juan (versículo 20): «El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro. Corrían los dos juntos pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro y llegó al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo, pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió la cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó, pues hasta entonces no había comprendido que según las Escrituras Jesús debía resucitar de entre los muertos. Los discípulos entonces volvieron a casa».

Hasta aquí, la versión comúnmente aceptada; pero si consultamos el Códice Alexandrinus, que data del siglo IV-V (en el Museo Británico de Londres) se encontrará la misma cita evangélica de la siguiente forma: «Salieron, pues, Pedro y el otro discípulo y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos y el otro discípulo se adelantó más velozmente a Pedro y llegó primero al monumento y agachándose ve los lienzos allanados. Pero no entró. Llega Simón Pedro siguiéndole y entró en el sepulcro contemplando los lienzos allanados y el sudario que estuvo sobre la cabeza de Él; no, al igual que los lienzos, allanado, sino al contrario, enrollado en su propio lugar. Entonces, pues, entró también el otro discípulo, quien llegara primero al sepulcro. Y vio y creyó».

Tal como fue escrita en el Códice Alexandrinus, la palabra griega othonia significa lienzos y no vendas, como se ha venido traduciendo. Así lo tradujo San Jerónimo en la versión Vulgata. Según el códice la expresión lienzo hacía referencia a toda una pieza o sábana. Cuando Juan habla de vendas usa la palabra griega propia keirai y sin embargo queda demostrado según el Códice Alexandrinus que los lienzos estaban allanados usando para ello el término griego Keimena que es más adecuado. Así pues nos encontramos ante un grave error de traducción que nos pueden hacer dudar sobre las piezas halladas en el sepulcro y sobre su posible definición. Para subsanar este error y de la mano de los modernos (y más fiables) sistemas de traducción podemos afirmar que en el interior del sepulcro se hallaban una gran pieza de lino, un sudarium y posiblemente una estrecha pieza de lino que como ya hemos referido anteriormente servía para mantener la mandíbula cerrada.

Se conoce por Síndone a la Sábana Santa, que se supone cubrió y sirvió de mortaja al cuerpo sin vida de Cristo una vez desclavado de la cruz, que se expone en la ciudad italiana de Turín.

La Sábana Santa mide 4,36 metros de larga por 1,10 metros de ancha, con una superficie total de 4,796 m2 y con un peso aproximado de 1,420 kg. La reliquia describe un rectángulo de una sola pieza, sin unión ni dobladilllo. A causa de los siglos transcurridos la pieza de lino tiene una tonalidad amarillenta-grisácea con un ligero contorno rosa. El sudario muestra la imagen frontal y dorsal de un hombre tal y como si lo hubiesen colocado sobre una mitad y hubieran pasado el lienzo sobre su cabeza para extenderlo hasta los pies. El cuerpo está tendido de espaldas con las manos cruzadas al frente, la mano izquierda sobre la muñeca derecha y los pies cruzados. Los pequeños ríos de sangre han corrido por la frente como si hubiese corrido en vida si las espinas hubiesen lacerado esa región. Hay lastimaduras por el rostro y tanto la parte delantera como dorsal están muy marcadas por pequeños coágulos oscuros como los que podrían haber dejado un azotamiento con látigo con castigo de punta de metal o hueso. Estas improntas son de un color sepia, rojo parduzco y herrumbroso con diversas tonalidades e intensidades dependiendo de la zona del cuerpo.

RECORRIDO HISTÓRICO DE LA SÁBANA SANTA

Para entender mejor la Historia de la Sábana Santa deberíamos hacer un recorrido junto al lienzo en casi veinte siglos en una investigación propia sujeta a correcciones:

Año 30: fabricación del lienzo de lino que cubriría el cuerpo inerte de Cristo.

Año 33: muerte y crucifixión de Cristo. Su cuerpo es amortajado en el Monte Gólgota (Jerusalén) con el lienzo.

Del año 33 al 35: se mantiene oculto del lienzo entre los cristianos, posiblemente ocultado por José de Arimatea (el tener las mortajas o lienzos funerarios era un delito muy grave entre los judíos).

Del año 35 al 50: permanece escondido en la ciudad de Pella.

Del año 50 al 70: es llevado y mantenido oculto en Jerusalén hasta el asedio de esta ciudad por el general Tito, hijo del emperador Vespasiano, que destruyó la ciudad.

Año 70 al 300: es trasladado a la ciudad de Edessa (hoy Urfa, en Turquía). Al apostolar los reyes de Edessa los guardianes cristianos escondieron la Sábana tapiándola en un hueco en las murallas de la ciudad.

Año 313: Constantino I El Grande derrota a Majencio y es promulgando el Edicto de Milán. La Sábana Santa es entregada a la custodia de la emperatriz Eudoxia.

Año 404: muere Eudoxia y la reliquia pasa a manos de la emperatriz Pulqueria (399-453). Este hecho fue registrado por el historiador del siglo IV Nicéforo Calixto.

Año 525: la reliquia es venerada públicamente, se podía contemplar la cara de Cristo ya que la Sábana estaba plegada.

Año 900: la reliquia fue cedida al emperador bizantino y trasladada a Constantinopla (capital de imperio romano de Oriente) alojándola en la basílica de Santa María de Blackernae. Existe constancia de ello gracias a los escritos del obispo francés Aroulf. San Juan Damasceno (s. VII–s. VIII).

Del año 900 al 1204: permanece en la Iglesia de Santa María de Blackernae, así lo atestigua el abate benedictino Soermudarson, quien lo refleja en los escritos realizados tras una visita en el año 1155 a la Catedral de Santa Sofía en Constantinopla (hoy Estambul, en Turquía). También hay referencias de ello por los escritos de Guillermo de Tiro, quien dice que el emperador Manuel Commenus le mostró al rey Amarilco I de Jerusalén el sudario de Cristo. Nicolás Mesarites dijo haber visto en la basílica de Blackernae los lienzos funerarios de Cristo, año 1203.

Año 1204-1208: las hordas cruzadas saquean la ciudad y la sagrada reliquia desaparece de su lugar. Otton de la Roche, capitán de la guardia que tenía encomendada la custodia de la reliquia, introduce la Sábana Santa en Francia.

Entre años 1307 y 1313: Felipe IV obsequia con la reliquia a Geoffrey de Charny, conde de Charny y señor de Lirey.

Año 1349: Geoffrey de Charny pide indulgencias al papa de Aviñón, Clemente VI para la Iglesia del fuedo de Lirey, y anunció que iba a poner en la misma «Quondam figura sive representationem Sudarii Domini Nostri Jesu Christi». Este encomienda la construcción de una iglesia en honor de la Virgen María (según documento histórico guardado en la Biblioteca Nacional de París).

Año 1355: la reliquia tras la muerte de Geoffrey de Charny pasa a manos de los clérigos de Lirey. Estos la exhiben públicamente.

Año 1389: se expone la Sábana provocando la ira de Pierre de Arcis, obispo de Troyes. El rey de Francia retira su permiso para exponer la Sábana Santa a los clérigos de Lirey.

Año 1390: los clérigos, temiendo la Guerra de los Cien Años, la llevan de un lugar a otro en aras de su seguridad.

Año 1418: los clérigos de Lirey la ceden a Humbert de la Roche.

Año 1443: la viuda de Humbert de la Roche se niega a devolver la Sábana. Debió intervenir el Papa Clemente IV en el conflicto.

Año 1478: Sixto IV (1471-1484) autoriza al duque de Saboya a construir una capilla en Chambéry (Francia) para albergar la reliquia.

Año 1516: el artista alemán Alberto Durero realiza una copia de la Sábana en la ciudad belga de Lierre.

Año 1532: incendio en la capilla de Chambéry. El historiador Pingonius relata cómo fue retirada por cuatro hombres. El cofre se fundió debido al excesivo calor del incendio y una gota del noble metal fundido quemó parte de la Sábana. El agua usada en el proceso de enfriado del cofre también dañó o marcó la Sábana Santa.

Entre el año 1532 y 1572: la Sábana viajó a Vercelli, Niza y Chambéry.

Año 1572: las monjas remiendan las quemaduras del incendio de Chambéry.

Año 1578: la Sábana Santa es trasladada a Turín, donde será venerada por Carlos Borromeo librando el príncipe Filiberto de Saboya a este de su promesa de ir a pie de Milán a Saboya en gratitud por el cese de peste en su archidiócesis.

Año 1694: se finaliza la capilla proyectada por Guarini para albergar la reliquia junto a la Catedral de San Juan.

Allí permanece hasta nuestros días. En los años de las guerras (mundiales) la reliquia fue trasladada en secreto a las grutas del santuario de Monteverne, cerca de Napolés.

Actualmente se encuentra en un bello relicario de plata en la Casa de Saboya, tras el ya lejano incendio que amenazó por segunda vez la integridad de la reliquia. Hoy día ha vuelto a su emplazamiento en la capilla del Santo Sudario en Turín.

Secondo Pía sería el primer ser humano en contemplar el rostro negativizado de Cristo el 28 de mayo de 1898, al fotografiar la Sábana Santa por primera vez en la historia.

ARGUMENTOS A FAVOR Y EN CONTRA

No son pocas las voces que alzan la falsedad de la Sábana Santa en nuestros días. Sus agnosticismos, ateísmos o el simple y excesivo celo científico han hecho que se cuestione en demasía la autenticidad de la reliquia.

No ha ayudado a clarificar este tema la prueba del infalible carbono-14 a la que se sometió al lienzo en el año 1988. La datación cifró su antigüedad entre los años 1260 y 1390 de nuestra Era, constituyendo así un lienzo del medievo y por lo tanto un completo fraude.

¿Pero es tan infalible la prueba del C-14? La verdad es que la datación del carbono-14 la realizaron tres prestigiosos laboratorios y obtuvieron las mismas respuestas. Sin embargo, la prueba del C-14 se pone en entredicho en algunas dataciones: por ejemplo, en una piel de foca de sacrificio reciente se realizó la famosa prueba del C-14, el resultado fue una datación del año ¡¡¡2060!!! La contaminación medioambiental había falseado los registros del carbono. Así pues, un lienzo que ha sufrido la adhesión de excesivos humos y combustión en el incendio de 1532 en Chambéry y que se vio afectado por el mismo posee un contenido de carbono más alto que el normal, adquirido por métodos innaturales (como lo fue el incendio). Cualquier datación bajo estas circunstancias sería inválida...

Hay otros estudios que apuntan la posibilidad de que la Sábana sea realmente una pintura y falsificación. Hoy día es muy evidente identificar una pintura de las características que presenta el lienzo de Turín. Se ha comprobado que no hay pigmentos colorantes en la Sábana que indiquen el origen artístico del mismo. Aparte es muy usual observar en iglesias de toda Europa copias de la reliquia turinesa. En España tenemos una buena colección de ellas, basta sólo con ver las del monasterio de Silos, Burgos o La Rioja para observar su origen artístico.

También le atribuyen ser un prototipo de fotografía creado por Leonardo Da Vinci en la época. Esta afirmación audaz y explicada en su libro por los autores Clive Prince y Lynn Picknett (El enigma de la Sábana Santa, Martínez Roca) se torna bastante débil cuando comprobamos que el gran artista italiano no vivía aún entre los años 1260 y 1390. Aparte de rozar la casi milagrosa impresión de la Sábana, no obstante fue un buen intento de desacreditación.

No hay quien opina que el hombre de la Sábana Santa fue el Gran Maestre y último jefe templario...

Sin embargo, son muchas las pruebas que acreditan la veracidad de la misma Sábana, desde los estudios botánicos del criminalista y palinólogo suizo Max Frei, que recogió de la Sábana muestras de polen procedentes de Israel, Turquía y Europa..., aunque hay quien desacredite a este investigador debido a un tremendo patinazo al dar como auténticos unos manuscritos que se suponían pertenecían a Adolf Hitler y que realmente eran un tremendo fraude.

El analizador de imágenes tridimensionales de la NASA, el VP-8, demostró la tridimensionalidad del lienzo.

Quizás una de las pruebas más irrefutables de su autenticidad sea la compatibilidad con el denominado Pañolón de Oviedo y que muestra unas manchas de sangre en un gran paño que se supone estuvo en contacto con Cristo y en el que, al parecer, esas manchas de sangre coinciden perfectamente con las manchas que encontramos en el lienzo de Turín en la zona cubierta por el mismo. De momento nadie se ha atrevido a discutir o refutar este hecho...

PROBABILIDADES DE SU AUTENTICIDAD

¿Cuántas posibilidades existen de encontrar los signos evidentes de la tortura y muerte de un hombre a la manera descrita en los Evangelios y que no fuera Cristo?

Difícil pregunta con varias opciones, pero el escritor Juan José Benítez (Mis misterios favoritos, Plaza & Janés Editores) realiza una comprobación estadística que nos puede ser de gran utilidad:

1º. Las posibilidades de que se dieran una coronación de espinas (un casco espinoso) en tiempos contemporáneos a Cristo es de 1 contra 5.000. No existe ninguna otra referencia a este respecto en la tradición cristiana aparte de ser algo inhabitual. Gruno Barberis realizó un estudio a este respecto.

2º. La persona crucificada presentaba lesiones en los hombros, como de haber cargado un madero durante un recorrido. Las probabilidades son de 1 contra 2.

3º. Para aliviar y aligerar el martirio de los condenados a la cruz, las tropas romanas –llevado un tiempo crucificado el reo– le partían las piernas para provocar su asfixia ya que el condenado se apoyaba sobre sus pies para tomar aire. A nuestro protagonista lo atravesaron con una lanza el romano Longinos. Sus probabilidades se cifraron en 1 contra 10.

4º. Lo normal en las crucifixiones era atar al condenado a la cruz. Al hombre de la Sábana Santa lo clavaron con grandes a la misma. Probabilidades: 1 contra 2.

5º. Jesús recibió un indulto para su cuerpo una vez fallecido y fue rápidamente descolgado de la cruz, manteniéndose la sangre fresca que impresionaría con sus huellas la Sábana. Este indulto no se suele/solía producir y el cuerpo del condenado era «mostrado para su vergüenza». Las probabilidades de ello se cifran en 1 contra 100.

6º. El cuerpo del hombre de la Sábana Santa fue sepultado sin recibir los cuidados de lavado y unción. Este hecho se cifra en una proporción de 1 contra 100.

7º. El hombre de la Sábana Santa no permaneció cubierto por el lienzo más de treinta y seis horas. La descomposición habría perjudicado seriamente al mismo. Una extraña radiación marcó la Sábana imprimiendo la imagen del condenado en ella. Probabilidades: 1 contra 500.

Resultado final: las probabilidades de que esa sagrada reliquia fuera la perteneciente a Jesús de Nazareth se han cifrado en 1 contra 200 billones (con B de Barcelona).

Los investigadores estadounidenses Stevenson y Habermans (Dictamen sobre la Sábana Santa, Ed. Planeta; La Sábana Santa, ¿milagrosa falsificación?, Ed. Giralda SL, Julio Marvizón Preney) cifran la probabilidad en 1 contra 82.944.000.

Según mi propia investigación estadística habría 1 posibilidad contra 19.785.288... Las cifras hablan por sí solas.

Pero la historia de la Sábana Santa, su recorrido, a quién pudo pertenecer y contener, hacen de este tema algo apasionante que va más allá de la frontera con las creencias personales de cada individuo. La Sábana Santa es uno de tantos otros temas que cruza el misterio histórico y asola e inquieta nuestras mentes con un millar de preguntas sin respuestas, quizás la respuesta a las mismas esté dentro de cada uno de nosotros.

*Jose Manuel García Bautista es autor de varios libros de este tema, el último El enigma de la Sábana Santa, Ed. Luciérnaga, 2016 (Planeta).