Sucedió durante una de esas noches mágicas de Sevilla, durante su noche más larga, la noche donde el sevillano no duerme y el sueño es sustituido por un silencio que parte el alma o por el estallido emocional de un viva a la Esperanza. Es la Madrugá de Sevilla, aunque aquella noche maldita, aquella Madrugá del año 2000, sería recordada, eternamente ya, como La Madrugá del Pánico.

Al filo de las cinco y cuarto de la mañana las hermandades que realizaban su estación de penitencia a la santa iglesia Catedral se encontraban, como se dice, en la calle o de regreso a sus capillas e iglesias todas ellas según un itinerario diseñado y previsto. De repente, un grupo de personas comienza una carrera desesperada sin rumbo fijo y sin ninguna explicación que la motivara, comenzó en la plaza del Duque. Aquella primera carrerita no tuvo mayor incidencia pero sí dejó a las personas que se encontraban en sus proximidades lo suficientemente alertadas como para mantener alta la atención aquella noche. Al poco tiempo, una segunda estampida de personas que comienzan a correr, cada vez hay más personas que huyen sin saber bien de qué, el pánico estalla en La Campana, en pleno corazón de Sevilla, y el terror se apodera de todos por igual, bien fuera público o penitentes cumpliendo su promesa en su hermandad. Todos corren, público, agentes, nazarenos...

Entre tanto, ¿qué sucedía con las hermandades que fueron asaltadas por esta marea de personas huyendo despavoridas sin saber de qué? La popular hermandad de la Macarena estaba en Cuna, el miedo fue tal que los costaleros del paso de la Sentencia salieron del mismo para cobijar en su interior a los niños que estaban alrededor y que así no fueran arrastrados por aquella muchedumbre víctima del pánico. Además, esta hermandad vio cómo su banderín de la Juventud se rompía fruto de aquel desaguisado.

A las puertas del Silencio

La hermandad del Silencio estaba entrando en su iglesia sobre las cinco y media, su palio se vio zarandeado casi en la puerta de la iglesia de San Antonio Abad en la calle Alfonso XII, a escasos metros de La Campana.

El Señor de la Salud de la hermandad de Los Gitanos se quedó solo en la calle Orfila e incluso existen imágenes de un nazareno huyendo con un guion para alertar a su cruz de guía del incidente que estaban viviendo metros atrás. Su palio vivía tensos momentos en la siempre angosta calle de Santa Ángela de la Cruz cuando la muchedumbre huía en sentido contrario a la marcha de la hermandad.

A la hermandad del Gran Poder se la podía encontrar en la calle Gravina, mientras el palio de la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso se encontraba en la calle Zaragoza. Dicen que los nazarenos sintieron como aquella estampida humana hizo temblar el suelo bajo sus pies y cuando todo pasó sólo hubo silencio...

La hermandad más afectada, sin dudas, fue la de la Esperanza de Triana, cuyas imágenes de su Cristo de las Tres Caídas aún se guardan en la retina del recuerdo del sevillano entrando en La Campana y quedando arriado el paso ante el desorden que se estaba viviendo. La Banda de música corría, los nazarenos huían igualmente y el paso quedaba inmóvil en el inicio de la calle Sierpes.

La policía no sabía a ciencia cierta lo que estaba sucediendo, aquel acontecimiento inesperado simplemente los sobrepasaba. El espectáculo era dantesco: personas que lloraban, contusionados, chaquetas, bolsos, zapatos, capirotes de nazarenos, cirios, sillas rotas, vallas destrozadas, máquinas de refrescos volcadas, teléfonos móviles tirados por los suelos en medio de la más absoluta desolación, y lo más grave es que sucedía al unísono en diferentes puntos de Sevilla como plaza del Duque, Campana, San Eloy, plaza de la Magdalena, Rioja, Imagen, Orfila, El Salvador o Santa Ángela de la Cruz. Había sucedido todo en apenas 45 minutos.

Nadie sabía qué era lo que había sucedido y así, con nula información, el delegado de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento comentaba a diferentes medios de comunicación que todo se había debido a la explosión de una tubería de agua en la calle Jesús de la Vera Cruz. Con posterioridad la misma Empresa Municipal de Aguas (Emasesa) desmintió categóricamente tal noticia. Aquella noche la policía sevillana se vio impotente ante lo que estaba sucediendo en las calles de Sevilla, nadie se había preparado para algo así.

Las tradicionales y bien manejadas bullas sevillanas se habían convertido en esta ocasión en un ratonera de la que Sevilla no supo salir...

Se comienzan a buscar responsables para aquella noche de locura en las febriles calles hispalenses y el primer señalado sería un joven delincuente habitual llamado David Sánchez, alias El Avispa. Según su propia declaración al diario El Mundo, trataba de exculparse de la gravedad de los incidentes de aquella noche narrando lo sucedido: «Una avalancha de gente muy asustada entró en el bar donde yo tomaba una copa; fue entonces cuando salí a la calle y me engancharon dos policías. Me metieron en un coche, me llevaron a un callejón y, tras sacarme un cuchillo que llevaba guardado, me pegaron un paliza de muerte, sólo soy un cabeza de turco. Yo no corrí, yo no asusté y no pude estar en seis sitios a la vez». David Sánchez acudía con la cara con evidencias de haber sido golpeado denunciando en el Juzgado de Instrucción 10 de Sevilla a la Policía Local «por la brutal paliza que me propinaron sin ningún motivo».

Sin embargo, algo que parece incontestable es que este joven delincuente portaba un cuchillo de grandes dimensiones la noche de las ya famosas carreritas, aunque él trataba de justificarlo así: «El cuchillo lo llevaba porque he recibido una puñalada de 20 centímetros en el estómago por asuntos de drogas y tengo que protegerme, pero no lo enseñé en ningún momento. En el callejón, me pusieron las esposas y, entonces, me preguntaron si llevaba navaja. La cogieron ellos de la parte de atrás de mi pantalón y, entonces, comenzaron a darme el curro sin piedad; me cubría la cara para que no me pegaran patadas. Aún tengo grabada la cara de los dos policías que casi me matan».

No había suficientes pruebas

La jueza, Inmaculada Jurado, ponía en libertad al joven tras no encontrar las suficientes pruebas que lo relacionaran con los graves incidentes de aquella noche que se cobró 53 heridos en las calles de una ciudad sitiada por el pánico y es que aquella noche entró en juego la denominada psicología del miedo.

Nuevamente entra en escena el delegado de Seguridad Ciudadana y afirma que el suceso de la Madrugá sevillana lo provocaron «70 u 80 jóvenes en cinco o seis grupos organizados». Esta declaración chocaba frontalmente con la versión de la subdelegada del Gobierno, Rocío Roche, quien, también dando palos de ciego, ratificaba que todo fue originado por un delincuente que causó el caos con un cuchillo.

Un comentario sí era común en la calle tras aquel incidente... Si le preguntabas a un sevillano: «¿Y tú por qué corrías?», te contestaba: «Vi que la masa venía corriendo hacia mí y yo también empecé a correr». Y es que se calcula que en una superficie de 600 por 800 metros en Sevilla aquella noche se concentraban alrededor de 700.000 personas prestas a disfrutar de la Semana Santa en la noche sevillana. En ese trayecto había 31.000 obstáculos en forma de sillas más otras tantas vallas... Todo el recorrido oficial que lleva a las hermandades hasta la Catedral.

El delegado de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento, José Gallardo, añadía a sus primeras declaraciones que se había tratado todo de «70 u 80 jóvenes sevillanos en cinco o seis grupos organizados que provocaban carreras de fuera hacia adentro de la carrera oficial con el objetivo de enturbiar un poco la paz de nuestra Semana Santa. No entro en que fuera un juego de rol ni la película de marras», y es que se habló mucho de la irreverente Nadie conoce a nadie, en la que las calles de esta ciudad se convierten en un juego de rol creando un pánico colectivo similar al vivido aquella noche.

Las pesquisas policiales y su buen hacer continuaban lejos de las declaraciones del mundo de la prensa. Silenciosamente la Policía Nacional barajaba la hipótesis del juego de rol en Sevilla inspirado por la película citada, sobre todo debido ello a las informaciones de un particular identificado que denunció haber oído cómo se planeaba algo así en la facultad de Matemáticas tres semanas antes de aquella noche.

Un mensaje de tranquilidad

José Gallardo fue consultado acerca de la primera explicación facilitada a los medios de comunicación aquella famosa y tristemente recordada Madrugá del año 2000, pero de aquella seguridad inicial sólo quedaba el recuerdo y el delegado afirmaba que la versión que dio por la radio fue para «transmitir un mensaje de tranquilidad y negar que hubiera disparos». Sólo 24 horas después...

Lo que nadie se explica es cómo simultáneamente se produjeron avalanchas de público en sitios tan distantes e incomunicados como la esquina de Zaragoza con Reyes Católicos o la calle Cuna y el Salvador afectando a hermandades tan emblemáticas como el Gran Poder, La Macarena o Los Gitanos.

El mentidero sevillano comienza a funcionar y se escuchan todo tipo de especulaciones; nadie sabe lo que sucede... ¿Pero qué ocurrió realmente aquella madrugada del año 2000, aquella Madrugá del Pánico?

Y tras estas incómodas preguntas algunas respuestas que se barajaron como posibles explicaciones a los desórdenes vividos en aquella noche inolvidable, tristemente inolvidable, de Sevilla. Y es que las que a continuación exponemos al lector ,y acompañante por este viaje mágico viaje a los secretos de una ciudad eterna como Sevilla, son todas las hipótesis que se barajaron sobre lo que pudo haber ocasionado aquel miedo colectivo en Sevilla. La primera de ellas nos hablaría de un individuo solitario que creó el pánico en varias calles, a la misma hora. Un individuo detenido, que como hemos visto tuvo argumentos como para que el peso de la Justicia no cayera sobre él sobre un incidente del que seguramente él no fue responsable.

La segunda nos habla de jóvenes pertenecientes a familias notables de Sevilla inspirados en la película Nadie conoce a nadie, que hicieron esa noche un tablero de rol con las calles de Sevilla y se dispusieron a jugar... El resultado fue el apetecido y el que esperaban: desorden y caos. Sin embargo se antoja muy difícil llevar a la práctica tal puesta en escena por las calles de una ciudad con amplio dispositivo policial.

La tercera de ellas nos cuenta que todo sería fruto de las golferías de jóvenes con ganas de reventar la Semana Santa. Un acto de irreverencia con poca base...

La cuarta hipótesis, sólo hipótesis, habla de que todo pudo ser debido a un acto de sabotaje escapado de las manos y del control como reivindicación policial a negociaciones no atendidas de ampliación de plantilla y mejoras en convenios y otros sectores de negociación que afectaba a este mismo colectivo tan importante para cualquier ciudad... Desde luego se antoja descabellada pero como también se habló de ello es justo recogerlo en estas páginas.

Un toro huido de La Maestranza

No menos descabellada, nunca mejor expresado, es la siguiente y es justamente la que nos habla de que un toro se escapó de la plaza de toros de la Maestranza, y campando libremente por las calles creó el miedo, el horror, el caos y el desorden aquella noche. Es buena, ciertamente buena, pero el pero llega en que ni aquella noche, ni ninguna otra, un toro se escapó de sus toriles...

La sexta hipótesis contaba cómo un individuo con una pistola en la mano realiza varios disparos creando una estampida de horror. Aquella noche parece que no hubo nadie armado y amenazante en las calles pero de haberlo habido el resultado hubiera sido muy similar al narrado a lo largo de las páginas anteriores.

Nos acercamos al final, sólo quedan dos hipótesis más. Una ya la hemos visto, nos trata de convencer de cómo se produce una explosión de gas o de agua entre las calles Jesús del Gran poder y Jesús de la Vera Cruz aproximadamente, a cien metros de La Campana. Esto fue categóricamente negado y desmentido por la Empresa Municipal de Aguas de Sevilla.

La última es la más temida, hablaba de un atentado terrorista, algo que sería una barbarie, algo impensable para gente de bien y de paz pero que su solo rumor podría hacer volverse loca a toda una ciudad ciertamente. No, no hubo ningún atentado en Sevilla aquella noche y sólo pensarlo da miedo...

La psicología del miedo, una noche tan particular como frustrada en las que muchos corrieron sin saber bien de qué o de quién. Correr por correr, por no ser atrapado por algo que se desconoce y que no se ve... Correr por intuición, por instinto de supervivencia. Correr por correr, por salvar la vida o por ponerse a salvo... Correr por no frustrar una noche particular sin importar la colectiva... Correr por miedo. Sólo apuntaremos algo que le sirva de ayuda: la hipótesis más improbable es la más posible y la más probable es la menos indicada. Sírvase usted mismo y elija con sabiduría, este misterio debe desvelarlo sin nuestra ayuda. ~