El gran misterio de Cristóbal Colón

Un estudio genético certificó la autenticidad de los restos de Colón que se alojan en el interior de la Catedral de Sevilla. El lugar de nacimiento del descubridor de América siempre ha estado rodeado de dudas y, sobre todo, de disputas entre países

02 oct 2016 / 16:35 h - Actualizado: 02 oct 2016 / 17:13 h.
"La aventura del misterio"
  • Los restos de Cristóbal Colón, en el momento que regresaron a la Catedral tras practicarle un estudio genético. / Gregorio Barrera
    Los restos de Cristóbal Colón, en el momento que regresaron a la Catedral tras practicarle un estudio genético. / Gregorio Barrera

Uno de los mayores misterios que entraña la figura de Cristóbal Colón tiene que ver con su muerte y nacimiento. Hay todo tipo de hipótesis y leyendas, pero pocas certezas. En Sevilla se guardan los restos del Almirante y se buscó saber si, en realidad, se trataba del vestigio de uno de los personajes más influyentes de la Historia que descansa en Sevilla. «El resultado? Déjeme que le invite a viajar en el tiempo hasta el año 2004.

Se acercaba la fecha de comunicar los resultados de los análisis científicos realizados sobre los restos del Almirante, así como de varios familiares directos que descansaban en diferentes lugares de la capital hispalense. Todo ello viene motivado, quizás, por la polémica que origina el último lugar de descanso del marino y cuya mejores épocas vivió al servicio de la Corona española encarnada en los Reyes Católicos... épocas de Descubrimiento y época de inicio del mayor imperio de toda la Historia... 1492 sólo fue el inicio.

La vida de Colón fue un verdadero misterio. Se conoce que nació sobre 1446, hipotéticamente, en Génova. Hasta su llegada al reino de España en 1484 todo son conjeturas y sus propios biógrafos, pasados y presentes, los que lo acompañaron por la «mar océana», sus amigos o los modernos historiadores no han podido determinar ni su origen ni su lugar de nacimiento. Ni propio hijo, Hernando Colón: «quiso que su patria y origen fuesen menos ciertos y conocidos».

Quizás ,y he aquí un componente vital en esta historia, el almirante trataba de ocultar sus orígenes conocedor de las leyes españolas contenidas en el Ordenamiento de Alcalá en virtud de las cuales no se permitía que los extranjeros y no naturales ni vecinos de Castilla el poder heredar «oficios públicos que tengan cargo de administración de justicia y regimiento o gobernación de pueblo o provincia». De esta forma, ni Hernando ni Diego Colón hubieran podido acceder a la sucesión en el Mayorazgo o lo que es lo mismo en el almirantazgo y virreinato de las Indias. Incluso, debido a ello, Hernando Colón entró en un pleito por la sucesión (1508-1520) en el que ponía en duda todo ello. En 1520 Diego Colón ganó sus derechos a la Corona.

Muchos han sido los que han tratado de sustentar la teoría genovesa con documentos y archivos históricos, con descubrimientos geniales o polémicas actas (Acta de Assereto), con obras faraónicas como la Raccolta Colombian. Las principales aportaciones a esta polémica nos llega de la mano del propio navegante en una de sus pocas aseveraciones al respecto: «siendo yo nacido en la ciudad de Génova de allí salí y en ella nací», documento recogido en el Mayorazgo de Veragua. Son datos de su pasado, salidos de la propia pluma del almirante, donde se recoge el nombre de su padre –Domenico Colón- y el lugar de sus andanzas juveniles: Portugal. Estudiando en la ciudad lusa de Pavía, que era uno de los 19 dominios del Gran Maestrazgo de la Orden de Avis. El resto de su pasado sigue siendo brumoso. Incluso se duda de la actividad laboral de Colón, para sus principales biógrafos, Hernando Colón y Bartolomé De las Casas, Cristóbal Colón no era mercader sino corsario. Así, el historiador Carreras Valls determina que entre 1467 y 1469 actúa como corso al servicio de René d´Anjou Conde de Provenza, haciendo lo propio para Luis XI de Francia bajo las órdenes de Coullon, apellidándose Salvago y naufragando frente al Cabo de San Vicente (Portugal) en 1476.


Teorías sobre su origen

La teoría catalanista afirma que el apellido original era Colom. Craso error, dado que esa catalanización del apellido se da en 1493 tras su regreso del recién descubierto continente. Se da la circunstancia que la italianización del apellido Colón pasaría a Colonne pero nunca a Colombo como ha permanecido en la historia y que es la reconversión italiana de Colom. Curiosamente las traducciones que se disponen del portugués del apellido del navegante en los escritos del rey Joao II es Collon, proveniente del italiano Colonne. Sin embargo, perduraría este error sintáctico a lo largo de la Historia, o quizás un cambio en el apellido premeditado y consciente al desintegrarse el clan o albergo de los Colonne. De esta forma y recurriendo a la gramática encontraríamos familiares de Colón en Italia, Francia, Coullon, en la Gascuña y España bajo Collon y Colom, albergando todas ellas posibilidades de ser la patria chica del n avegante. En los archivos históricos italianos del XV-XVIII no figura ningún albergo o familia Colomb y si Colonne, dedicados a la navegación y las mercaderías, todo ello reflejado en los libros Fogaggio y las Possessionum del siglo XV. Quizás también ello viene motivado de la aseveración de los orígenes mercaderes y comerciantes de los Colón en Génova.

En 1477 se establece en Madeira, se casa en 1481, en Lisboa, con Filipa Moniz, hermana de Bartolomeu de Perestrello –capitán dominatario de la isla de Porto Santo–. Viaja a Guinea y al regresar a Lisboa dos años después le sorprende el ajusticiamiento del duque de Viseu y la persecución contra todos los parientes del duque de Bragança bajo la acusación de «conspiración contra la Corona lusa», entre ellos estaba la esposa del futuro almirante. Colón tuvo que salir de Portugal y refugiarse en el reino de España. Entre tanto, ya había tenido conocimientos de tierras más allá del océano. Tierras nuevas que podrían abrir rutas comerciales entre Europa y Asia. Diferentes hechos parecen atestiguarlo como el profundo conocimiento que el almirante parecía tener de aguas «desconocidas».

Colón, a la muerte de su suegro, hereda importantes documentos entre los que figuraban cartas de navegación, relatos de navegantes, viejos mapas y idealizaciones de relatos náuticos desconocidos y que abrieron un nuevo mundo a los ojos del marino. Un mundo que hizo soñar al navegante, a lo que le acompañó el hecho de que a costas de Madeira llegaran extraños objetos como cañas desconocidas en Europa, maderos de embarcaciones de extraña construcción o cadáveres de fisonomía desconocida. A ello habría que sumar la leyenda que habla de la piadosa recogida en su hogar de un marino que le narró un sorprendente relato sobre las tierras «más allá del océano» o la información que pudo recabar de su amigo el corsario Jean Coëtalem, ello hizo que reflejara sus ideas en el intercambio epistolar que mantenía con Paolo Del Pozo Toscanelli. Continuando con el interés manifiesto de Colón por todos los datos que tenía recopilados sobre la nueva ruta a través de mar hacía Oriente se encuentra la documentación sobre los intentos del marino Vicente Díaz en atravesar el Atlántico bajo la protección de Luca de Cuzzano no exento de que el propio Colón intentara la adecuada financiación para probar suerte.


La polémica

Con los siglos transcurridos son muchas la hipótesis en torno al navegante. Se admitía su origen genovés, su aventura por conseguir financiación y su descubrimiento casual, pero se ponía en duda el lugar de su descanso eterno. La disputa por la veracidad de sus restos data desde que en 1877 se descubriera una caja, casi por azar, en la Catedral de Santo Domingo con restos humanos y una inscripción que hacía referencia a Colón. Sin embargo el recorrido histórico de los restos del almirante está documentado. Se sabe a ciencia cierta que Colón falleció en Valladolid el 20 de Mayo de 1506 y que permaneció enterrado allí hasta que en 1509 su cuerpo fue trasladado al Monasterio de las Cuevas de Sevilla. En 1536, se autoriza a María Rojas y Toledo, viuda del hijo de Colón, a trasladar los restos de su marido y su suegro a Santo Domingo (La Española). Allí fue enterrado a los que se unió posteriormente los restos de su hermano Bartolomé y sus nietos Luis y Cristóbal Colón II. Transcurrieron más de dos siglos para en 1795 España cediera a Francia la parte oriental de la isla y así se convino el trasladar los restos a la Catedral de La Habana en Cuba, dicha ceremonia contó con la presencia –documentada históricamente– del gobernador en la isla. España pierde el control de Cuba en 1898 y se dispone el traslado de los restos hacía Sevilla llegando a los muelles del Guadalquivir en una magna ceremonia que llevarían los restos a su último lugar de descanso en un grandioso catafalco habilitado en la Catedral de Sevilla. La controversia surgió en 1877, cuando realizando obras en la catedral de Santo Domingo surgió una caja con la inscripción referida. Desde entonces, se origina la disputa de los verdaderos restos del almirante, si bien es cierto que los responsables dominicanos tampoco supieron asegurar que miembro de la familia Colón pertenecían los restos.

En mayo del 2003, los descendientes del navegante Anunciada y Jaime Colón de Carvajal, junto con un equipo de científicos de la Universidad de Granada, exhumaron de la Catedral de Sevilla los hipotéticos restos del descubridor de América. También se desenterraron los restos de Hernando Colón y de Diego. Todo ello obedecía a un fin que pretendía desentrañar este misterio realizando una serie de estudios genéticos por el forense Antonio Lorente.


Resolviendo el misterio de Colón

El proyecto, dotado con 180.000 euros, fue promovido por el propio Lorente, Marcial Castro Sánchez (historiador) y Sergio Algarrada (biólogo) y sería llevado a cabo en una investigación extendida y multidisciplinar en las que tomaron parte las universidades de Granada, Santiago, Roma, Max Planck de Leipzig, Barcelona, además de forenses del FBI y las empresas Celera y Applied Biosystems. El estudio genético se presuponía finalizado para diciembre de 2003, pero su deterioro hizo alargarse el periodo de estudio.

Tras meses de espera, el director del Laboratorio de Antropología Física de la Universidad de Granada, Miguel Botella, admitió que los restos de Colón que se exhumaron de la Catedral de Sevilla como a los de su hermano e hijo, Diego y Hernando, y en virtud de los análisis genéticos de ADN , eran auténticos, por lo cual se convierte de forma certificada en el último lugar de descanso del navegante español. Los estudios genéticos habrían resultado positivos en cuanto a la ubicación y localización de los restos. No obstante, Botella insistió en la posibilidad de realizar un estudio a los restos guardados en Santo Domingo para determinar la fiabilidad del estudio. Pero la obstinación dominicana hasta el momento lo hacen inviable. La misión se antoja muy difícil por «lo delicado y espinoso» que es hablar en tierras sudamericanas de este tema. Y puede que, por diplomacia, se recurre a la opción salomónica que no es más que dividir los restos del almirante entre tierras americanas y españolas argumentando que es posible que debido a la escasez de restos y su gran fragmentación y deterioro de los mismos nos indiquen que han sido repartidos. Así también se expresa Enrique Villanueva, responsable de la investigación, quién anunció en Almería que «probablemente los restos de Colón estén en los dos sitios».

Mientras, un frente más se une a todo este debate sobre los restos del almirante, en esta ocasión son los miembros de la Universidad italiana de Pavía quienes dispuestos a acabar con la polémica de su origen se disponen a realizar un estudio genético, solicitado por el historiador Renato Biagioli, de unos supuestos restos conservados en la biblioteca de dicha universidad y que tienen pocos visos de ser auténticos dado lo insólito para hacerse con los mismos en épocas pretéritas y que poco más que se podría calificar de un robo por parte de un cónsul italiano sobre los restos dominicanos. Los estudios serían llevados a cabo por el director del laboratorio de biología del centro, Carlo Alberto Redi, y podrían se cotejados los resultados con los estudiados en otras comunidades científicas.

Lo que si podemos tener seguro es algo: los restos enterrados en Sevilla son, científicamente verificado, auténticos y sólo una autorización de la República Dominicana para realizar un estudio sobre los restos custodiados en el Faro de Santo Domingo haría tener el honor de compartir el último lugar de descanso del navegante o por el contrario otorgárselo plenamente a la capital andaluza. El misterio, el gran misterio de Cristóbal Colón ha quedado resuelto.