Enigmas navideños

La Navidad trae aparejados una serie de misterios, de enigmas eternos, que son casi de duda irresoluble, o de simbología oculta a los ojos del profano que esconde un maravilloso mensaje

16 dic 2017 / 22:03 h - Actualizado: 16 dic 2017 / 23:51 h.
"La aventura del misterio","Navidad"
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Las fechas navideñas son celebradas en muchos hogares de todo el mundo que, una vez al año, parece unirse bajo un mismo sentimiento y una misma ilusión. Se celebra la Natividad, el nacimiento de Jesús de Nazaret, y se esa forma no hay casa sin su particular nacimiento o árbol de Navidad que nos recuerde tan importante suceso en la Historia. Pero la Navidad trae aparejados una serie de misterios, de enigmas eternos, que son casi de duda irresoluble, o de simbología oculta a los ojos del profano que esconde un maravilloso mensaje... ¿Se atreve a descubrirlo?

EL NACIMIENTO Y LA MUERTE DE CRISTO

La fecha del nacimiento de Cristo siempre es motivo de controversia, en los últimos años ha decrecido la misma por los numerosos estudios que poco a poco van descubriendo que diciembre, el 25, no fue el día de su nacimiento y sí una forma de asimilar los cultos solares y paganos y transformarlos o convertirlos al cristianismo incipiente en la época. Haciéndolo coincidir con el culto al nacimiento solar, Apolo o Mitra...

Así para el astrónomo, y teólogo, Dionisio el exiguo Jesús nació hacía el 753 AUC (ab urbe condita, como llamaban los romanos a sus años) que pasaría a ser el 1 a.D. (de Anno Domini) y posteriormente d.C. (después de Cristo), marcando el inicio de nuestra era.

Pero el problema viene al seguir las pistas del nacimiento de Cristo a través de los textos bíblicos e históricos. Así se nos indica la matanza de los inocentes por parte del rey Herodes el Grande muriendo hacía el -4 a.C., así pues Jesús debió nacer hacía el -4 de nuestra era y no en el 1 (pues el cero como año de partida no existe). Eso como mínimo aunque no hay expertos que no apunten realmente hacía el -6 o el -7 a.C. Esa sería la fecha exacta del nacimiento de Jesús, posiblemente en meses de bonanza climatológica, ya que en diciembre, en Israel, pocos son los pastores que se atreven a sacar sus rebaños al campo, el frío mataría al ganado y la nieve lo cubre todo... Imposible. Para que coincida con la fecha que nos describen los relatos bíblicos debió ser sobre el mes de abril del -6... Aunque lo sigamos celebran, como es tradicional, el 25 de diciembre.

La fecha de la muerte de Cristo también es objeto de polémica. Conocemos su llegada a Jerusalén con motivo de la Pascua, en marzo del año 30. Se ajusticiado y crucificado antes del sabbat, coincidiendo ese años con la Pascua... que se celebraba el día 15 del mes del nisán (calendario judío). En el periodo de referencia solo cayó dos 15 en sábado, en el año 30 y en el 33, así si todo es tal y como nos narran los textos sagrados, Jesús encontraría ese fatídico día en el viernes 7 de abril del año 30 o el 3 de abril del año 33, sobre las tres de la tarde, resucitando el domingo sobre las cuatro de la madrugada en el sepulcro de José de Arimatea cerca del monte Gólgota.

Entre ambas fechas posiblemente la segunda del 3 de abril del año 33 es la que más opciones tiene, puesto que se ajusta más a los tres años que predicó Jesús, tal y como citan los evangelistas. Además cuando se produce su fallecimiento hay un raro fenómeno solar, realmente es un eclipse, ya que Poncio Pilato relata lo ocurrido al emperador Tiberio diciendo: «El Sol se oscureció, salieron estrellas en el cielo y por todas partes la gente encendió lámparas»... La ciudad de Jerusalén temió un castigo divino e incluso uno de los centuriones romanos se arrodilló y dijo: «En verdad este era el hijo de Dios».

Estos hechos nos hacen pensar que se produjo ese eclipse parcial de Luna, y justamente estaríamos en un radio de 10 años para ese fenómeno: entre el 26 y el 36... Pero coincidiendo con el gobierno de Poncio Pilato en la levantisca ciudad de Jerusalén el producido el 3 de abril del año 33 a las 18.20 horas. Así lo avalan prestigiosos astrónomos como Livin Mircea y Tiberiu Oproio del Instituto Astronómico de Cluj en Rumanía.

Aunque, en honor a la verdad, los cristianos y los que tienen Fe siempre llevarán otras fechas en sus corazones, quizás por tradición quizás por devoción, pero lo único cierto es que la figura de Jesús de Nazaret va más allá de la propia Historia.

EL VALOR ALQUÍMICO DE LA ESTRELLA DE BELÉN

Sirvió de guía a los Reyes Magos para llegar a un remoto establo donde María dio a luz al Niño Jesús, sobre lo que pudo ser ha sido motivo de no pocas conversaciones y artículos, e incluso libros. Pero la estrella de Belén tiene una curiosa lectura histórica que, a buen seguro, desconoce.

Pero más allá de lo que pudo haber sido (parece que una brillante conjunción de Júpiter y Saturno en Piscis) nos debemos acercar a su vertiente alquímica, donde en los trabajos se culminaba con una estrella en la redoma donde se debía concluir la Gran Obra.

Fulcanelli, reconocido y anónimo alquimista escondido tras ese mismo pseudónimo, decía en su obra Las moradas filosofales que: «La estrella terrestre, antorcha oculta de nuestra Natividad, será la marca probatoria de la unión del cielo y de la tierra o, como describe Filaleteo, de la unión de las virtudes superiores en las cosas inferiores».

Así al referirse a nuestra Natividad lo hace realmente a conseguir la Piedra Filosofal que es equiparada al nacimiento del Niño Dios, así en la conclusión de la Gran Obra se representa a esta con un infante luminoso, un niño divino o una estrella, ¿les suena?

Eugéne Canseliet, que fue uno de los discípulos de Fulcanelli decía: «Para nosotros que trabajamos por vía seca en el horno, la morada filosofal, a la vez la más humilde y la más opulenta, es la caverna de Belén, donde la Virgen María dio a luz al divino Niño». Así el trabajo alquímico, interior y práctico, es una imitación de la Natividad.

La Navidad con la caverna, cueva o portal, la Virgen, el Niño Divino tienen una correspondencia alquímica y ella se produce referenciada por la aparición de la estrella de Belén cuyos rayos (en alquimia de mercurio) es el anuncio que se va por buen camino. Esta Historia no deja de ser curiosa a la vez que nos indica la riqueza cultural de nuestras tradiciones.

EL ORIGEN DE LOS DULCES NAVIDEÑOS

Turrón, mazapán, roscón de reyes, las uvas, todos son productos navideños de gran consumo en estas fechas pero que, posiblemente, desconocemos su origen. Posiblemente comenzaron a cocinarse en el solsticio de invierno y su historia ha ido variando hasta llegar a nuestros días.

Comenzaremos por el turrón, uno de los dulces estrellas de las mesas de todo el mundo (no sólo de España) y que tiene dos ingredientes claves: almendras y miel, por ello se cree que su cuna puede estar en alguna zona del Mediterráneo.

Hay referencias confusas de su aparición en la Grecia Clásica según un documento de la Olimpiada del 662 a.C. donde en las proximidades del templo de Zeus se vendía algo similar al turrón.

Por el contrario hay quienes ubican al turrón en Israel en su halva y que pudo haber sido importado por los europeos cristianos de las primeras Cruzadas.

Igualmente en el mundo árabe podría tener su origen ya que en algunos cuentos de Las mil y una noches se hace una descripción de un dulce muy similar al turrón. Nos obstante en 1703, tras una dura epidemia de peste en Barcelona, se convocó un concurso para crear un alimento de larga duración, fue Pau Turróns quién venció, evidentemente es legendario. También en Barcelona se ubica al turrón en el año 1714. Y en la corte del rey Fernando VII, en el siglo XVI, ya tenía su tradición.

Del turrón saltamos al mazapán. Podría derivar de los macciapanes del Véneto italiano, o de la firme siempre Alemania. Pero con seguridad tiene su origen en el mundo musulmán y en la ciudad de Toledo su casa, fue Teófilo Arroyo quién dio toda una lección en su tesis doctoral en la que se aseguraba que surgió en el convento de San Clemente de Toledo, en el año 1214 cuando se comenzó a cocinar.

Las neulas o barquillos eran conocidos en la Edad Media, de especial gusto en la corte del rey Jaime I El Conquistador, en el siglo XIII, año 1267. Cervantes, el inmortal autor del Quijote los llamaba canutillos y es posible que tuvieran un valor simbólico y consumido al hacer una petición o deseo. En la Antigüedad se hacia esto con el barquillo relleno de miel.

El Roscón de Reyes llega de tiempos del Imperio Romano, aunque su tradición hay que ubicarla en el siglo XII, simboliza la muerte y el renacimiento. Desde el siglo XIX es habitual en las mesas de todo el mundo.

Las uva de fin de año tienen un origen más mundano: un excedente navideño de uva y ante la posibilidad de dejar que se pudriera el fruto o sacarle algún partido un empresario catalán, a principios del siglo XX ideó las uvas de la suerte con las doce campanadas y ya es algo insustituible el último día del año en mundo hogares.

SIMBOLOGÍA EN LOS ADORNOS NAVIDEÑOS

Cuando adornamos nuestro hogar lo solemos hacer sin pensar lo que pueden ocultar los adornos que vamos ubicando en el árbol o en diferentes zonas. Muchos tienen un significado esotérico, otros un significado sagrado y, en ocasiones, un mismo objeto puede conjugar ambos.

Así hemos de hablar de los adornos más populares y de su significado sagrado, seguro que se sorprende.

–Bolas de Navidad: son el recuerdo de las manzanas del Árbol Prohibido, propiciaban el retorno de los espíritus de la Naturaleza pero también la fecundidad de la Tierra.

–Campanas: representan el mensaje de alegría, el Año Nuevo, y la felicidad que aporta la llegada del Niño Jesús a la Humanidad.

–Estrellas: representan al firmamento y a la Divinidad. Pueden ser estrellas de cuatro puntas hasta seis puntas.

–Piñas: simbolizan a la unidad familiar.

–Herraduras: suerte y protección. En tiempo precristianos era el Dios astado, una antigua divinidad junto a la Diosa Madre.

–Velas orgónicas: esperanza para que el año entrante sea mejor. Se les pide salud, amor, dinero y trabajo.

–Flor de Pascua: se llama también Nadala y simboliza la Navidad. El color rojo de sus hojas simboliza la suerte.

–Muñeco de nieve: simboliza al Padre Invierno.

–Muérdago: es un elemento purificador y de protección.

Todo un significado sagrado que va más allá del simple objeto navideño.

EL ÁRBOL DE NAVIDAD

El árbol de Navidad suele ser un elemento imprescindible, junto con el tradicional portal de Belén, en muchos hogares del mundo. Un árbol engalanado para la ocasión y del que, sin embargo, muchos desconocerán el origen de la costumbre.

Habría que comenzar diciendo que la mayoría de los cultos y fiestas del nacimiento de un ser divino se celebraban el 25 de diciembre, igualmente eran elegidos días tan señalados como el solsticio de invierno o el equinoccio, de todas estas tradiciones culturales de diferentes pueblos surgió la protoNavidad.

Así el árbol de Navidad fue un elemento que no era de origen cristiano pues era ya ritualizado por los antiguos druidas. Fue en el siglo XVI cuando llega a las fiestas cristianas y se populariza en el siglo XIX.

Su origen se sumerge en el paganismo escandinavo, de raíces germánicas en torno al árbol sagrado como eje del mundo. No tenía por qué ser un abeto, podía ser una encina, un roble (celtas), un tilo (germanos), un fresno (escandinavos), o dependía de la cultura.

Curiosamente había una festividad que se celebraba en el mes de diciembre, las fiestas de Jul, en honor al retorno de la Tierra al Sol, entonces se plantaba un abeto ante las casas y de él se colgaban cintas de colores.

Virgilio escribía que en las fiestas Saturnalias se plantaba un árbol en la plaza pública y se él se colgaban juguetes para los pequeños.

Así el origen es pagano aunque ya es un concepto que no existe pues el motivo decorativo carece de tales connotaciones.

Fechas navideñas, siempre despertando buenos deseos y siempre creando ese clima de concordia que jamás debería falta. Hágase la paz y la felicidad en su corazón, amigo lector, y permítame desearle lo mejor en estas entrañables fiestas. ~